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De elecciones y películas Los mejores

Por Jorge Morales

De todas las promesas electorales, por lejos la que me parece más demagógica es prometer hacer un gobierno con los "mejores". Primero, porque da por sentado que en todos los gobiernos anteriores quienes han ocupado algún puesto llegaron por pituto, cuoteo o corrupción, nunca por sus méritos. Segundo, porque eso determinaría que la solución de los problemas del país pasa más por la eficiencia o ineficiencia del funcionario de turno que por las políticas de Estado. Y tercero, porque implica que existe sólo un método para resolver los problemas.

En el cine chileno, el argumento de los "mejores" también suele aparecer con cierta frecuencia. Un director se rodea de la crema y nata de los talentos del audiovisual nacional, y antes de que la película salga a la luz, pareciera que la opinión de los críticos y el público estuvieran de más. Como si la sola combinación de expertos diera como resultado un éxito comercial, una obra de arte, o ambas. Es verdad que, por ejemplo, la notable trayectoria de un realizador permite augurar confianzas sobre su próximo trabajo. Pero casi no hay cineastas que tengan una filmografía que no esté exenta de fracasos y aberraciones. Lo que no necesariamente es malo, porque al igual que una civilización nace sobre las ruinas de otra, un cineasta puede rearmarse a partir de ese desatino.

François Truffaut en El cine según Hitchcock llamaba grand film malade a "una obra maestra abortada, una empresa ambiciosa que ha sufrido errores en su desarrollo". O sea, un film que teniendo todo para ser una gran película –un director genial y un equipo técnico y actoral superlativo-, se malograba en el camino. Una mixtura que se resistía a mezclarse.

En rigor, la excelencia por sí sola no asegura nada. Ni tampoco el amor, la garra o la perseverancia. Siempre he sostenido que muchos bodrios que nos resultan tan evidentemente abyectos, son hechos con mucho trabajo, dedicación y cariño, pero que desgraciadamente sus creadores son incapaces de dimensionar lo infructuoso de sus esfuerzos y detenerse a tiempo.

Nadie puede negar que en Hollywood se encuentran los mejores técnicos en casi todos los rubros. Sin embargo, es el lugar en donde nacen con mayor frecuencia las peores películas del mundo. Cuando algo de valor se cuela entremedio de esa maquinaria, no es sólo la buena fortuna. Simplemente ese proyecto tenía un elemento que lo distinguió del resto.

El gobierno de los mejores es tan falso como el cine de los mejores. Lo que más podemos aspirar en cada elección es votar por la promesa de un proyecto que se adecue mejor al país que soñamos, o para ser honestos, con el país que nos resignaremos.

 

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