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La nueva ventana del cine "soviético" De la Plaza Roja al mundo

En un esfuerzo por proyectar el cine de los países del Este de Europa, Rusia y algunas de las naciones de la ex Unión Soviética reunidas en la CEI (Comunidad de Estados Independientes), durante octubre de 2012 se realizó la primera versión del Red Square Screenings, un evento que convocó a distintos representantes del medio cinematográfico mundial para ofrecerles un panorama de lo que se está haciendo en ese gigantesco rincón del planeta.

Por Pamela Biénzobas

El mercado interno de Rusia y los países de la CEI es tan grande que exportar su cine no parece ser una prioridad. Lo que sale es sobre todo gracias a los festivales, que siempre tienen un ojo puesto en la creación de la antigua Unión Soviética, provocando algunos fenómenos de moda (por ejemplo, en algún momento Kazakstán apareció en el mapa...) y permitiendo a ciertos autores mantenerse visibles en el espacio internacional. Pero esas películas representan una ínfima parte de lo que se produce, de una diversidad de estilos que va mucho más allá del legado de los grandes maestros inscritos en la historia del cine mundial.

Si hasta ahora los esfuerzos por cambiar la situación habían sido iniciativas más bien limitadas, por la voluntad y dedicación de personas pero no necesariamente de estructuras adecuadas, por esas cosas de la política y la burocracia, en este momento son dos las instituciones que buscan promover el cine ruso. Felizmente, en lugar de disputarse el terreno, el Russian Cinema Fund y Russians Are Coming! unieron fuerzas para crear un nuevo mercado, que tuvo su primera edición en octubre pasado.

"Red Square Screenings", dirigido por Yevgeni Gindilis, reunió a una cierta cantidad de actores del panorama mundial para mostrarles lo que se está haciendo, y eventualmente conseguir distribuidores y coproductores. Con lucidez, no pretenden estar inventando nada, y admiten explícitamente que se inspiran en eventos como los encuentros organizados por Unifrance o Ventana Sur. Para la estructura de difusión, en tanto, anunciaron un convenio con el Marché du Film de Cannes.

Snezhnaya Koroleva, el proyecto de animación en 3D de Wizart Animation

Un gran acierto de esta primera versión fue la escala: lo suficientemente íntima para que los contactos pudieran hacerse personal e informalmente, y lo suficientemente amplia para que no se tratara de una reunión de conocidos sino que se operaran realmente nuevos encuentros, entre los productores locales y extranjeros (potenciales coproductores), representantes de agencias de ventas internacionales, programadores de festivales y compradores de distribuidoras de países con mercados para los que el cine ruso resulta atractivo. La fuerte presencia francesa en todos los sectores anteriores explica en parte, por lo demás, que en el "Red Square Screenings" inaugural una parte importante de los participantes extranjeros llegasen desde París.

Con los invitados concentrados en el histórico hotel Metropolitan, justo fuera de la antigua muralla del Kremlin, y las funciones en los cines del centro comercial GUM, frente a la tumba de Lenin, el evento realmente giró en torno a la Plaza Roja, con lo que eso implica de atractivo y de práctico para los participantes.

La idea era sobre todo facilitar los encuentros e intercambios en torno a trabajos terminados y a proyectos en curso. Algunas de las películas ya acabadas se proyectaron en pequeñas salas y otras solo en la plataforma electrónica del encuentro. Lo más delicado fue la presentación de los "works in progress", que mercería ser el corazón del evento, y por lo mismo deberá adaptarse a futuro para mejorar su eficacia. La maratónica jornada se transformó más bien una sesión de pitching en la mayoría de los casos, con sinopsis o extractos de cinco minutos, explicaciones y preguntas del animador a los productores presentes. El formato es probablemente el adecuado pero, al no estar planificado originalmente así, provocó un cierto colapso de los horarios, la sala y claramente la energía de los asistentes, en detrimento de algunos de los productores que exponían.

La sesión permitió descubrir una interesante variedad de propuestas, algunas perfectamente exportables, y otras, difícilmente adaptables a otros mercados. En este último caso se encuentran, por ejemplo, comedias tontas calcadas de Hollywood, pero con rostros y referencias locales. En el primer caso, en cambio, destacaron proyectos ambiciosos de distintas naturaleza desde el "biopic" sobre el famoso astronauta Yuri Gagarin, Gagarin. Pervy Kosmose (Gagarin. First in Space), de Pavel Parkhomenko; la espectacular animación digital en 3D Snezhnaya Koroleva (The Snow Queen), de Wizart Animation, basada en el cuento de Hans Christian Andersen, o el documental Crime & Punishment, de Eugeniy Mitta, acerca del escándalo de la detención de las activistas de Pussy Riot.

Ja Tozhe Hochu

Entre los films ya acabados, se mostró una selección del Kinotavr, la gran vitrina del cine ruso que tiene lugar en Sochi cada verano septentrional, así como varios que habían sido exhibidos ya en los principales festivales internacionales y buscaban una nueva visibilidad. Se pudieron ver títulos destacados en el últimos de festival de Venecia, como Izmena (Betrayal), de Kirill Serebrennikov, que estuvo en competencia, y la notable Ja Tozhe Hochu (Me Too!), Aleksey Balabanov, seleccionado en Orizzonti. Jugando con géneros y tonos, haciendo reír tanto como reflexionar, el desigual autor de Pro urodov i lyudey (Of Freaks and Men, 1998) habla de esperanza, desesperanza y trascendencia en su fábula apocalíptica. También se exhibió el documental Anton tut ryadom (Anton's Right Here), de Lyubov Arkus, una cinta sobre un joven autista que es casi tan interesante por sus aciertos que por las cuestiones que plantean sus flaquezas. Lo más perturbador es que la realizadora no logra definir bien su rol ni, por consiguiente, la distancia con su sujeto. ¿Es finalmente ella la protagonista, contando su experiencia desde su punto de vista? ¿O es Anton el protagonista, como se supone, y Arkus simplemente una persona bien intencionada incapaz de separar su involucramiento personal con su mirada de cineasta?

Desde Anton... hasta la pretenciosa Enthropy, de Maria Saakyan, la presencia de mujeres realizadoras fue relativamente importante y ciertamente variada. Aunque con una inspiración demasiado evidente de Magnolia (Paul Thomas Anderson), la ópera prima de Darya Onyshchenko, Eastalgia, es un ejemplo de una coproducción bien lograda (entre Ucrania, Serbia y Alemania) que puede interpelar directamente a los públicos de esos distintos países, pero que además aborda temas lo suficientemente universales (con sus dramas de migraciones, de familias alejadas, de personas solitarias en busca de contacto humano...) para poder exportarse a cualquier mercado occidental sin oler a exotismo.

Poka noch ne razluchit

Lo más decepcionante resultó ser la película de cierre, Poka noch ne razluchit (Till Night Do Us Part), una comedia popular basada en un reportaje publicado en una revista, en el que el periodista narraba fragmentos de conversación oídos en un restaurante de lujo, y que debía dar una idea de la actual clase dirigente. Para hilar los fragmentos bastante vacíos (pues no son lo suficientemente reveladores para bastarse a sí mismos, y no tienen desarrollo), el guión crea dos personajes de camareros, que no inspiran el menor interés ni tienen realmente vida. Y sin embargo se trataba de Boris Khlebnikov, codirector de Koktebel (2003) junto a Alexei Popogrebsky, y que luego había debutado en solitario con la excelente Svobodnoe plavanie (Free Floating, 2006).

Quizás se pensó que por tratarse de un nombre respetado, y una película que en ese momento se proyectaba con éxito en los cines de Moscú, sería un film "estelar" para cerrar el evento. Pero la fallida comedia es justamente un ejemplo del tipo de producción que difícilmente interesará a un público que no se reconocería en los gags o referencias demasiado marcadas culturalmente, pero sin abrir una ventana hacia una identidad particular.

Corrigiendo algunos errores mínimos de planificación o logística (nada, comparado con otros eventos rusos organizados por estructuras que no tienen en cuenta las especificidades de un encuentro de cine), y sacando las conclusiones de esta primera experiencia para potenciar sus fortalezas, "Red Square Screenings" se eleva como el puente ideal entre una producción de una diversidad riquísima y los mercados extranjeros que podrían explotarla o asociarse para subirse oportunamente a un tren en plena marcha, o para ayudarlo a arrancar.

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