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Film Estreno

Las niñas Quispe

Misterio sin resolver Las niñas Quispe

Por Jorge Morales

En su documental El arenal (2009), Sebastián Sepúlveda mostraba a una comunidad de la Amazonia brasileña con una rica espiritualidad, que pese a verse impactada por el avance del progreso y la religión –y, por lo tanto, casi obligados a rechazar sus creencias y abandonar su modo de vida-, no pueden –aunque quieren- dejar de lado su particular y fantástica forma de ver y entender los misterios de su mundo. De alguna manera, en Las niñas Quispe, Sepúlveda parte con un propósito similar: mostrar una comunidad que se niega a desaparecer aún cuando eso paradojalmente contemple su propia inmolación.

Aparentemente hay una ley que ha decidido acabar con la población de cabras del altiplano, obligando a los pastores a huir del lugar y buscarse otra forma de vivir. Las hermanas Quispe (Justa, Lucía y Luciana) son tres mujeres solas, rudas pastoras criadas en el rigor y la pobreza, sin otro propósito en el presente y futuro que alimentarse y alimentar a sus animales. La supuesta ley que amenaza su forma de vivir las obligará a perder su único medio de subsistencia y, como es insinuado por una de ellas en el transcurso de la película, vivir de otra manera no es una alternativa viable. El miedo a la ciudad –dónde se las ridiculiza-, el miedo a los hombres –que siempre quieren aprovecharse de las mujeres-, son temores demasiado arraigados para contrarrestarlos. Por esa razón, al perder su oficio y hogar, no les quedaría más remedio que suicidarse.

Pese a que esta línea dramática puede resultar congruente en el papel, incluso suponiendo que se trata de una familia de origen indígena con una fuerte ligazón con la tierra (detalle que, sin embargo, ni siquiera se insinúa), no logra cristalizarse más allá de lo esquemático.

Las niñas Quispe tiene una respuesta simple para un tema mucho más complejo. Es plausible que el suicidio de estas hermanas haya sido producto de la frustración al ver amenazada su forma de vida, pero no se aprecia en ningún momento una reflexión coherente a esa determinación; no asoma ningún rasgo de su cultura (étnica, social o familiar) que mínimamente explique que suicidarse pueda ser decidido con tanta naturalidad y sin vacilaciones. Sepúlveda prefiere simplificar tanto las variables de la resolución, que sólo en una escena se explica que han meditado largamente sobre el asunto, aunque se nos prive de conocer cuáles fueron esas meditaciones. Esta ausencia de una formulación más preclara, extiende la idea de que la muerte es una acción liberadora frente a la incertidumbre del futuro, pero también simplemente una manifestación del miedo, un temor irracional a lo desconocido como el pánico nocturno de un niño (lo que explicaría el título).

En otras palabras, la película nos encamina a un final por todos conocido siguiendo los mismos lineamientos de su sinopsis sin robustecerla, o sea, que las hermanas Quispe se matarán porque su medio de vida está amenazado. Una amenaza a la que se le quiere dar también un giro político con el encuentro con el fugitivo personificado por Alfredo Castro, un nexo que, independientemente del antecedente histórico real (los hechos ocurrieron sólo un año después del golpe de Estado), resulta forzoso e innecesario.

En ese sentido, resulta menos coherente que Luciana Quispe (Francisca Gavilán), que siente curiosidad por explorar su femineidad, conocer el amor y está abierta a irse a vivir a la ciudad, decida rápidamente sin analizarlo (y tras manifestar que no quiere morir) sumarse a la determinación de sus hermanas porque no quiere quedarse sola. Como tampoco es coherente que sus hermanas, tras hacer esfuerzos incansables por salvarle la vida al enfermarse, no la detengan para que se suicide con ellas. Pareciera que Sepúlveda se hubiera visto amarrado a seguir al pie de la letra tanto las circunstancias de la historia real como las prerrogativas de su propio argumento.

Sería completamente legítimo que la película hubiera buscado sondear el modo de vida de estas pastoras más allá del desenlace. Si así fuese, tampoco hubiera logrado su objetivo porque su superficial acercamiento a ese mundo (ilustrado por la sobreactuada actuación característica de Catalina Saavedra con sus gesticulaciones y entonaciones abrutadas), no revela ningún secreto.

El problema principal de Las niñas Quispe es que está tan presa de su final que sigue siendo la anécdota (tres mujeres se cuelgan de una roca en el altiplano) mucho más enigmática y "atractiva" que esta historia que intenta infructuosa y débilmente explicar el "por qué".

Las niñas Quispe
Chile-Argentina-Francia, 2013
Dirección:
Producción:
Guión:
Fotografía:
Montaje:
Sonido:
Elenco:

Duración:
Sebastián Sepúlveda
Juan de Dios Larraín y Pablo Larraín
Sebastián Sepúlveda
Inti Briones
Santiago Otheguy
Loic Prian
Digna Quispe, Catalina Saavedra, Francisca Gavilán, Alfredo Castro y Segundo Araya
85 minutos


 

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