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Film Estreno

Construcción de una verdad En primera plana

Por Jorge Morales

La escena más emotiva de En primera plana es cuando Walter Robinson (Michael Keaton), el jefe de Spotligth –el departamento de investigación del periódico Boston Globe- se niega a publicar, de momento, un artículo sobre el caso en que están trabajando: el encubrimiento de un numeroso grupo de sacerdotes pedófilos por parte de la iglesia de Boston, y de su máxima autoridad, el Cardenal Law, un cura tanto o más despreciable que nuestros arzobispos Ezzati y Errázuriz juntos. La razón, justifica Robinson, es que tal y como les pidió el director del diario, todavía no logran desnudar completamente el sistema que utilizó el catolicismo para camuflar esos delitos. El periodista Mike Rezendes (Mark Ruffalo), que se ha llevado la mayor carga de la investigación, rompe entonces con el frío desempeño con que han actuado todos los miembros del equipo, argumentando a gritos y emocionado, la importancia de publicar de inmediato, exhibiendo así una contradictoria mezcla de sentimientos: el celo profesional ante la inminencia de que otro medio pueda robarles la primicia y la dolorosa impotencia por el trasfondo noticioso de la pesquisa. Pero lo más interesante, no es la agitación de Rezendes –que durante la película mantiene siempre una actitud tranquila-nerviosa, como diríamos en Chile-, es la reacción templada y distante de su editor ante la exasperación del reportero. Robinson entiende que, por más crudo que sea el caso, no es la necesidad de justicia ni el compromiso emocional con una causa lo que determina las urgencias y pautas de prensa, sino la contundencia y certeza irrefutable de las pruebas que motivan la denuncia. De esa manera, se estará mucho más cerca de la verdad que, en definitiva, es la forma más primaria de justicia.

El director Thomas McCarthy opta por tener este mismo distanciamiento al contar estos hechos. La película es mucho menos un film sobre la pedofilia o la conspiración de la iglesia para ocultarla, que sobre los mecanismos del ejercicio periodístico para dilucidar esta o cualquier verdad. Quizás por eso no son ni las víctimas ni los victimarios los verdaderos protagonistas de esta historia. Ni siquiera los periodistas, de los que sólo sabemos algunos detalles superficiales. El protagonista de la cinta es el proceso en sí mismo que implica no sólo la dificultad propia de una investigación sino también las presiones políticas e institucionales aparejadas, o factores excepcionales que pueden alterar su desarrollo, en este caso, el ataque a las Torres Gemelas.

McCarthy mira tan minuciosamente el proceso que descuida a conciencia toda interpelación sentimental. No hay asomo de chantajes emocionales ni de golpes bajos. No aparece ningún niño abusado, ni un cura descubierto in fraganti. Ni siquiera la escena explosiva de Rezendes que es, de algún modo, desacreditada por el contexto, y que deriva luego en una escena muchísimo más sensible donde los periodistas muestran cómo les afecta el caso desde un punto de vista emocionalmente más medular: el quiebre de esa fe primaria, viva, pero perdida en la memoria, donde la iglesia se instalaba como un recuerdo acogedor de la infancia.

Se ha comparado mucho esta película con la obra maestra de Alan J. Pakula, Todos los hombres del presidente (1976), donde los periodistas Carl Bernstein (Dustin Hoffman) y Bob Woodward (Robert Redford) investigaban el caso de Watergate cuyas revelaciones terminaron con la renuncia del presidente Nixon. En realidad, En primera plana se aleja completamente de ese registro. Todos los hombres del presidente es un film de suspenso donde el peligro –o la sola sensación de peligro- va amenazando cada paso de los periodistas, donde cada ramificación del caso crece en intensidad extendiéndose hacia lo más alto del poder (con la presión que eso significa), donde cada nuevo personaje que entrevistan ofrece una perspectiva no sólo informativa sobre el tema sino también humana sobre la personalidad de cada involucrado. En ese sentido, es una película mucho más sólida en cuanto a sus recursos narrativos y cinematográficos, y tiene además un personaje de antología como "Garganta profunda".

En primera plana es modesta, sobria (y mezquina) en el plano audiovisual, y elige concentrarse más en el método que en la intriga. Los periodistas no están pintados como héroes sino como profesionales rigurosos y nunca se ve ni se siente que alguien esté arriesgando su vida. Por eso es fría y calculada, pero finalmente brillante como exposición de un oficio. Porque la película no aspira a ser una cinta de acción contrareloj o un film denuncia del cinismo criminal de la iglesia. Apuesta por algo más simple, pero más complejo y excéntrico de exhibir: la voluntad y pasión de un grupo de profesionales por hacer bien su trabajo.

Spotlight
EEUU-Canadá, 2015
Dirección:
Producción:
Guión:
Fotografía:
Montaje:
Música:
Elenco:

Duración:
Thomas McCarthy
B.Pagon Faust,S.Golin,N.Rocklin,M.Sugar
Josh Singer, Thomas McCarthy
Masanobu Takayanagi
Tom McArdle
Howard Shore
Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel McAdams, Liev Schreiber, Stanley Tucci 
128 minutos

 

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