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Adriana Asti, actriz italiana "Nunca siento nostalgia"

Adriana Asti

A los 77 años, la inolvidable protagonista femenina de "Antes de la revolución" de Bertolucci se mantiene vigente en el teatro y el cine y recuerda no sólo este emblemático clásico de los años 60, sino además sus trabajos junto a Pasolini, Buñuel y Visconti.

Por Joel Poblete

En 1964, un Bernardo Bertolucci de sólo 24 años estrenaba en la Semana de la Crítica en Cannes su segunda película, Antes de la revolución, un complejo y fascinante drama filmado en su Parma natal, centrado en un joven que se debatía entre sus ideales comunistas y la realidad burguesa de su entorno; con su mezcla de autores tan heterogéneos como Stendhal, Marx, Pasolini, Wilde, Pavese, Melville y el cine de Godard, la película no sólo supo adelantarse a su época retratando el inconformismo juvenil que haría ebullición en mayo del 68, sino además hasta hoy es considerada uno de los títulos clave del cine europeo de esa década. Y entre los factores que la hacen tan inolvidable está la interpretación de una estupenda actriz, Adriana Asti, quien encarna a Giulia, la tía venida de Milán con la cual el joven Fabrizio inicia una inestable pero apasionada relación incestuosa.

Robert Wilson y Adriana Asti

Quizás no es una figura mítica como la Loren o la Cardinale, pero de todos modos Asti es un nombre de referencia en el cine y el teatro en Italia. Fue la primera esposa de Bertolucci y antes de esta cinta ya había aparecido en roles secundarios en otros importantes títulos del cine peninsular –como Rocco y sus hermanos de Visconti y Accattone, de Pasolini-, pero también trabajaría con Buñuel en El fantasma de la libertad y con De Sica en la poco recordada Una breve vacanza, entre otros cineastas, y ha sabido mantenerse vigente hasta hoy, como demostró en 2003 interpretando a la entrañable madre de los dos protagonistas de La mejor juventud, de Marco Tullio Giordana. Radicada en París, sigue también muy activa en teatro (ha trabajado dirigida por grandes como Strehler, Ronconi y el mismísimo Harold Pinter), y precisamente visitó Chile durante el verano para el Festival Internacional Santiago a Mil, interpretando a la protagonista del clásico de Beckett Días felices en el Teatro Municipal de Las Condes, dirigida por toda una eminencia internacional, el estadounidense Bob Wilson, quien también vino a presentar el montaje, realizado originalmente el año pasado para el Festival de Spoleto y el Gran Teatro de Luxemburgo, y presentado además en el Teatro Athénée Louis-Jouvet de París.

Figura fundamental a nivel mundial en el teatro y la ópera de las últimas cuatro décadas (junto a Philip Glass creó la célebre "Einstein en la playa", y ha colaborado con artistas como Tom Waits, David Byrne, William S. Burroughs, Lou Reed, Allen Ginsberg y Susan Sontag, entre otros), el propio Wilson es un espectáculo en sí mismo, como quedó claro al derrochar simpatía e histrionismo en su concurrido encuentro gratuito con el público y actores y directores locales, al término del cual varios entusiastas asistentes se acercaron a pedirle autógrafos, entre ellos la propia Asti, ocasión en la que el director aprovechó de sorprenderla al decirle que está pensando en un nuevo espectáculo que ella podría protagonizar, para el segundo semestre de este año.

Adriana Asti en Happy Days de Samuel Beckett

La puesta en escena de Wilson para esta obra de Beckett estrenada precisamente hace 50 años, en 1961, es visualmente potente y atractiva en su sugerente uso de la luz y el espacio escénico, típico del director norteamericano. La protagonista casi absoluta es Winnie, la anciana dueña de casa que no da tregua a su incesante parloteo que proclama lo feliz que es su vida cotidiana, mientras está parada sobre un enorme montículo de tierra y es prácticamente ignorada por su reptilesco e intrascendente esposo Willie (Giovanni Storti); en el montaje de Wilson, Adriana Asti permanece durante los dos actos sobre un cerro que asemeja ruinas de asfalto, lo que le da a la pieza un cierto sentido apocalíptico. Una espléndida Asti supera sin problemas el desafío de permanecer en un mismo sitio durante casi dos horas mientras habla, emite ruidos y gesticula sin parar, deambulando entre el patetismo, el absurdo y la ironía que conforman un personaje curioso, humano y sorprendente. La veterana actriz italiana pasa de sólo poder expresarse de su cintura para arriba, a reflejar lo que dice y piensa exclusivamente con la expresividad de su rostro, en el segundo acto, cuando el montón de escombros amenaza con cubrirla por completo.

Antes de la revolución de Bernardo Bertolucci

A primera vista, costaba creer que esa señora bajita, sonriente e incluso tímida –que pasó casi desapercibida para los medios de prensa, más interesados en el prestigioso Wilson-, fuera la misma sensual e intensa milanesa a la que vimos en Antes de la revolución bailando y enamorándose al ritmo de las canciones de Gino Paoli. Pero tras verla en escena, fue fácil convencerse de que su fuerza interpretativa sigue activa, en especial cuando aceptó recibirnos en su camarín a la salida de una de las funciones, para hablar brevemente, siempre simpática y sencilla. Y ahí pudimos confirmarlo: han pasado 46 años, pero la expresividad de esos enormes ojos sigue intacta.

-¿Cómo recuerda la experiencia de trabajar en "Antes de la revolución"?
-¡Fue una gran experiencia! Han pasado muchos años ya… era la segunda película de Bernardo, él creía en esta revolución, creó esta revolución que después terminó siendo real y palpable; en la película la idea de esta revolución era muy dramática, y también sentimental y muy romántica. Era más que nada una aspiración que él tenía, que terminó convirtiéndose en una obra maestra, de hecho yo creo que es su película más bella, y para mucha gente también lo es, porque es la realización de una gran aspiración, no es la realidad; los artistas y los directores inventan, y él inventó algo que era su gran sueño. Creo que lo que Bernardo hizo era extraordinario, con ese guión, o con la música… estaba ese argentino extraordinario que luego hizo carrera, con el que nos hicimos muy amigos, Gato Barbieri, un músico grandísimo.

Bertolucci y Pasolini

-¿Cómo desarrolló su personaje?
-Mi personaje no creía en esa revolución, era un personaje femenino, más concreto, muy sentimental porque estaba muy enamorada de este muchacho, pero no tenía la misma aspiración del protagonista, que finalmente era una aspiración muy viril y adolescente a la vez. Era un film hermoso, fue verdaderamente un trabajo que después ha permanecido en la historia del cine.

-Es un trabajo que incluso visto hoy refleja mucha libertad visual y narrativa… ¿hubo mucha improvisación durante el rodaje?
-Sí, hubo mucha improvisación, casi todo el trabajo actoral fue improvisado. En mi caso recuerdo la escena en que juego con los anteojos cuando íbamos al funeral, o la llamada telefónica… cada día era inventado, no estaba escrito en el guión.

-Usted trabajó con tantos directores que hoy son leyenda, llegó al cine en un momento único y preciso…
-Todos eran muy distintos, eran artistas de gran talento, que desgraciadamente no han tenido sucesores que permitan una renovación del cine italiano, los directores de hoy son menos inspirados. Y quizás no es culpa de ellos, es en verdad un momento cultural más bajo y menos favorable en Italia, la gente es más tonta.

Adriana Asti en La Meglio Gioventu

-Pero ha trabajado con algunos que han destacado, como Marco Tullio Giordana en "La mejor juventud"…
-Sí, es un artista muy sensible, pero es una excepción, de hecho tiene mucha nostalgia de esos tiempos, de la era dorada del cine italiano, sabe que fueron años muy importantes, algo que muchos directores contemporáneos ni siquiera saben, incluso no han visto los clásicos.

-Quizás al llamarla a usted para el personaje de la madre, fue una suerte de homenaje a ese cine de otros tiempos…
-Me dijo que quería que yo participara ahí porque esa familia era como una estirpe que simbolizaba a la Italia de las últimas décadas. Es un rol bello y dramático, en una película muy inspirada, creo que es la que más me ha gustado de las que ha dirigido Giordana.

-Volviendo a los directores con los que ha trabajado, ¿cómo fue filmar con Pasolini? Trabajaron en "Accatone" y en "Che cosa sono le nuvole?", el episodio de las marionetas en "Capricho a la italiana" (1968)…
-¡Ahhh! (se alegra mucho) Era un genio, una persona tierna, exquisita. No era el típico cineasta, era un poeta. Pude trabajar con él y conocerlo muy bien, porque Bernardo era su asistente.

De izquierda a derecha: Elsa Morante, Asti y Pasolini

-La gente a veces tiene una imagen de él como alguien duro o severo…
-¡No, no! Era tierno, dulce, bueno y tímido, era un amigo adorable. Y al ser un poeta, era muy atormentado, pero resolvía sus tormentos filmando, no era de los que simplemente se conforman con quejarse, finalmente era positivo, y su tormento se convertía en arte. Recuerdo que hizo algunas pruebas para Fellini, por si éste podía producir una de sus películas, pero Fellini dijo "uff, este hombre no filmará nunca nada, ni siquiera dos metros de película". Fellini fue un cretino, ¡pero era también un gran cineasta! (se ríe).

-¿Y Visconti? Usted estuvo en "Rocco y sus hermanos" y en "Ludwig"…
-Sí, y no sólo trabajé con él en cine, también hicimos cinco espectáculos teatrales, como por ejemplo Las brujas de Salem, de Arthur Miller. Fue muy bello trabajar con él, era fascinante, poderoso. ¡Era muy, muy atrayente! Todos estaban enamorados de él, los hombres, las mujeres, los viejos, ¡todos! Era milanés como yo, y era un gran fascinador. Nunca más he visto a alguien como él.

-Con Buñuel trabajaron en "El fantasma de la libertad", ¿cómo fue la experiencia?
-Curiosamente, diría que se parecía mucho a Pasolini. Era muy especial, no era el cineasta tradicional, con esa autoridad de quien tiene el poder… no. Era extraordinario verlo trabajar, también era un poeta como Pier Paolo. Tenía un gran sentido del humor, era muy alegre, un español muy bizarro. No hacía muchas improvisaciones, pero sí preparaba mucho el set: todos estaban de rodillas delante suyo, porque sabían que era un grandísimo director e imponía un gran respeto. Le encantaba hacer muchas bromas durante el rodaje, tomaba algo de la escena y lo sacaba, decía "¡acción!" y luego interrumpía para preguntar dónde estaba el objeto que había sacado, "¿y dónde está lo que estaba aquí?". Era muy especial, a menudo uno se encuentra con directores que son banales, porque no todos son poetas ni grandes artistas, ¡no por ser director necesariamente se es un gran artista!

El fantasma de la libertad

Asti afirma estar muy contenta de conocer Chile, y está ilusionada con poder volver: un festival de cine local la estuvo sondeando para traerla de vuelta como jurado, ocasión que aprovecharía para cumplir dos grandes sueños: conocer Isla de Pascua y la Patagonia. Y además del teatro, siempre está dispuesta a actuar en nuevos largometrajes: el más reciente es el nuevo trabajo de André Téchiné, Impardonnables, donde actúa junto a André Dussollier, Carole Bouquet y Mélanie Thierry: "Se estrenará este año, es la primera vez que trabajo con Téchiné, es un gran director, muy refinado y típicamente francés; también es un hombre difícil, un poco misterioso (se ríe), no es muy abierto, tiene muchas dudas y se guarda muchas cosas en su interior. Esperemos que sea una bonita película".

-¿Ve películas, va al cine?
-Sí, como vivo en París puedo estar actualizada con los nuevos estrenos, pero no encuentro demasiadas películas memorables. Además, por el teatro no tengo tanto tiempo, este trabajo es muy absorbente, no se puede ir tanto al cine. Eso sí, puedo decir que tengo un mito, un director que me gusta más que nadie: Woody Allen. Daría lo que fuera por trabajar con él, sus películas son maravillosas. La última vez que lloré, hace pocos días, fue una noche en un cine en París viendo una vez más Manhattan, con la escena en que empieza a pensar en cosas por las que vale la pena vivir la vida… ¡y no suelo llorar en el cine! Así que si ve a Woody Allen, ¡dígale que quiero trabajar con él! (se ríe).

-¿Y sigue en contacto con Bertolucci?
-¡Sí, somos muy amigos, hablamos siempre! De hecho, está celoso de Woody Allen, es muy envidioso de los otros cineastas (se ríe).

-Ojalá algún día vuelva a dirigir alguna película, no ha estrenado nada desde "The Dreamers"…
-Imposible, está muy mal, está en silla de ruedas… ¿no lo sabía? Lamento darle la mala noticia…

Bertolucci en el Teatro Verdi de Gemona del Friuli (Italia) el 9 de febrero de 2011

-Quizás podría aún filmar algo…
-Tendría que ser un rodaje muy pequeño, algo en tono menor. (N de la R: A raíz de distintas operaciones en su espalda en los últimos años, Bertolucci debe andar en silla de ruedas, pero en una entrevista a fines del año pasado con motivo de una retrospectiva-homenaje en el MoMA de Nueva York, afirmó que tras pensar que su carrera fílmica había terminado por estas complicaciones, está planeando la que será su primera película desde 2003, una adaptación de la novela Io e Te (Yo y tú), de Niccolò Ammaniti, con un guión coescrito por el propio autor de este texto centrado en el paso de la adolescencia a la madurez de un joven que se esconde en la bodega de la mansión de su familia, para aislarse del mundo en vez de irse a esquiar con sus amigos. Lo más sorprendente que se trataría de una cinta en 3D).

-¿Y usted a veces ve las películas del pasado en las que ha actuado?
-No las veo nunca, porque mi pasado me aburre profundamente, me gusta más el pasado de los demás (vuelve a reír).

-Pero es un hermoso pasado…
-Sí, ¡pero es pasado! Yo nunca siento nostalgia, siempre tengo una sensación de interés por lo que viene, nunca por el pasado…

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