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Bertrand Tavernier, conocido en Chile sobre todo por "Todo comienza hoy" -su notable cinta sobre el director de un jardín infantil en un empobrecido pueblo minero del norte de Francia-, se presentó en San Sebastián con "Quai d'Orsay", una divertida sátira política inspirada en un personaje real del gobierno de Jacques Chirac: Dominique de Villepin, un sujeto tan particular que nació para ser caricaturizado.

Por Pamela Biénzobas desde San Sebastián

Una cosa es segura: tras ver Quai d'Orsay, de Bertrand Tavernier, nunca se mirará un destacador amarillo de la misma manera. Y otra cosa es más que probable: pese a lo profundamente francés que resulta la película en su forma y en su fondo, en su mentalidad y en sus gestos, en su anécdota (inspirada de la vida política parisina) y en el origen de su material, podrá gozarse a carcajadas en distintas latitudes. Así lo probó al menos la reacción del público español frente a la adaptación de las novelas gráficas homónimas (en particular el tomo I) de Christophe Blain y Abel Lanzac que se presentó en competencia en San Sebastián.

El versátil realizador de Laissez-passer, Todo comienza hoy y Holy Lola, enfrenta el desafío de adaptar el exitoso cómic que transforma al ex-ministro de Relaciones Exteriores Dominique de Villepin en Alexandre Taillard de Vorms, visto desde el punto de vista de un joven funcionario reclutado para escribir sus discursos: Arthur Vlaminck (Raphaël Personnaz), basado en la experiencia del propio Lanzac (pseudónimo del diplomático Antonin Baudry).

De Villepin, quien más tarde también sería ministro del Interior y Primer ministro, es un personaje bastante singular en la política francesa con sus aires de galán de alta alcurnia y su manera de observar todo desde una altura filosófica aparentemente desconectada de la realidad, pensando siempre desde una perspectiva histórica, con sus citas (y obras) literarias e históricas y sus metáforas que rompen el tono de la actualidad bien concreta, materialista y a menudo sensacionalista, a veces elevando el nivel de la discusión, pero otras cayendo en la caricatura de sí mismo. Es decir, el personaje perfecto para una caricatura, incluso desde el rasgo paradójico que le aporta su reputación de expresarse groseramente en privado.

Quai d'Orsay da un espacio importante en su trama a la preparación del discurso de De Villepin ante la ONU para apoyar la posición francesa contra la intervención en Irak, una alocución que muchos franceses recuerdan bien. También les será fácil reconocer en la evocación del presidente (el inenarrable Jacques Chirac) obsesionado con el destino de "Canela", la última osa originaria de los Pirineos asesinada por unos cazadores, mientras una guerra de proporciones está por estallar.

Quai d'Orsay

En todo caso, si el desconocimiento de los hechos, personajes y formas evocadas por la película –desde el título mismo, pues Quai d'Orsay es sinónimo, para todo francés, de ministerio de RR.EE., como La Moneda designa para un chileno el palacio presidencial– no implica un obstáculo para un público internacional es gracias a que la producción acierta en poner en escena la novela gráfica y no la realidad. Y la obra de Blain y Lanzac había, a su vez, logrado construir ambientes y personajes con vida propia.

La fidelidad de la película a la forma del cómic también la dota de una gran frescura. No se trata de integrar elementos gráficos, sino de respetar la dinámica propuesta por el trabajo original, a través de detalles como la representación audiovisual del torbellino provocado por el paso de Taillard de Vorms, sorprendentemente bien personificado por el actor cómico Thierry Lhermitte (más típico de la farsa). El resto del casting es igualmente sólido, resaltando la excelente elección de Niels Arestrup (Un profeta, El latido de mi corazón) para el rol del jefe de gabinete Claude Maupas, en un registro totalmente inhabitual en su filmografía.

El equipo encabezado por Tavernier, Lanzac y Blain (quienes coescribieron el guión) logra con Quai d'Orsay una película deliciosamente graciosa y gratamente inteligente sobre los entresijos del poder.

 

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