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Padre Hurtado

'Cine y moral' del padre Hurtado El lado B del santo chileno

El reciente canonizado beato nacional es una de las figuras más respetadas de la iglesia en Chile. Su trabajo por los más pobres y su lucha por la formación del sindicalismo le dieron fama de progresista. Por eso el siguiente texto puede resultar sorprendente porque mientras guardaba ideas de avanzada en lo social, su relación con las artes y el cine en particular es en extremo conservadora. Publicamos algunos extractos de "Cine y moral: el biógrafo, su influencia psicológica y moral en la niñez y adolescencia", editado en 1943, cuando el sacerdote se desempeñaba como Asesor Nacional de la Asociación de Jóvenes Católicos.

Por Alberto Hurtado Cruchaga

Texto completo en memoriachilena.cl

La impresionabilidad del niño y su dificultad para reaccionar ante el ambiente es grande a pesar de la apariencia en contrario. El niño está profundamente convencido que todo lo que sucede es natural por el solo hecho de suceder. Puesto en un ambiente en que el egoísmo, la mentira, el fraude, están admitidos como criterio social, se adaptará sin dificultad a este criterio y le costará mucho captar los deberes de justicia y caridad, la caballerosidad, el respeto, el desinterés. Una prueba fácil de esta observación es el ambiente de "curso" que se forma en los colegios: hay cursos dados a "la tanda", otros al trabajo escolar, otros deportistas, otros apostólicos, otro en que el ambiente de trampas predomina. Esta constatación evidencia la influencia del ambiente que ha modelado así los cursos y nos permite apreciar cuán pernicioso será introducir al niño en una atmósfera de farsa social de crímenes y violencias, realzada por el arte escénico y la música. Ese ambiente de vivir habrá de parecerle normal. Si los adultos no escapan a la influencia tiránica del diario, ¿cómo escaparán los niños a la influencia mil veces más tiránica del diario vivido que es el biógrafo?

Portada del libro

Por esta razón los educadores unánimemente condenan las representaciones de crímenes, como las novelas policiales, que habitúan al niño al ambiente de violencia. En esta materia como en la instrucción moral no conviene insistir demasiado en los cuadros de pecado y de mal, pues dan a entender a los tentados que están en numerosa compañía y que después de todo el crimen no es tan horrendo cuando se comete todos los días. La virtud no se aprende viendo el vicio (…) ¡Cuántos intentos de suicidio, cuántas hordas de bandidos, cuántas vidas amargadas, han tenido su origen en una sesión de cinematógrafo!

Un daño no menor del biógrafo es el ataque que realiza contra la capacidad de atención interior. En el biógrafo todo es exagerado para atraer la atención exterior. Los gestos son realizados brutalmente; las imágenes se mueven con rapidez y se suceden en escenas contradictorias. Las emociones, que en la vida ordinaria tienen una intensidad normal, en el biógrafo son exageradas al extremo para poder interesar: a un cuadro placido ha de suceder una escena que amenaza destruir aquel encanto; el amor y el odio se suceden con segundos de diferencia para volver a aparecer y hacer vibrar al espectador en la forma más intensa. Si pudiéramos inscribir las reacciones nerviosas del joven espectador podríamos comprobar al terminar una sesión cinematográfica, las mismas alteraciones variadísimas e intensas que marca un sismógrafo en los momentos de un terremoto.

La emotividad del niño queda entregada a imágenes profundamente perturbadoras que, lejos de fomentar la espontaneidad de su proceder, la destruyen. El cliente habitual del biógrafo no procede por motivos interiores sino movido por el torrente de imágenes que ha recibido del exterior, contra lo que pide la naturaleza que desarrolla un plan de actividad ordenado a la formación gradual de la persona (...) Tampoco es verdadera la vida que ordinariamente se describe. ¡Cuánto espectáculo de vivir fácil, alegre, elegante, donde el esfuerzo parece desaparecer, crea en los cerebros jóvenes, irrealizables esperanzas y en otros, odios amargos, envidias profundas, tomando por una realidad lo que no es más que fruto de la pantalla! Creemos poder afirmar que una desorientación bastante frecuente en nuestra época sobre el verdadero sentido del amor, sobre la noción del deber, sobre la lucha diaria de la vida, obedece al falso concepto de la vida que engendra el biógrafo. ¡Cuántos jóvenes trepidan en el matrimonio porque creen que no aman, ya que no aman como se ama en el biógrafo!

Baby Doll (1953), prohibida por la Legion

Muchas cintas hay de un realismo crudo por sus imágenes sensuales, provocativas, estudiadas para producir un efecto libidinoso y que pretenden atraer excitando las bajas pasiones. ¡Cuánto cieno se echa a las almas puras de los niños en el biógrafo y cómo se resuelven esas conciencias que ya sufren los primeros aletazos de la pubertad! Los solos avisos de los diarios son un suficiente testimonio de lo repugnante de ciertas películas. Muy fresco está en la mente de todos el escándalo horrendo –del cual son gravemente responsables las autoridades- de tolerar películas como la reciente cinta nudista que se ha pasado en rotativa permanente en uno de los teatros de Santiago, que por ese solo hecho merecería el boicot de todos lo que precian llamarse católicos. Asistir a películas de esa especie es pagar dinero al demonio para que realice su obra nefasta de perdición de almas, y ¡cuántos católicos han pagado esa contribución a Satanás!

El desborde de sexualidad de nuestra época se debe en gran parte al biógrafo que "erotiza el sistema nervioso" según frase de Marañón. Los que conocen de cerca la juventud saben cuántas inocencias han sido perdidas en el biógrafo, cuántos pecados de origen de una cadena ininterrumpida, han comenzado después de una sesión de cine (…). Incluso en el crimen, el cine tiene notable influencia. El número de jóvenes delincuentes han aumentado notablemente estos últimos años. En Francia casi se duplicó en doce meses, y el Procurador de la República lo atribuía en gran parte al biógrafo.

La solución del alejamiento total del cine que en sí es la más lógica, ¿es posible? No negamos su gran dificultad. En las grandes ciudades la vida está organizada en forma que casi no hay entretenimientos y, ¿qué van a hacer en las largas tardes del Domingo, sobretodo en un día de lluvia? Por otra parte el biógrafo ha entrado tan adentro en el ambiente moderno que parece imposible luchar contra él, ¿qué hacer entonces?

La vida de hogar intensamente vivida en un ambiente de agrado, con diversiones íntimas de familia, en compañía de amigos, puede ofrecer un ambiente que compense ventajosamente al biógrafo. Pero ¡qué difícil es que haya hogar en los departamentos: "los conventillos de los ricos"; o en los colectivos, los departamentos de los pobres, que tanto trata de meternos el marxismo enemigo de la familia!… Allí donde los unos estorban a los otros, el biógrafo es la gran solución, para los niños que estorban y meten ruido, para los jóvenes que se aburren y no encuentran paz por el ruido de las visitas… En nuestros antiguos y tradicionales hogares donde hay espacio y aire, aunque haya frío…allí puede haber una vida de hogar que atraiga y recree y no haga necesario el cine.

Mural con lista de cintas censuradas

Muy oportuna nos parece la idea de imitar entre nosotros una organización semejante a la Legion of Decency, aunque sabemos de antemano los escollos que opondrá a esta obra nuestra inconsciencia y volubilidad. No se trataría de pedir al cine que haga propaganda religiosa, pero le pediríamos un biógrafo que corrija el vacío espantoso de ideas, la anemia intelectual, que no exalte el vicio, que los personajes simpáticos piensen y obren en conformidad con la moral cristiana y que en los papeles reprobados se abstengan de presentar el mal en forma que levante pasiones o incite, a imitar esos personajes, finalmente, que en la pantalla la vida religiosa ocupe un sitio igual al menos al que ocupa en la vida normal de los hombres de nuestro tiempo (…). Esperamos que pronto la Acción Católica emprenda la Cruzada de la Liga de la Decencia y ese momento encontrarnos a todos dispuestos a formar parte de ella y a trabajar ardiente y sacrificadamente por su extensión.

Los jóvenes que quieran unirse a ellos podrían hacer la siguiente promesa: "Yo… en presencia de Dios Todopoderoso e invocando el auxilio de mi Madre la Virgen María, del Ángel de mi Guarda y de mi Santo Patrono, me enrolo en la cruzada de la santa pureza, y en lo que respecta al biógrafo respetaré la censura de la Acción Católica (…) ¡Jesús, mi jefe, me ayude a cumplir esta promesa!".

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