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Film Estreno

Domando nuestro humano interior El niño y la bestia

Por Pamela Biénzobas

La vida sería mucho más simple si las emociones y los conflictos se presentaran uno a uno y no en un permanente y complejo lío, sobre todo en el huracán de la infancia y adolescencia. Construir y desplegar un relato que refleja esa complejidad, manteniendo una hábil apariencia de candidez y simpleza, es uno de los grandes aciertos de Bakemono no ko (El niño y la bestia), en la que Mamoru Hosoda regala una mirada agridulce de la experiencia de crecer y vivir.

A través de una profusión de símbolos y de metáforas –universales (las tinieblas), literarias (Moby Dick), culturales (la figura del oso en el imaginario japonés), y un largo etcétera–, la nueva película del autor de Su Ookami kodomo no Ame to Yuki (Los niños lobo Ame y Yuki, 2012) sigue recurriendo sobre todo a la animalidad para hablar de la humanidad. Pese a centrarse en individuos y en particular en sus relaciones bilaterales (como lo subraya el título internacional), el film no hace abstracción de la sociedad. Al contrario, le da un rol determinante no sólo como contexto sino, con sus estructuras y códigos, como fuente importante de conflictos internos, en el paralelo entre Shibuya (efervescente municipio de Tokio) y el universo fantástico de seres zoomórficos de Jutengai. Y esa importancia se refleja también en la magnífica visualidad, y el cuidado, detalle y profundidad de campo con que los dos espacios están dibujados.

Es el pequeño Ren quien transita entre los dos mundos, tras pasar del primero al segundo, y más tarde conseguir navegar entre los dos. Tras la muerte de su madre, el niño es confiado a una familia adoptiva, pero se niega a irse como un huérfano, soñando con que su padre –separado– vuelva por él. Así acaba vagando por las calles de la gran ciudad, donde es descubierto por Kumatetsu (con la voz de la estrella Kôji Yakusho, de Ichimei, Tokyo Sonata, La anguila…), una bestia entre las bestias, en busca de un discípulo.

El osuno Kumatetsu es el más fuerte de Jutengai, pero su fuerza es bruta, como él. Cuando el sabio y benévolo Señor anuncia que pronto (en un concepto bien relativo del tiempo) se retirará y habrá que designar a su sucesor, la bestia decide presentarse, desafiando al candidato natural Iozen: distinguido, respetado, seguido por cientos de discípulos. El Señor determina que un combate entre ambos decidirá al vencedor, pero pone una condición a Kumatetsu para poder competir: tener un discípulo. Así es como el niño sin padre se encuentra frente al adulto sin hijo.

El relato iniciático y de aprendizaje, teñido de película de acción y artes marciales, no sólo concierne a Ren, que ahora se llama Kyuta ("9" como sus años al llegar a Jutengai), en su entrenamiento, con pasajes que recuerdan a Karate Kid. Kumatetsu, que como más tarde nos enteramos nunca tuvo un maestro, recorrerá tanto como el niño durante los años que pasan juntos. En los distintos caminos de vida, con sus meandros y grietas, que se siguen en El niño y la bestia, la principal herramienta para avanzar es la transmisión, que se opone como un progreso frente a la simple imitación, y que requiere el dominio de la adaptación.

Llegado a la adolescencia, Kyuta volverá a Shibuya, primero por casualidad y luego alternando de manera voluntaria. Allí se encuentra con Kaede, la chica buena, estudiosa, hija obediente, pero que ante todo es una persona bella e inteligente ansiosa por ser autónoma y vivir su vida libremente. Además del cariño y la atracción erótica, Ren/Kyuta descubre gracias a ella la literatura (y en particular "Moby Dick"), la sensibilidad artística y el aprendizaje intelectual. Pero por supuesto que surgen otros desafíos en Jutengai, y si Kyuta no logra domar sus zonas más oscuras, expone a todo el mundo (los mundos) al desastre.

El giro que le da El niño y la bestia a la clásica metáfora de la bestia es mostrar al humano en la posición del otro, del extraño del que se desconfía y sospecha (pues "las almas de los hombres esconden tinieblas") en una sociedad de animales. Pero es justamente en contacto con este pequeño salvaje (el niño) que el más salvaje de los miembros de la ciudad de las bestias sacará lo mejor de sí mismo para provecho de toda la animal/humanidad.

Bakemono no ko
Japón, 2015
Dirección:
Producción:
Guión:
Arte:
Montaje:
Música:
Animación:
Duración:
Mamoru Hosoda
Daisuke Kadoya, Seiji Okuda, Yuichiro Sato
Mamoru Hosoda
Yôichi Nishikawa, T.Omori, Y.Takamatsu
Shigeru Nishiyama
Masakatsu Takagi
Tatsuzou Nishida, Takaaki Yamashita
119 minutos

 

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