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Aventuras y desventuras de Tintín Mi querido racista
Este jueves 5 de enero se estrena el primer filme animado de Steven Spielberg: Las aventuras de Tintín. El clásico comic belga leído y releído en el mundo entero desde 1929 tiene una nueva oportunidad en el cine tras varias mediocres adaptaciones cinematográficas. De la mano de Spielberg, Tintín es una divertida aventura desprovista de las lecturas políticas que tanto atormentaron a su creador Hergé, acusado permanentemente de racista y xenófobo. Bérangère Morucci, etnóloga y geógrafa francesa, conoce a Tintín desde niña, pero acá nos cuenta -revisando la historia del comic y su autor- del contradictorio aprecio y desilusión que siente por el personaje.
Por Bérangère Morucci
Me codeé con Tintín toda mi infancia. Recorría los álbumes antes de saber leer, soñando frente a los dibujos que ponían en escena al pequeño reportero. Sus aventuras (en América, en Perú, al fondo de los océanos y hasta en la Luna) alimentaban mi imaginación y mis ganas de viajar. Hasta fue la base de mi vocación (fracasada) de periodista, transformada más tarde en la de etnóloga y geógrafa.
Pero no era la única. Por el contrario, en casi en todos los hogares franceses encontrábamos uno o varios álbumes de Hergé, su creador. Tintín era un clásico, un libro imprescindible en la biblioteca familiar de clase media. Su popularidad lo hacía un celebrado regalo de cumpleaños o de Navidad. Siempre nos complacía recibir un ejemplar de Tintín como Objetivo: la Luna o El tesoro de Rackham el Rojo. Cada familia siempre tenía entre sus filas un tintinófilo que transmitía a los más jóvenes su pasión. Pero en mi casa no pasaba nada de esto: los comics eran considerados por mis padres un género vulgar, subliteratura que no tenía ningún valor. Por eso pasaba días enteros leyendo Tintines en la biblioteca municipal o buscaba donde mis primos los álbumes prohibidos. Qué alegría el día en que descubrí en un baúl de la casa de una vieja tía en Bretaña toda la colección de Quique y Flupi y Jo, Zette y Jocko, otros héroes inventados por Hergé, y claro... Las aventuras de Tintín, escondidas en el fondo. Así las que eran unas aburridas vacaciones lluviosas (Bretaña es una provincia francesa al oeste, muy húmeda) se transformaron en una ensoñada diversión gracias a la lectura intensiva de los viejos álbumes.
Tintín formaba tanto parte de mi cultura que jamás habría pensado criticar a su protagonista, el avezado periodista belga Tintín, mi héroe, ni interrogarme sobre su comportamiento. Podía ser demasiado serio, no tener ni el más mínimo sentido del humor, pero Tintín era ante todo valiente, leal, inteligente, y salvaba el mundo de las injusticias y los peligros de todo tipo.
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| Tintín en el Congo |
Mi cambio de mirada sobre el héroe de Hergé tiene fecha. Siendo adolescente mi profesor de historia en el colegio me asignó una tarea sobre la descolonización de los imperios europeos en África. "Y no olvides releer a Tintín en el Congo" me dijo medio en serio medio en broma. Pero seguí su consejo, muy en serio. Y allí, bajo la influencia de las últimas lecciones de historia, mi lectura cambió totalmente. No vi más al intrépido reportero sino a un tipo soso, infantil, racista y arrogante. Las aventuras de Tintín representaban al Occidente moral, católico, imperialista y colonizador. De ahí, comencé a informarme sobre Hergé (cuyo verdadero nombre era Georges Prosper Rémi), y descubrí que había sido colaboracionista durante la ocupación alemana. Parecía lógico entonces interrogarme más sobre la puerilidad del héroe y de su polémico autor.
En 1925, a la edad de 18 años, Hergé se integra a Le Vingtième Siècle (El siglo veinte), diario ultraconservador y anticomunista que se define a sí mismo como "periódico católico de doctrina e información". Comienza como un simple empleado de suscripciones, para luego, en 1927 –tras cumplir su servicio militar-, reintegrarse como aprendiz de fotógrafo e ilustrador. Rápidamente se gana la confianza de su director el abad Norbert Wallez, clerical y nacionalista, gran admirador de Mussolini y virulento anticomunista, que le confía la responsabilidad de un nuevo suplemento para la juventud en 1928 llamado Le Petit Vingtième (El pequeño veinte) que sería en principio el periódico para el cual trabajará su personaje Tintín.
Tintín nace en 1929. La primera aventura del joven héroe reportero transcurre en Rusia: Tintín en el país de los Soviets, un encargo de Wallez, como propaganda anti bolchevique. La única documentación que tiene Hergé consiste en un libro panfletario escrito por un ex cónsul belga en Rusia, Moscou sans voiles: Neuf ans de travail au pays des Soviets (Moscú sin velo: nueve años trabajando en el país de los soviets, de Joseph Douillet, 1928). El personaje se vuelve rápidamente popular, y el abad organiza su "regreso" desde Rusia en una estación de Bruselas. Del tren baja un joven actor en el rol del reportero, vestido con pantalón de golf, el pelo engominado y un mechón remolinado. La muchedumbre aclama al nuevo héroe cuya carrera de estrella acaba de ser lanzada.
Tras el éxito, el abad encarga a Hergé un nuevo comic para valorizar la acción evangelizadora de los misioneros en África, y nace Tintín en el Congo en 1930. El álbum es una mezcolanza de clichés sobre la África negra que hasta hoy es catalogada como el más racista de sus capítulos(1). Descubrimos a un Tintín cazador (por lo menos mata fusil en mano a quince antílopes, cinco cocodrilos y un elefante –al que se suma un rinoceronte que hace estallar con dinamita-), ladrón de marfil, católico (rezando por el alma de sus enemigos) y maestro colonialista (enseñando la historia de la "madre patria" Bélgica a los pequeños colonizados), etc. Todos los negros sin excepción hablan petit-negre (francés mal hablado, sin gramática) y son extremadamente ingenuos e infantiles.
Respecto al racismo del álbum, Hergé diría: "Sucede que yo era alimentado por los prejuicios del medio burgués en el cual vivía (...). Era 1930. Conocía este país sólo a través de lo que la gente contaba en la época: ¡Los negros son grandes niños!, ¡Afortunadamente para ellos estamos allí!, etc. Y dibujé a estos africanos según aquellos criterios, en el espíritu puro y paternalista de esa época en Bélgica".
Cuando Hergé pasa el álbum al color (en 1946) aprovecha para modificar algunos detalles. Así la lección de historia y geografía pasa a ser una lección de cálculo, una materia aparentemente más neutral. A pesar de eso, el carácter racista y los estereotipos permanecen: los escolares negros no saben contestar a la pregunta del maestro Tintín "¿cuánto es dos más dos?" .
Pero Hergé no era indiferente a la crítica de sus álbumes, y se da cuenta que necesita mayor información sobre las historias en las que trabaja. En 1934, Hergé traba amistad con Tchang-Tchong-Jen, un estudiante chino de bellas artes, quien le ayuda a ilustrarse para su proyecto de álbum en Oriente. El resultado de esta colaboración es El Loto Azul, el quinto álbum de la colección. Marca un cambio radical en su obra gracias a la precisión documental. Es el álbum más próximo a la realidad de la época.
"Es a partir de aquel momento que me eché a investigar, a interesarme verdaderamente por la gente y los países hacia los cuales enviaba a Tintín, a preocuparme honradamente por los lectores que me leían" dice Hergé.
El héroe también cambia adoptando un comportamiento anticolonialista. En una viñeta,Tintín se interpone cuando un blanco golpea a un conductor de rickshaw (coche de dos ruedas arrastrado por una persona): "¡Bruto! Su comportamiento es indigno de un caballero". Son ahora los enemigos de Tintín quienes profieren insultos racistas.
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| Tintín en el diario colaboracionista nazi Le Soir |
Después de la invasión alemana de Bélgica y durante 4 años (de 1940 a 1944), Hergé va a publicar su trabajo diariamente por Le Soir (La Tarde), periódico dirigido por un grupo de colaboracionistas nazis. El periódico –renombrado como Le Soir Volé (La Tarde Robada) por la Resistencia y sus simpatizantes- tiene un tiraje de 300.000 ejemplares. Para evitar la posibilidad de la censura, las aventuras de Tintín se alejan por un tiempo de la actualidad. Los álbumes La estrella misteriosa, El secreto del unicornio y El tesoro de Rackam, el Rojo son cuentos puros de aventura sin lecturas políticas conflictivas (anotemos que Spielberg se inspiró justamente en los dos últimos álbumes para la realización de su película). Esto no impedirá a Hergé ser acusado de colaboracionismo después de la liberación del país. Estuvo detenido cuatro veces (aunque pasó una sola noche en prisión), pero protegido por su popularidad y el carácter ingenuo de su héroe, siempre fue absuelto. Será, sin embargo, condenado a dos años de silencio, privado de publicar, tiempo que aprovechó para terminar Las siete bolas de cristal que había comenzado a circular durante la guerra.
Sin embargo, en la posguerra, en 1946, Hergé vuelve al primer plano con la salida del semanario El periódico de Tintín. La revista será publicada en varios países francófonos (Canadá, Francia, Suiza) y asegurará al comic un público internacional. Pero es sobre todo en forma de álbum encartonado que se transmitirán las aventuras del reportero, publicados por la editorial belga Casterman. La fama de Tintin irá siempre in crescendo hasta finales de los 80. En 1969, Charles de Gaulle, el popular presidente de Francia, dirá a su ministro de cultura André Malraux: "Mi único rival internacional es Tintín".
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| Stock de coque de 1958 (izq) y 1967 (der). Hergé cambia "bwana" por "siñor", pero en francés el lenguaje general sigue siendo petit-negre. |
Pero Hergé no puede dejar atrás los principios que han inspirado sus primeras aventuras cargadas con su pensamiento político. En 1958 aparece el álbum decimonoveno de Tintín, Stock de Coque. Esta vez el héroe se aventurará en el Medio Oriente y luchará contra el tráfico de esclavos. A pesar de esta noble ambición, Hergé será imputado nuevamente de racista en un artículo de la revista Jeune Afrique (revista política de referencia del continente africano) en 1962. Afectado, pero rechazando la acusación, reescribirá una parte de los diálogos en una nueva edición de Stock de Coque en 1967. Su defensa ahorra comentarios: "¿Me reprochan hacer hablar a mis negros en petit-negre? ¿No? ¡Que eso me convertía en un completo racista! En la nueva versión de la historia, los hago expresarse como en las novelas traducidas por los americanos (…). Pero el estilo es completamente convencional y poco conforme con la realidad. ¿Pero cómo hacer para dar la impresión de que estos negros hablan como negros?".
Después del episodio Jeune Afrique, Hergé decide de nuevo alejar a su héroe de la actualidad política. Sus aventuras hasta finales de los años 70, lo muestran más sereno, menos atraído por los viajes (Las Joyas de la Castafiore se desarrolla totalmente en el castillo de Moulinsart) y espiritual: en su viaje en el Tíbet (Tintín en el Tíbet) se abre plenamente al respeto de las diferencias, hasta hacernos simpático al Yéti. Antes todo lo distinto era extraño e incomprensible, y ahora puede sentir afecto hacia el más monstruoso de los seres.
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| Hergé |
En su último álbum completo (el 23) publicado en 1976, Tintín y los Picaros, Tintín se frota de nuevo con la política, y va a tomar partido nada menos que por los guerrilleros (Hergé se habría inspirado allí, entre otras causas, a la de los Tupamaros uruguayos y a la de los barbudos cubanos). Pero sentimos al autor y su héroe resignados: nada verdaderamente cambiará en Tapioca ni en San Theodoros, los países ficticios donde transcurre la historia. La policía militar todavía actúa con dureza tras de la salida del héroe, y el pueblo sigue sufriendo miseria y opresión. Tintín es más pasivo, se niega primero a lanzarse a la aventura y deja ir sólo el capitán Haddock y al profesor Tornasol. Tiene pegada una insignia de paz en el casco de su motocicleta, viste de jeans, practica yoga, y ya no vive en su clásica dirección (26, rue du Labrador en Bruselas) sino que en comunidad en el castillo de Moulinsart con sus amigos. El personaje evoluciona con su tiempo, es espejo de su época y también de su autor. Así la búsqueda espiritual de Tintín en el Tíbet correspondería a una depresión de Hergé.
Tintín es un héroe neutro, casi vacío. No tiene ningún rasgo particularmente notable. Es inteligente e invencible (siempre gana, jamás fracasa), casi irreal: no tiene familia, edad indeterminada, físico adolescente, comportamiento adulto y completamente asexuado. No se le conoce ningún romance, lo que inspiró toda una literatura sobre su potencial gay.
Tintín es el personaje ideal para que cada lector –como dice la propaganda de la editorial Casterman "de 7 a 77 años"- pueda reconocerse y proyectar sobre él sus propios sueños de evasión y de aventuras. Yo sigo leyendo a Tintín con gusto, en búsqueda de recuerdos de infancia que me trae el universo del reportero y de sus simpáticos y extrovertidos amigos. La historia ya no tiene tanta importancia, y me conozco varias casi de memoria. Pero descubro en cada lectura detalles de una época, de un país, de una situación geopolítica compleja. Sin duda, Tintín tiene varios niveles de lectura. Su subtexto racista y prejuicioso, que afortunadamente Hergé fue apaciguando con los años, es uno de ellos. Pero su encanto y magia siguen conquistando.
Fuentes
- Le Monde d'Hergé, Benoît Peeters, Casterman, 1983.
- Diccionnaire de la Bande-dessinée, Henri Filippini, Bordas, 1989, París.
- L'encyclopédie des B-D, Albin Michel, 1986.
- Guide de la B-D, Glénant, 1986.
- Entretiens avec Hergé, Numa Sadoul, Ed. Casterman, 1983.
- Jeune Afrique.
- Tintin au Congo, Le Lotus Bleu, Tintin et les Picaros, Le Trésor de Rackam le Rouge, Le Secret de la Licorne, Les Sept boules de cristal, Tintin au Tibet.
(1) La Comisión Británica por la igualdad racial estimó en el 2007 que Tintín en el Congo está lleno de prejuicios hacia el pueblo congolés y de diálogos discriminatorios. Varias librerías, sobre todo en Estados Unidos, cambiaron el álbum de la sección juvenil a la adulta, o la retiraron directamente de la venta. En 2009, un ciudadano congolés residente en Bélgica llevó a la justicia una demanda para prohibir la venta del álbum, una acción judicial aún sin éxito.
- > jorge llanque ferrufino dijo: 20 de Febrero de 2013 a las 20:01
- Algo que generalmente no se toma en cuenta cuando se lee historietas es el profundo cambio o mantenimiento de pautas y patrones culturales en un pueblo o naciòn, me encanto el analisis de la Dra. Morucci, ya que muchos no generan ese analisis, historico, contextual y dialectico...
Asi como Tin Tin hay muchas otras historietas que han generado un imperialismo cultural.
seria bueno tener un acceso en facebook



