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La inédita nominación de NO al Oscar ¿La alegría llegó?
Una ola de patriotismo insufló el alma nacional. Por primera vez en nuestra historia una película chilena se alzaba en el mayor olimpo cinematográfico: NO quedaba entre las cinco candidatas a mejor película en lengua extranjera de los premios de la Academia norteamericana. Una cumbre más para nuestra pequeña y mezquina estantería de hitos nacionales, pero ¿hay razones para alegrarse? ¿Ganamos todos? ¿ganó Pablo Larraín? ¿ganó el cine chileno?
Por Lídice Varas
Durante la mañana del 10 de enero, cuando se dieron a conocer las cintas seleccionadas a los premios Oscar, las redes sociales ardían para comentar la noticia: una película chilena estaba por primera vez nominada a los premios más importantes del cine. Los comentarios hablaban de lo significativo que es para la imagen país, el orgullo patriota y un largo etcétera de felicitaciones. Pero hubo una me llamó la atención, porque no fueron poco los que relacionaron ambos eventos, en twitter alguien decía que la nominación de NO, emocionaba tanto como el cetro de la Bolocco en el Miss Universo. Esa primera frase tenía un dejo de ironía, pero con el correr de las horas muchos otros comentarios mezclaban los dos episodios como si fuesen triunfos de un país entero.
El ministro de cultura envío una declaración pública afirmando que "la nominación de NO se da en un momento histórico del país en que tenemos una industria que se acerca a estándares internacionales". El diario La Segunda tituló en portada con sus clásicas letras rojas: "Por primera vez una película chilena es nominada a los Óscar" y otros sacaron noticias recordando que además de NO, otro chileno estaba nominado, Claudio Miranda, el director de fotografía de Life of Pi, de Ang Lee; y que no era "nuestra" primera vez, pues Littín estuvo muy cerca de lograrlo (aunque corrió por México y Nicaragua) y que Alejandro Amenábar –que nació en Chile pero su pasaporte es clarito de nacionalidad española- se alzó con la estatuilla en 2005 por Mar Adentro.
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Chechi y el tío Oscar |
Como suele suceder, la nominación de NO despertó el nacionalismo puro y duro. Muchos compartieron el orgullo de un cine que está cada vez mejor, como si el logro de Larraín fuese producto de una política pública de incentivos a la creación cinematográfica. A mi también me dio alegría, tengo que reconocerlo, y eso que la cinta estuvo lejos de ser una de mis favoritas del 2012, pero no puedo afirmar con tanta patudez que su nominación es un hito nacional. No se puede cuando las cifras de asistencia al cine chileno bajan cada año, cuando las películas no alcanzan a durar una semana en cartelera o cuando se le quita el apoyo estatal a salas que destinaron pantalla al cine chileno de forma exclusiva, como le sucedió a BF Huérfanos (aunque en esas incoherencias del sistema, la distribuidora BF –los mismos administradores de esa sala- acaban de recibir 180 millones de pesos para el "consumo de cine chileno en salas comerciales").
El éxito de NO, es producto del esfuerzo y la gestión de Fábula, su casa productora, pero no de un país, por mucho que el ministro de cultura afirme que "esta es una película que apoyó el Fondo Audiovisual del Consejo de la Cultura". El mismo caso de chauvinismo es lo que sucede con Stefan vs. Kramer, de Sebastian Freund y Eduardo Prieto, cuya taquilla ha sorprendido a tal punto que sus números se usan para dar cuenta de la buena salud del cine nacional. Pero no se puede sumar el palo al gato que dio la película del humorista a la cifra total de espectadores del año para decir que la audiencia del cine nacional del 2012 es la mejor de la década, a sabiendas de que Kramer es un fenómeno que excede lo cinematográfico.
El año pasado hubo 28 estrenos nacionales. NO, con 230.000 espectadores, fue la segunda cinta chilena más vista después de Stefan vs. Kramer que superó los dos millones de espectadores. ¿Qué pasó con el resto? ¿Qué pasó con cintas que además de la buena recepción de la crítica sumaron importantes premios internacionales?
Muy poco. Porque a pesar de la alegría nacional que dejó entrever la nominación a los Oscar, el público a la hora de elegir, prefiere mayoritariamente evitar el cine chileno. Por eso las películas nacionales han tenido que tomar otros caminos para su distribución y exhibición como el caso de José Luis Torres Leiva que optó por estrenar Verano en una sola sala y fuera del circuito de los grandes complejos, o Educación Física, de Pablo Cerda se estrenó exclusivamente online a través del sitio www.cinepata.com de manera completamente gratuita.
Decir que "el cine chileno es malo, fome, lento" es un lugar común que ya está en retirada. Creo que, aunque las cifras reales no lo avalen, está más que clara la diversidad y la calidad de las apuestas nacionales. Lo que queda ahora es que éstas puedan competir de igual a igual con el resto de la oferta, para que el público pueda decir, con el producto ya visto, si tal cinta es buena o mala. Solo así podremos sentir estos triunfos como propios, no porque sean más, si no porque están dadas las condiciones para que haya más producción, las cintas puedan permanecer en cartelera tiempo suficiente, haya mejor promoción y las personas elijan de la oferta a una película chilena porque quieren ver una buena historia.
- > Juan Perez opina dijo: 14 de Enero de 2013 a las 13:47
- Interesante artículo. Efectivamente, Fábula ha hecho una gestión importante para distribuir y posicionar NO en festivales internacionales. Por otro lado, creo que la película de Pablo Larraín ha cosechado elogios y galardones, en particular está postulación al Oscar, principalmente por razones extra-cinematográficas.
Ha sucedido con muchas películas extranjeras que son postuladas o consiguen premios cuando narran un episodio dramático de la historia de su país. Obras menores que tratan sobre dictaduras, guerras, exterminios, etcétera (el Holocausto, Vietnam, etc.). De cierta manera, en el criterio de los jueces se termina imponiendo algo como “premiar el dolor de ese país” por sobre los méritos del film mismo. Es decir, toma más importancia el tema o trasfondo del film cuando debiera evaluarse el total de la creación.
No es mi intención “chaquetear” el cine chileno. Lo concreto es que vi NO y me decepcionó. Es una película que se apoya excesivamente en el diálogo (desestimando o ignorando un lenguaje más visual) y el material de archivo (la campaña original) . . . piensen ¿cuáles son las grandes imágenes que nos deja esa película? ¿cuáles son sus memorables escenas?. Insisto . . . en vez de sugerir más con la imagen, ésta película opta, mayoritariamente, por decir con la palabra (parafraseando son diálogos como "Los gringos nos están apoyando", "La comunidad internacional tiene puesta sus ojos puestos sobre nosotros", "No conseguimos ni un artista Ministro, están todos con ellos", etc.). La actuación tiene varios momentos de improvisación rasca. Escenas que simplemente no aportan (el personaje de Gael García acostado en el piso con el trencito dando vueltas para que entendamos que reflexiona) o que nos dicen cosas que ya sabemos según la estructura del relato (que en La Moneda después de la primera noche de emisión de la franja televisiva, se reúna el comando del Sí con los militares y digan “Nuestra campaña es una mierda”). También se desperdician momentos claves para construir suspenso (por ejemplo, cuando por la noche, a las afueras de la casa donde se reúnen los creativos de la campaña del No, haya funcionarios de la DINA en vehículos vigilándolos y el protagonista plantea cómo despistarlos). El personaje de Antonia Zegers está mal trabajado. Se impone una dinámica entre ella y el protagonista que es tan poco natural. Además que dicho personaje se "quiebra" por guión” (se muestra incrédula y crítica de la tarea que emprende su ex-pareja y recién hacia el final cambia de parecer sin mayor profundización). La película tiene poquísimas sutilezas, poquísimos matices. Hoy es inaceptable que el audio sea tan precario (entre otras cosas, no hubo doblaje para unos parlamentos que sonaban como murmullos). La fotografía es feita y no me refiero a que hayan trabajado con cámaras antiguas de video (decisión que no comparto, ya que, en cuanto a imagen significó perder profundidad, nitidez y relación de aspecto), sino que, los encuadres están fuera de norma, se les “quema la imagen” (cuando la luz satura y se pierde información), una ejecución muy “amateur” de la cámara (que la venden como “estilo”). En fin. No basta con que la idea sea buena . . . igualmente importante es como se nos cuenta esa idea, esa historia.
Por supuesto, deseo que al cine chileno le vaya bien en elogios y premiaciones, pero que sea por motivo de grandes creaciones. Premiar películas malas no favorece la reflexión de cómo podemos seguir mejorando nuestro cine.
No me odien. Saludos.