Columna Semanal

Otras Columnas

02-10-2016 San Sebastián 2016
Palmarés: De dulce y agraz
22-09-2016 Argentino QL vs la crítica
La conjura de los necios 2 o 3 o 4...
05-09-2016 Gene Wilder (1933-2016)
La sonrisa torcida del Dr. Fronkonstin
29-08-2016 Toni Erdmann, de Maren Ade
Abraza un Kukeri
27-08-2016 Debuta Tornamesa Mabuse
Tócala de nuevo, Bruce

Dark Blood El último viaje de River Phoenix

Este año se cumplen 20 años de la inesperada muerte de una estrella veinteañera: River Phoenix. Con sólo 23 años, Phoenix murió de un ataque cardíaco tras consumir drogas a la salida de una discoteca de Los Angeles el 30 de octubre de 1993. La Berlinale, que se inicia este jueves 7 de enero, mostrará su último y desconocido largometraje que quedó inconcluso tras su muerte.

Por Andrés Nazarala

"La noticia, que se supo en París al día siguiente, no suscitó ninguna emoción profunda: un joven actor de veinticuatro años había muerto. Eso era todo. Seis meses después, se han estrenado dos películas y nos hemos dado cuenta de la enorme pérdida que hemos sufrido", escribió el siempre juicioso François Truffaut a propósito de la trágica muerte de James Dean, ocurrida el 30 de septiembre de 1955. Ese día fue probablemente el inicio de un culto ascendente que consagraría a Dean como un ícono generacional y una leyenda que seguiría reclutando admiradores (como alguna vez dijo irónicamente Tom Waits, el showbiz es la única profesión donde puedes seguir haciendo carrera después de muerto).

Pero cabe preguntarse si el valor de James Dean -más allá de su indudable condición de ícono nato- radica en lo que hizo (apenas tres películas) o en lo que pudo haber hecho si no hubiese perdido la vida. Ciertamente no fue apremiado por el tiempo como Marlon Brando, quien pudo enterrar al galán de Hollywood para enfrentar papeles desafiantes.

River Phoenix en Dark Blood (a la izquierda, la actriz Judy Davis)

Esta contraposición nos lleva a River Phoenix, quien murió joven como James Dean (a los 23 años, de una sobredosis) pero, a veinte años de su muerte, no ha tenido un reconocimiento justo ni ha sido elevado como emblema generacional. De niño estrella y galán hollywoodense, Phoenix emprendió, como Brando, la compleja tarea de enterrar al galán y escapar de las fronteras de la industria para acoger proyectos interesantes... pero la muerte lo alcanzó en medio del cambio.

Este año se cumplen dos décadas de su desaparición y la Berlinale lo homenajeará con la exhibición de Dark Blood, su última película que quedó inconclusa tras su muerte. La cinta -sobre un viudo solitario (Phoenix) que vive en el desierto y secuestra a una pareja de turistas- ya se mostró por primera vez en el festival holandés de Ultrecht en septiembre pasado y fue dirigida por el octogenario realizador George Sluizer que logró terminarla contra viento y marea: literalmente la robó de una bodega donde estaba cautiva en espera de ser quemada tras una disputa legal que no pudo zanjarse entre un banco y una compañía de seguros. Será un recordatorio de su inmenso talento, en medio de tanto olvido, pero también el cierre simbólico de una carrera ecléctica y notable que incluye títulos como Cuenta conmigo (aquella increíble cinta de aventuras de 1986 dirigida por Rob Reiner), Un lugar en ninguna parte (Sidney Lumet, 1988), la subvalorada y crepuscular Una noche en la vida de Jimmy Reardon (William Richert, 1988) y Mi mundo privado (Gus Van Sant, 1991), película que, según la prensa sensacionalista, habría casado a Phoenix con los bajos mundos que lo llevaron a la muerte.

Hace dos años tuve la suerte de ver una instalación de George Sluizer en el Museo Whitney de Nueva York. Era la crónica de un fracaso. Los archivos de Dark Blood desclasificados (escenas del filme, extractos del guión, fotos), coronados con una gigantografía de River Phoenix acostado en el piso, simulando su propia muerte. En ese entonces el director no sospechaba que terminaría el filme y la obra sólo podría concretarse en la virtualidad.

En esa aséptica sala de museo, imperaba el peso de la pequeñez de nuestros planes frente a la inmensidad de los acontecimientos, pero también la incertidumbre por lo que Phoenix pudo haber llegado a ser. Así es la vida. Así es la muerte. Cerrando su filmografía, ahora River podrá al menos descansar en paz.

 

Este artículo aún no tiene comentarios. Puedes ser el primero en comentar.

Nombre
E-mail (no será publicado)
  (Escriba las letras y números que aparecen en el recuadro).
Código de confirmación
Comentario
 
Buscador
Quiénes Somos | Contáctanos