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¿Documental o ficción? Parece una película
La directora brasileña Flavia Castro –cuya ópera prima, Diario de una búsqueda, participó en Fidocs 2011 y obtuvo 12 premios en distintos festivales del mundo como La Habana, DocLisboa, Biarritz, entre otros- fue convocada a realizar junto a varios destacados realizadores latinoamericanos, y bajo la dirección artística general de Gael García Bernal, uno de los episodios de un largometraje financiado por el BID (Banco Interamericano del Desarrollo) sobre la evasión escolar en América Latina. En este texto, publicado originalmente en el diario brasileño Valor Económico, Flavia reflexiona a partir de su trabajo en ese film colectivo –un corto de 10 minutos (con fotografía del chileno Inti Briones) titulado Matemáticas- sobre la cada vez más difusa frontera entre el documental y la ficción.
Por Flavia Castro
Traducción: Arturo Bonhomme
Muchas veces al final de la proyección de mi primer documental escuché frases como: "Wow, ¡parece una película!". Al principio, me sorprendió el hecho de que para muchas personas la palabra "película" se asociara exclusivamente a una obra de ficción. Lo difícil era aceptar que se trataba de un cumplido decir que la película se parece a algo que no es. Esta experiencia con el público me hizo pensar que el eterno debate sobre la frontera entre el documental y la ficción es más rico y más complejo pero no está por acabarse. Más rico porque en el cine contemporáneo ese límite ya no existe, al menos en cuanto a límite. En muchas películas no se puede tener la certeza absoluta qué parte es documental y qué parte es ficción. En los últimos tiempos, las películas que más me entusiasman, tienen en su origen esa libertad de tránsito. Sin embargo, para el público en general, así como para la industria, todavía existe una clara separación entre estos géneros.
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Flavia Castro e Inti Briones rodando Matemáticas en Brasil |
Hace dos meses fui invitada a dirigir un cortometraje en el que, a partir de un tema en particular, me daban la libertad de abordarlo como quería siempre y cuando lo hiciera en cuatro meses. Es poco tiempo para elaborar, preparar, filmar y editar. La primera decisión que tuve que tomar es si hacía un documental o una ficción. Quería las dos. Pero me decido a hacer un documental, en parte porque el tiempo es corto para escribir un guión de ficción. Comencé a investigar. Esbocé una aproximación al tema (juventud y educación) y defino qué es lo que me parece relevante (lo que quiero decir), aunque no tengo la menor idea de cómo hacerlo. Con Julia, mi asistente, empezamos a hablar con adolescentes de todos los rincones de la ciudad para tratar de encontrar el personaje de la película. Julia encuentra a Bruno y graba una entrevista con él. Bruno tiene 15 años y su historia es más compleja de lo que hubiéramos podido imaginar. Tanto mejor para la película.
Trato de crear una estructura para la cinta cuyo hilo conductor sea Bruno. La primera dificultad que surge es: estamos al final del año, las escuelas están de vacaciones y no puedo filmar a Bruno con sus compañeros y en su entorno escolar. Pienso que podría cambiar los escenarios, construir una narración con una voz en off, pero el resultado sería un documental "hablado" en el que el relato de Bruno daría el eje y el sentido de la película. Ese camino no me agrada. Quiero hacer una película de pocas palabras en donde la experiencia del personaje sea transmitido a través de las imágenes y el sonido.
En contradicción con mi decisión inicial, la de hacer un documental, invito entonces a Lucas Paraizo, un amigo guionista, y juntos escribimos un guión inspirado en la historia de Bruno.
Ahora todo es ficción. Pero continúo la investigación como si se tratara de un documental. Consigo visitar la escuela dónde vamos a filmar y mucho de lo que veo y escucho lo incorporamos al guión. Es un momento de alegría: nuestra ficción parece flexible y generosa, aceptando sin problemas, las novedades que la realidad nos ofrece todos los días.
Una vez en el casting para encontrar el protagonista, algunos adolescentes me cautivan por la forma en que se expresan. Me gustaría integrar parte de sus discursos a la película. Como guionista tengo un guión de ficción con un principio un medio y un final y eso me tranquiliza. Pero como directora me siento ambivalente. De la ficción quiero el control pero no sus límites. Me acuerdo de Miguel Gomes, un cineasta que hace películas que me encantan (Aquel querido mes de agosto, Tabú) y que no tiene ninguna preocupación por definir en donde encajan, puede ser una ficción como también un documental. Él dice: "Mi trabajo en el plató es intentar perder el control e inventar una manera para, en el final, recuperarlo".
A medida que el rodaje se acerca, nuevas decisiones se imponen. Todos ellas de alguna manera se relacionan con elegir entre un documental y una ficción. Escogí un actor no profesional para interpretar al personaje principal. No tenemos ni continuista, ni director de arte ni maquillador. "Ah, ¿entonces es un documental?" me preguntarán. Creo que no, a pesar de que gran parte de la preparación de la película ha sido como si lo fuese. Ahora, cuando la película esté lista, si alguien dice "Wow, ¡parece un documental!", cualquiera que sea la intención, lo tomaré como un cumplido.
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