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Adaptando a Cassavetes Sombras holandesas de noche de estreno

En el contexto del Festival de Teatro Santiago a Mil, se presentó este 6 de enero, la obra Opening Night, adaptación teatral del guión original de la homónima e intensa película del cineasta norteamericano John Cassavetes. Una curiosa revisión del director holandés Ivo van Hove, quien confesó que nunca vio la cinta original.

Por Andrés Nazarala

Este 6 de enero, en el marco de Santiago a Mil, se estrenó en Chile la obra "Opening Night", de la compañía holandesa Toneelgroep Amsterdam. Sí, una adaptación de la cinta homónima de 1977 de John Cassavetes que gatilló mi atención principalmente por una razón: las declaraciones del director Ivo van Hove, quien asegura que nunca ha visto la película. ¿Se puede adaptar una obra sin conocerla empíricamente?

La duda me llevó a un Teatro Las Condes repleto —me pregunto: ¿tendría la misma respuesta una retrospectiva de John Cassavetes?— para enfrentar una extenuante obra de casi 3 horas de duración que, al igual que el filme, presenta la delgada línea que separa al teatro de la vida. Todo esto a través de la crisis de Myrtle Gordon (la gran Gena Rowlands en la pantalla; Chris Nietvelt sobre las tablas), una aclamada actriz que no puede seguir simulando emociones tras presenciar la trágica muerte de una fan.

Pero lo que en la película es un descalabro existencial no exento de densidad, en la pieza teatral es un juego sometido a un propósito meramente escénico. Van Hove sitúa a una reducida parte del público sobre el escenario (son los espectadores de la obra que prepara Gordon y su compañía), mientras el resto de la audiencia tiene una panorámica general de un espacio "en construcción" que funciona como escenario y bambalina. La "desnudez" de la puesta en escena también incluye la presencia constante de técnicos y camarógrafos que registran la acción simultáneamente, contribuyendo a que la obra pueda ser seguida paralelamente como una película, gracias a pantallas ubicadas sobre el escenario.

Opening Night según Ivo van Hove y la compañía Toneelgroep Amsterdam (Foto: Jan Versweyveld)

Si Van Hove se conecta con Cassavetes en la búsqueda frenética de cierta verdad que trasciende al artificio —Nietvelt es una actriz madura, perfectamente sensible ante las angustias de su personaje—, se distancia del tono de la Opening Night original al incluir trazos de comedia gruesa que fueron celebrados por el público chileno. Si en la película, la muerte de la fan es un accidente muy bien logrado cinematográficamente —con la tensión de la incertidumbre, marcada por la mirada parcial de la Rowlands como testigo— en la pieza teatral se reduce a un gesto de humor negro, con una mancha de sangre que aparece sorpresivamente como si se tratara de una película gore. Las "humorísticas" apariciones posteriores del fantasma de la joven confirmarán la inclinación de Van Hove hacia la comedia.

Hay otros detalles elaborados para la risa: ciertas conversaciones relacionadas con las diferencias de géneros, escenas caricaturescas de borrachera, interacciones con el público y el uso de espacios externos a la sala de teatro (registrados con cámaras). Puede que efectivamente Van Hove no haya visto la película de Cassavetes, pero también es probable que sí lo haya hecho y quiera distanciarse radicalmente de ella. Lo que es una intención muy válida.

Gena Rowlands y John Cassavetes en Opening Night

El problema es que el filme es una obra mayor y la obra de teatro no puede más que jugar en las sombras. Si nos hemos enfrentado a la película —Scorsese alguna vez dijo que no se puede ver a Cassavetes dos veces, por el desgaste emocional que implica— cuesta no invocarla en nuestras cabezas mientras seguimos la crisis de esta otra Myrtle Gordon, ciertamente más exagerada, caricaturizada e incoherente que la original.

Por sobre todo, "Opening Night" para teatro es una intelectualización del trabajo de un cineasta que siempre fue más emocional que cerebral; un artefacto lúdico que se vuelve algo agotador y caprichoso; musicalizado innecesariamente por una sucesión de canciones de Neil Young, el cantante favorito de Van Hove. Mucha actitud, no tantos méritos.

 

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