Columna Semanal

Cinéma du Réel 2016 Los fantasmas de un cine prisionero

Uno de los trabajos más fascinantes presentados durante el festival de documentales parisino aún no está terminado. El palestino Raed Andoni ("Fix Me") adelantó su nuevo proyecto, "Ghost Hunting", en la sección Arrested Cinema, que busca abrir un pequeño espacio de expresión a cinematografías de países amordazados.

Por Pamela Biénzobas

Reconstruir una prisión en un galpón para liberarse al fin de los fantasmas que dejó el paso por la prisión real, es el propósito de uno de los documentales más prometedores previstos para el segundo semestre de este año, del que en el pasado Cinéma du Réel, se presentaron algunos fragmentos. No era ni una función normal, ni una sesión de pitching, ni un work-in-progress. Tampoco una mesa redonda clásica, sino el evento "Arrested Cinema", que este año estuvo consagrado a Ghost Hunting, el proyecto que está acabando el palestino Raed Andoni.

Raed Andoni (izquierda) dirigiendo y actuando en Ghost Hunting

El festival de documentales parisino concibió este espacio hace cuatro años para abordar la creación en contextos en que la libertad de expresión (y a veces la libertad, punto) son un bien escaso, invitando a realizadores y especialistas a compartir experiencias y debatir durante un par de horas. En esta quinta edición, tras China, Siria, Rusia e Irán, "Arrested Cinema" se concentró en Palestina, exclusivamente a través de la película que se encuentra en postproducción.

El recurso a la reconstitución de situaciones, con los protagonistas actuando sus propios roles o los de un adversario ausente, no es nada nuevo en el cine y tampoco en psicoterapia. Pero la empresa de Andoni va mucho más lejos, para realmente edificar las salas de interrogatorio y calabozos con sus muros, puertas y hasta muebles y decorados. Es que el primer fantasma, o al menos el fantasma compartido por todos los ex-prisioneros, es la prisión misma, que no lograban ver más que de a fragmentos mínimos, entre las vendas en los ojos y los capuchones sobre la cabeza.

A los 18 años, Andoni estuvo detenido y fue interrogado en la cárcel "Moskobiya" del servicio de seguridad interior de Israel. Nada excepcional, considerando las estadísticas que indican que el 40% de los hombres palestinos ha estado preso alguna vez. En ese contexto, le parecía absurdo hacer un documental sobre su propio caso, uno más entre tantos mucho más fuertes. Fix Me, su genial film de 2010 que acompañaba su psicoanálisis, ya había abordado de manera original las secuelas de la violencia y la experiencia de la prisión en la psiquis y vida cotidiana de los palestinos. Pero esta vez necesitaba enfrentarse al fantasma de sí mismo adolescente siendo interrogado. Para sortear el escollo del pudor y llevar el proyecto a un nivel más simbólico y colectivo, decidió centrar la película en un caso extraordinario. Mohamad Khattab, detenido en el mismo recinto el mismo año que él, se ha transformado en un mito por haber resistido un tiempo récord a los interrogatorios. Es una leyenda viva que, lejos de sentirse el héroe que todos ven en él, todavía rompe en llanto al tratar de recordar.

Ghost Hunting

Andoni colocó un anuncio buscando ex-prisioneros que trabajaran actualmente en distintas áreas de la construcción. La mayoría de los reclutados habían estado en la misma cárcel, y entre todos aportaron recuerdos, sensaciones y percepciones para que un arquitecto pudiera dibujar los planos del edificio que luego ellos mismos erigieron. Todo ese proceso, incluyendo las entrevistas para el casting, reminiscentes de un interrogatorio, va dando forma al documental, antes de pasar a las escenas reconstituidas en las que los obreros se transforman en actores. La mayoría interpreta a soldados e interrogadores, poniéndose en la posición del poderoso, del que tiene control absoluto, enfrentando así su propia relación con ese poder que los dominó. La puesta en escena de vivencias pasadas, comentaba el documentalista en el Centro Pompidou (sede principal del Cinéma du Réel), no buscaba recrear las acciones sino facilitar que cada uno se conectara con sus emociones. El dispositivo general fue una manera de, a través del cine, ejercer el control en el lugar donde ellos habían estado sometidos a control total.

Pero Ramzi Maqdissi, actor profesional y atormentado ex-prisionero de Moskobiya, no tuvo la opción de hacer de interrogador. El cineasta le impuso el rol principal, directamente inspirado de Khattab, quien se fue convertido prácticamente en co-director de la acción a medida que recordaba más detalles de sus vivencias. Bastaba ver el rostro conmocionado de Maqdissi, presente también entre el público de la presentación, para entender la intensidad del proceso vivido.

Agregando una capa más al complejo proyecto, el cineasta aceptó en el equipo a una sola persona que no había estado en prisión: un joven artista plástico, que aportaría "la mirada fresca del público". Su rol fue crear animaciones que estarán integradas por encima de las escenas rodadas. Son los "fantasmas", esas imágenes más mentales que reales que no se pueden actuar porque quienes las percibieron no logran saber si las vieron o imaginaron. El dibujante no salió indemne, según Andoni: "Él se aprisionó, mientras los demás se liberaron".

Recurriendo a distintos niveles de realidad y representación (registro directo y realista, reconstitución teatral, situaciones metafóricas, animación), Ghost Hunting explora las cicatrices y la experiencia enterrada del realizador a través de una variedad de dispositivos cinematográficos y psicológicos, e incorpora otras subjetividades para trascender su caso y llevarlo a un plano colectivo. Todo para darse cuenta de que, al fin y al cabo, "lo único que se necesita es un trozo de madera y algo de pintura".