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Film Estreno

Nos habíamos amado tanto Batman versus Superman: El origen de la justicia

Por Jorge Morales

Para cualquiera que haya tenido cierta afinidad infantil con el mundo de los superhéroes a través de la televisión en los '80, la fantasía de reunir a dos o más de estos seres ultra poderosos en una misma aventura era un sueño absoluto. La serie animada Superamigos (también conocida como la Liga de la justicia) era una de esas fantasías cumplidas reuniendo a Superman, Batman, la Mujer Maravilla, Aquaman, y uno que otro superhéroe de menor calaje o popularidad (al menos en Chile) o derechamente prescindible (como los Gemelos Fantásticos), luchando juntos para neutralizar al villano de turno. Ese deseo de ver reunidos a estos seres extraordinarios era tan grande que costaba entender por qué, por ejemplo, Spiderman no podía ser parte de la pandilla. De hecho, hubiera sido incomprensible que esa discriminación tuviera que ver con un tema de propiedad intelectual; que Superman y Spiderman no sólo no podían estar juntos sino que, hasta cierto punto, eran "adversarios" (editoriales), no entraba en los cánones de la altruista búsqueda de justicia. No cabe duda: éramos niños, felices e indocumentados.

Mucha agua ha pasado bajo el puente, y en el cine los superhéroes pasaron de ser seres equilibrados, luminosos y llenos de bondad y buenas intenciones a seres atormentados con reacciones erráticas y contradictorias, como el caso de esta película, que no tiene ningún problema en enfrentarlos. Aunque no se puede decir que ese potencial sombrío no estaba presente en su origen (no hay que olvidar que Batman lleva sobre sus hombros un trauma desde niño –sus padres fueron asesinados en su presencia-), en los últimos años se ha acentuado tanto el lado oscuro que resulta hasta razonable considerar que, en la práctica, varias de estas películas ya no están dirigidas al público "infantil" en el amplio sentido de la palabra. No es que el cine de superhéroes ahora esté orientado a los adultos, pero existe muchísima menos inocencia en el tratamiento de cualquier historia por más rara y fantasiosa que sea. Parte de la culpa es de los comics (en su afán de subvertir ciertos arquetipos) y sobre todo de los videojuegos. La violencia se ha instalado con tanto realismo y sofisticación en los videos juegos (la entretención favorita de niños y adolescentes) que restaría credibilidad que en el cine un superhéroe como Batman, que depende de artilugios paramilitares para defenderse, no tenga las armas más asombrosas y destructivas que ya se ven a destajo en las plataformas de juegos digitales. Por eso, el Superman de 1978, encarnado por Christopher Reeve y dirigido por Richard Donner, se ve tan completamente demodé; tan pueril, inofensivo e irreal. Por eso decía que los superhéroes animados de los Superamigos ochenteros neutralizaban a sus enemigos porque para atrapar a un criminal podían golpearlo, amarrarlo o inmovilizarlo, pero jamás se les hubiera ocurrido acuchillarlo, torturarlo o asesinarlo. Jamás se les hubiera ocurrido hacerles daño. ¿Por qué? Porque la violencia es demasiado real, demasiado humana.

Batman versus Superman es una clase de "realismo" y mal gusto en todos los sentidos posibles. Una fábula militarista que podría haber dirigido un Roland Emmerich o un Michael Bay. Batman dispara, acuchilla, tortura y mata; sus enemigos son mercenarios, traficantes de armas, terroristas y pedófilos (a olvidarse del Pingüino). Lex Luthor es un tecnoempresario joven tan trastornado con el poder que ni siquiera parece comprender para que lo necesita. Batman cree que el origen alienígena de Superman es un peligro potencial, y las acciones de Batman le parecen sospechosamente psicópatas a Superman, lo que genera inmediata enemistad o antipatía entre ellos (nutrida luego por la extorsión de Lex Luthor). Pero el punto central es que ni entre los superhéroes existe confianza; ya nadie confía en nadie. ¿En qué otro período histórico la desconfianza podría tener tanto sentido como en esta época? Quizás por eso no hay una gota de humor en la película. Apenas se asoma un destello de ironía y cinismo en Luthor. Incluso el mayordomo de Superman, Alfred (interpretado sin mucha convicción por Jeremy Irons), que otrora fuera un abuelo sabio y simpático, ahora es un frío instigador de la sospecha. Todo es grave y en serio en Batman versus Superman. Peor aún, el director Zack Snyder cree estar filmando un tenebroso drama bélico-edípico (la mamitis es clave en el reencuentro entre los superhéroes) y no una luminosa cinta fantástica de fortachones superdotados en mallas. No hay juego ni fantasía. De hecho, el primer encuentro de ambos superhéroes –que supondría en otras manos una apasionante escena de antología- está filmada rutinariamente, sin sorpresa ni seducción alguna. Es un poco la tónica y estilo de la película: una narrativa e ilación de hechos completamente caótica, deslucida y desjerarquizada, donde las subtramas se atropellan para alcanzarse unas a otras. Ni hablar del flojísimo casting con el siempre hierático Ben Afleck que resulta más convincente como el magnate depresivo Bruce Wayne que como el psicoatlético Batman, y un Superman (Henry Cavill) con menos carisma que cualquiera de nuestros posibles candidatos presidenciales.

Quizás lo más interesante de la película, es que siguiendo la lógica de su "oscurantismo" ofrezca un final jugado y sorpresivo... o así parecía. Uno de esos finales que se espera que la crítica y la prensa mantengan oculto como si se tratara de un secreto de Estado. Dicho eso, convengamos que en los últimos segundos del último e "insinuante" plano final del film, sumado a los anuncios y la publicidad de las próximas películas de Zack Snyder, dejan claro que todo se trata de un vulgar fraude. Que nadie se engañe, y rompamos el inútil y ridículo pacto de silencio: Superman muere… pero no morirá. Resucitará, no por ansias de la justicia ni amor por Louis Lane. Volverá por la plata. A facturar, muchachos, que el negocio continúa. El cine puede esperar.

Batman v Superman: Dawn of Justice
EEUU, 2015
Dirección:
Producción:
Guión:
Fotografía:
Montaje:
Música:
Elenco:

Duración:
Zack Snyder
Deborah Snyder, Charles Roven
Chris Terrio, David S. Goyer
Larry Fong
David Brenner
Junkie XL, Hans Zimmer
Ben Affleck, Henry Cavill, Amy Adams, Jesse Eisenberg, Diane Lane, Jeremy Irons
151 minutos

 

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