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Contigo todo es posible

Por Jorge Morales

Hace un par de años en el Festival de Mar del Plata, un jovencísimo e inocente crítico de cine uruguayo andaba muy orgulloso con una polera que tenía una imagen del Che Guevara que él mismo había dibujado con un plumón negro. Un director norteamericano de origen iraní muy simpático lo molestaba preguntándole de donde venía su fanatismo por Benicio del Toro que andaba luciendo esa polera con la estampa del actor (como ustedes recordarán, en Che, de Steven Soderbergh, Benicio del Toro tuvo el rol del guerrillero argentino). El pobre chico no entendía la talla y se deshacía explicándole que no era un retrato de la estrella de Hollywood sino del revolucionario trasandino, ante la sonrisa cómplice y malévola de quiénes presenciábamos la broma.

Hoy estuve viendo en YouTube a Michelle Bachelet dando sus primeras "declaraciones políticas" después de estos largos meses-años de incomprensible mutismo que mantuvo con "convicción, compromiso y coraje" –como dice en el video- desde que Piñera tomó el poder. Bachelet hace una serie de afirmaciones obvias sobre el arte de gobernar, declamando un sinfín de lugares comunes sobre liderazgo, dichos con la naturalidad y exagerado entusiasmo que la caracteriza. Lo curioso es que la silenciosa Bachelet hace todas estas observaciones para uno de los clips promocionales del filme Lincoln, de Steven Spielberg. Son tres minutos donde aparece sin pudor elevada a la categoría de super heroína cariñosa y empática, dando lecciones de democracia. No cabe duda: Bachelet se deja querer.

No he visto Lincoln, pero aunque sea tan buena como Atrápame si puedes o tan mala como El Terminal (Spielberg es un director notable que ha forjado su carrera con muchos altos y bajos), es rarísimo que la ex presidenta –que no se precia a decir ni pío sobre la situación de Chile en cualquier ámbito (manteniendo un suspenso hitchcockniano sobre su candidatura a la presidencia)-, preste su figura para vender una película.

Bachelet en el video promocional de Lincoln

Está bien, Bachelet no habla del largometraje sino del presidente Abraham Lincoln y del aprecio que tiene sobre sus predicamentos republicanos. Pero, en términos estrictos, Bachelet no está participando en una actividad académica sobre el estadista norteamericano, está promocionando un "producto" que seguramente gracias al talento de Spielberg alcanzará la estatura de una gran obra artística… y una brillante operación comercial.

Aunque varios líderes mundiales cayeron en la trampita haciendo estos videos, como el ex presidente del Parlamento Europeo Hans-Gert Pötteringin, el líder laborista Peter Mandelson o el embajador checo ante las Naciones Unidas, Martin Palous (como decía José Donoso: "nunca hay que menospreciar la vanidad de las personas"), el caso de Bachelet resulta más paradojal cuando cada palabra suya es recibida como gotas de agua en medio del desierto. Si uno se cuida tanto de mantener la boca cerrada debería tener un cuidado extremo de cuando la abre. Porque estos videos, por mucho que sean declamados con grandilocuencia y afectación, no están hechos para hablar sobre Lincoln o la trascendencia histórica de sus principios, son parte de una campaña publicitaria, y por ahí aparece el bueno de Daniel Day-Lewis disfrazado de "Abe" para ilustrarlo. En ese sentido, bien podría ser una película como un chocolatín.

Pero Bachelet ha demostrado que no da puntada sin hilo y más que un error o desatino, simplemente ésta puede ser parte de otra campaña: el lanzamiento de su soterrada candidatura presidencial. Por nuestra sempiterna y compulsiva necesidad de ser reconocidos, no hay nada más vendedor en Chile que aparecer codeándose con los grandes. Y por mucho que Bachelet encabece la ONU Mujeres ("que no es la ONU-ONU", dirán los chaqueteros) y aparentemente no necesite reafirmar su porte mundialista, un cariñito de Hollywood no le viene mal a nadie.

Mientras Golborne tiene a un publicista NN y a Allamand al hijo de un ministro haciendo sus videos, Bachelet aparece muy campante en un video rodado por la fábrica del mismísimo papá de ET, Tiburón, los velociraptor y el señor Schindler (el de la lista). Así que poco importa si la polera es de Benicio del Toro o el Che Guevara, o si es Daniel Day Lewis o Lincoln. Lo único que interesa es que tengas la talla y estatura para lucirla. Y la astuta Bachelet –que se hace la distraída cuando se las sabe por libro- tiene el calce perfecto. Y aunque no parezca, ahora sí que la campaña presidencial partió. Bienvenida, Michelle. Bienvenida.

 

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