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Juan Padrón, director cubano El señor de los vampiros

Juan Padrón

El realizador y dibujante cubano regresa a la pantalla grande con la secuela de Vampiros en La Habana, cinta de animación con rótulo de clásico. Mabuse conversó con él para saber que se traen esta vez entre manos los chupasangre del Caribe, en una aventura que mezcla dibujos animados tradicionales y diseños en 3D: Más Vampiros en La Habana.

Por Rafael Valle

Vampiros en La Habana (1985) no sólo se convirtió en una de las películas más vistas en la historia de la cinematografía cubana, sino también en un clásico instantáneo. Hagamos memoria: la cinta contaba como el profesor Von Dracula inventaba una milagrosa fórmula -el Vampisol- que permitía a las criaturas chupasangre pasearse bajo el generoso sol caribeño. La acción se desarrollaba en la Cuba de los años '30 y tenía como principal protagonista a Pepe, un músico con sangre vampírica en las venas que debía hacer frente a un grupo de conspiradores internacionales.

El regreso de Pepe

Vampiros en La Habana llegó a Chile en plena dictadura, alimentando la oferta del entonces restringido circuito de cine arte y convirtiendo al dibujante y realizador Juan Padrón en un nombre venerado en los circuitos universitarios. "En Chile fui (una vez) a Valparaíso y los jóvenes me trataban como si fuera un gurú. En muchos lugares el cariño que el público siente hacia esa película es muy impresionante, muy fuerte", cuenta el director, abocado en estos días a la promoción de Más Vampiros en La Habana, la secuela de su famosa cinta. Una coproducción entre el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficas (ICAIC), la Televisión Española (TVE), Canal Plus y el Fondo Ibermedia, algo que se nota en el nivel de ambiciones artísticas y técnicas implícitas en Más Vampiros en La Habana, que mezcla dibujos tradicionales con animaciones en 3D. Todo para mostrar como Pepe y su hijo Pepín esta vez hacen frente a un grupo de nazis que se dejan caer sobre la isla, con el afán de apoderarse de una nueva pócima -la Vampiyaba- capaz de convertir a los vampiros en poderosas criaturas de guerra.

-¿Siempre estuvo la idea de hacer una secuela?

-Nunca había pensado en hacer una segunda parte de Vampiros... Pero se me ocurrió la idea de seguir dándole la vuelta al Vampisol, la bebida que sana a los vampiros, y ahí salió lo de la Vampiyaba... Se me ocurrió que la idea era buena para seguir. Yo a finales de los '60 hacía unas tiras de vampiros para el periódico Juventud Rebelde, que tenía un suplemento de humor, y entonces cuando empecé a hacer dibujos animados. Algunos de esos chistes los hice en una serie que se llamaba Filminuto, ahí se dio la idea de hacer el (primer) largometraje.

-Mucha gente le dio lecturas políticas a Vampiros en La Habana, asociando un poco el vampirismo con el capitalismo...

-Sí, incluso me han dicho "usted ha trabajado ahora (en esta segunda parte) la situación que tiene Cuba con los inversionistas extranjeros". Entonces yo decía "no, mira, cuando yo hice la película no había inversionistas extranjeros, la hice para entretener, una comedia". Los norteamericanos dicen que tiene un mensaje político, que es el del Vampisol gratis para todos los vampiros, otros dicen que tiene muchas lecturas. No hay ninguna intención. Es una película de divertimento.

-Pero Más Vampiros en La Habana tiene muchos mensajes de esperanza en el futuro...

-Hay un personaje que viene del futuro (el profesor Von Drácula) y que puede hablar del futuro. Incluso habían otros chistes, que eran muy simpáticos pero paraban incluso el desarrollo de la película: que hablaban de Obi Wan Kenobi, de Los Beatles, de que Cuba iba ser Campeón Mundial... Después, en la versión final, nos dimos cuenta que alteraba el ritmo.

Von Drácula en su laboratorio

-¿Cómo fue la experiencia de hacer esta secuela?

-Esta la hicimos en digital, que es mucho más rápido, te da más herramientas, más posibilidades que el cine. También fue un handicap, porque como no sabíamos la técnica siempre nos estábamos dando cabezazos. La animación se hizo normalmente, a lápiz y papel, pero después, en vez de ser filmada se escaneó y se puso dentro de una máquina para trabajar el color y para la fotografía. Los tanques y los aviones se hicieron en 3D y con un programa que los unifica con el dibujo. En el fondo es rápido para algunas cosas, pero también fue difícil porque nos costó mucho trabajo lograr la fotografía, la cantidad de luz. Y cuando ya lo teníamos logrado, en el laboratorio español nos dijeron que tenía que ser un poquito más claro y hubo que repetir todo (ríe). Fue muy rápido todo, pero nos atrasó la falta de experiencia.

-Es curiosa la mezcla: dibujos muy simples con autos, aviones, submarinos que parecen reales.

-Sí, lo bueno es que no salta tanto. Lo que hicimos fue que ellos (los españoles) hicieron los modelos de los aviones tal cual. Y entonces después yo me sentaba con el área de 3D y les exageraba los motores, les subía las alas. Hacía una caricatura de los aviones y de los automóviles.

-¿Por qué cree que Vampiros en La Habana tuvo tanto éxito en los '80?

-Pienso que fue como un largometraje para adultos, dirigido a jóvenes-adultos que no tenía ninguno de los manierismos de Disney. Que no se parecía a nada, ni a Hanna-Barbera. Era un dibujo animado que la gente no se podía creer que no era de una industria conocida, con un estilo que no se podía comparar con otro. He leído siempre que hay un director... Ralph Bashki

-El que hizo El Gato Fritz...

-El Gato Fritz yo lo vi el año '92. Y decían "después del Gato Fritz ha salido Vampiros en La Habana". "¿Y quién diablos será mister Bashki?", decía yo. Y era porque es de ese tipo de películas animadas que no son para niños.

-¿Lo suyo era una reacción contra el modelo Disney?

-No. Yo no tengo nada en contra de las películas de Disney (ríe), que son un estilo de películas y de cine norteamericano que lo vemos en Cuba todos los días, practicamente el 90% de las películas. Lo que yo decía es que nosotros no sabemos bailar ballet , pero sí bailamos cha-cha-chá. No era nuestra intención imitar a Disney, como hay muchos países que hacen largometrajes de animación y le copian a Disney. Y por qué vamos a copiar, si no tenemos el dinero ni los intereses. Tuvimos la suerte de poder hacer nuestros diseños y nuestros guiones.

Al Tapone, el padrino de la Capa Nostra

-¿Usted pensaba que la historia se agotaba con la primera parte?

-No. Con los productores se habló de hacer una serie de televisión, pero a mí no me interesaba. La segunda parte de Vampiros... partió en 1998. Empecé a trabajar la idea, después no me gustaba. Muchos amigos me vieron el guión y a través de su opinión fui haciendo las versiones hasta que hice siete versiones. No me decidía a salir

-Más alla de las "supuestas" lecturas políticas, ¿cómo compara la historia de Vampiros en La Habana con la de esta secuela?

-La primera es una referencia, que no hay que compararla. La primera película es una comedia, tiene tono de comedia, están todo el tiempo saliendo vampiros dentro de La Habana, con los personajes de La Habana. En esta película me propuse más hacer una aventura, no una comedia. Tiene chistes, por el estilo de contar la historia, pero es más una aventura. Y pienso que le falta, me doy cuenta que le falta haber metido a los personajes dentro de la población. En vez de irse por ahí, podrían haber ido al barrio, al almacén del barrio. Ahora me doy cuenta que podría haber agarrado mejor, haberla hecho más simpática.

-¿Como para pensar en un tercer episodio?

-Si, estoy pensando en un tercer episodio.

El maestro Quino

Una nueva entrega de Vampiros en La Habana no es el único proyecto que Juan Padrón tiene en carpeta. "Estoy preparando un largometraje de animación sobre Elpidio Valdés, que es un personaje de la época de la Independencia, para entrar en producción el año que viene", adelanta el director, que en su currículum también cuenta un par de célebres colaboraciones con el dibujante Quino. Juntos hicieron más de cien cortos animados de Mafalda y otros tantos de una serie llamada Quinoscopio, basada en caricaturas y chistes de prensa del argentino.

-¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Quino?

-Nos divertimos mucho trabajando. Fue una diversión constante. Quino es un maestro, y cuando uno tiene la oportunidad de desarmar a otro dibujante, por ejemplo a Quino, su concepto de los fondos y de la puesta en escena, pues aprendí muchísimo con él. Aprendí que las manos son importantes para la expresión y a utilizar además los fondos, los decorados, en función de la escena. Por ejemplo, poner una ventana y ya, no recargar nada.

Promocionando la vampiyaba

-Debe haber sido difícil Mafalda, que en las tiras cómicas habla...

-Lo que hicimos fue no ponerle diálogos. Los personajes decían "miñi-miñi", pero no decían nada. Fue una regla que puso Quino, que él hacia los cortos pero si no habían diálogos. Quedaron mucho mejor. Hemos hablado de volver a hacer Quinoscopio.

-¿Cómo ve el panorama de la animación a nivel latinoamericano? En Chile se hizo una película: Ogú y Mampato en Rapa Nui.

-No la ví.

-¿Cree que Vampiros en La Habana le dio un impulso al género en los países de habla castellana?

-No te sé decir. Lo unico que sé es que cada año van menos películas de animación al Festival de La Habana. De pronto vez algo de Brasil, de Argentina. He visto cómo los directores de animación latinoamericanos han ido dejando el cine porque no han tenido alternativas. En Cuba sí se ha mantenido una producción estable de animación durante los '90. En el ICAIC una de las ideas es la de invitar a Cuba a esos directores latinoamericanos, que son excelentes y que hagan una película allí, con nosotros, que nos den la experiencia de trabajar con nuestra gente.

Publicada el 16/11/2003

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