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Daniel Burman "La forma de una película es absolutamente secundaria"

Daniel Burman

Después de premios y aplausos por todo el mundo, se estrena en Chile El abrazo partido de Daniel Burman, uno de los directores argentinos más prolíficos y menos conocido por estos lares. Poderosa crónica familiar de fracturas y ausencias, la película es ejemplar por varias razones, pero por muchas más razones de las que cree su director.

Por Jorge Letelier

Las comparaciones siempre son odiosas, además de injustas, pero este es el mejor ejemplo para dejar claro ciertas diferencias fundamentales. El abrazo partido es una cinta que abraza en forma parcial o total lo que llamamos costumbrismo, esa representación que a través de ciertas figuras y acciones prototípicas aspiran a simular una realidad conocida.

Se trata de inmigrantes e hijos de inmigrantes de un barrio inmigrante de Buenos Aires. El lugar es una galería comercial venida a menos, con comerciantes italianos, chinos y judíos ajados por la edad y las penurias económicas. En su conjunto, son una sociedad a escala de un país -Argentina- formado por corrientes inmigratorias. La ley del costumbrismo dice que estas representaciones deben ser populares y de fácil reconocimiento, cosa que el cine chileno ha abrazado con pasión. Pero El abrazo partido elude este reduccionismo con una voluntad de explorar caminos nuevos y siempre riesgosos: una estructura en mosaico que simula una babel de "costumbres" reconocibles, pero de irresistible originalidad.

Ariel (Daniel Hendler): Variaciones sobre la identidad

Daniel Burman (31 años) es el responsable de la cinta argentina más relevante del 2004, ganadora de dos premios en la Berlinale y candidata trasandina al Oscar. Un cineasta que ha hecho de su historia personal (hijo de inmigrantes judíos en Buenos Aires) un tema mayor de su filmografía.

-A pesar de ser una historia profundamente local, llama la atención la buena recepción en lugares tan disímiles como Alemania y Tailandia.

-Tiene que ver con una temática muy universal, como la construcción de la paternidad y cómo los hijos construimos la imagen de nuestros padres y las relaciones que surgen a partir de los padres ausentes o presentes. Son temas absolutamente universales y no dependen de los lugares o el tiempo.

-Y siendo un cineasta tan "autobiográfico", ¿cuánto hay de real en la historia?

-Hay una sumatoria de historias o fábulas reales. La historia de alguien que se va a luchar por un ideal, a una guerra, pero para luchar por este ideal abandona a su familia con todo el dilema moral que eso significa, me parece apasionante. Y es muy propio de nuestros días. ¿Quién es un héroe?. ¿Alguien que va a luchar por un ideal universal y supremo pero es un mal padre? Incluso si uno analiza la historia de la humanidad, muchos grandes próceres y héroes que cambiaron al mundo, fueron personas que le hicieron mucho daño a sus familias... Pero volviendo sobre qué hay de mi historia personal en la película, el barrio, lugares y ciertos personajes, son comunes a algunos aspectos de mi infancia y adolescencia.

El oso de Burman

-Pareciera que el tema de la identidad social, específicamente del pueblo israelí, es parte importante de tus intereses.

-No tiene que ver con la cuestión territorial israelí, que es un tema más complejo que tiene que ver con la cuestión política. Los problemas de identidad no son patrimonio exclusivo de la comunidad judía. Todos los que vivimos en países construidos en base a inmigración, tenemos una identidad legada y una heredada de las sociedades modernas.Esa dialéctica es muy compleja y un agente importante de transformación. Es propio de cualquier país de Latinoamérica o de cualquier ex colonia africana y mucho más común de lo que uno cree. En cada país se da de una manera particular y cada comunidad lo procesa de diferente manera.

-En El abrazo partido la búsqueda de identidad, digamos macro (israelí, argentina y por último polaca), es una analogía de la búsqueda de la identidad profunda de Ariel, que a la larga es en función de esta galería.

-Es una abstracción, (el filme) habla de esa comunidad como una abstracción. Hago de esa comunidad una abstracción que no necesariamente representa a la comunidad judía, por ello es una especie de micromundo.

Reconstruyendo a la familia

-¿Esta galería existe realmente?

-Hace unos quince años que estaba cerrada, era una galería de oro y el mejor lugar de Buenos Aires. Después cerró por la crisis. Nosotros la alquilamos y reabrimos todos los negocios para la película, y fue muy fuerte para la gente que tuvo negocios allí verla con vida nuevamente. Lamentablemente después la devolvimos y volvió a cerrar.

-Visualmente la película es muy virtuosa. ¿Cuál fue el concepto que trabajaste?

-Me di cuenta que el camino fundamental era mantener el punto de vista del personaje y la cámara debía ir con él, el dogma fue ese. Y si la cámara llegaba tarde, llegaba tarde porque el personaje lo hacía. La puesta de cámara nunca tenía que limitar la puesta en escena de los actores. El actor tenía que hacer todo lo que quisiera hacer y la cámara era un servil encuadre de esto, nada más. No tenía ningún objetivo de vanidad, era una cámara cándida, modesta.

Dos generaciones de judíos bonaerenses

-Me recordó el trabajo visual de las películas Dogma, pero en vez de ser estridente y omnipresente, es una apuesta íntima y subjetiva, pese a su ritmo.

-Lo que utiliza el Dogma es algo discursivo, yo lo utilizo para que sea 100 por ciento subjetividad, no quiero mostrar lo piola que soy. La cámara se limita a no limitar, mi dogma es no limitar en nada la subjetividad del actor. A mí me interesa contar una historia y rogar a Dios que a alguien le interese. La forma es algo absolutamente secundario. Tampoco quisiera colocarme en otro lugar, creo que a todos nos gusta contar historias, pero quizás hay gente que lo formal es parte de la historia.

Publicada el 16-03-2005

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