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Rebella y Stoll, directores de Whisky "No teníamos tan clara la película"

Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll

El segundo largometraje de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll ha generado un mayoritario y macizo reconocimiento de público y crítica. Whisky, una obra mayor del cine latinoamericano –como señala acertadamente nuestro corresponsal-, no deja dudas que estamos en presencia de dos grandes cineastas. Una grata sorpresa que viene de un país que casi no tiene historia cinematográfica, pero que con Whisky puede dar lecciones que al final el cine es pura convicción y talento.

Por Alejandro Fernández Almendras desde Nueva York

Republicamos esta entrevista por la lamentable muerte de Juan Pablo Rebella ocurrida este 6 de julio en Montevideo. Queremos saludar afectuosamente a sus familiares y amigos, y enviarles todo nuestro apoyo, cariño y solidaridad.

Rebella y Stoll se conocieron cuando los dos tenían unos 18 años, en la carrera de comunicación audiovisual de la Universidad Católica de Montevideo, y llevan tanto tiempo trabajando juntos que casi ni se acuerdan de su primera colaboración.

Su primer largometraje, 25 Watts (2001), hecho con un presupuesto mínimo y en un granuloso blanco y negro, les valió el reconocimiento no sólo en su Uruguay natal, sino también en una serie de países en los que la cinta se estrenó comercialmente (Chile entre ellos) y en los que cosecharon un sinfín de premios (en el Bafici y Rotterdam, entre otros).

Whisky, su segundo largometraje, se estrenó en la sección "Un Certain Regard" de la versión 2004 del festival de Cannes ante la sorpresa y el elogio de la prensa especializada que además la recompensó con el premio Fipresci.

Si bien 25 Watts denotaba –más allá de su avasalladora energía y sentido del humor- un buen ojo para retratar las situaciones de la vida diaria, unos diálogos ingeniosos y un innegable talento en términos de puesta en escena, nada hacía presagiar que en su segunda entrega la dupla diera tal y tan notable muestra de maduración y desarrollo.

Whisky es una obra mayor, una de las cintas más interesantes de los últimos años en el concierto del cine latinoamericano. La película cuenta la historia de Jacobo Koller (Andrés Pazos), un solterón dueño de una decadente fábrica de calcetines que ante la inminente visita de su más joven y exitoso hermano Herman (Jorge Bolani) convence a su fiel empleada Marta (Mirella Pascual) de hacerse pasar por su esposa. La visita del hermano, que se prolonga más de lo previsto y que culmina luego de un viaje de los tres al ruinoso balneario de Piriápolis, permitirá que salgan a relucir (en verdad, a que apenas asomen la cabeza) una serie de conflictos entre los hermanos y revelará (también en parte) la verdadera naturaleza de Marta.

El tono de la cinta es de la más absoluta parsimonia, las actuaciones son muy contenidas, reducidas al mínimo en su gestualidad y expresión. Las repeticiones de escenas y de encuadres son una constante, y los movimientos de cámara son casi inexistentes. Sin embargo, esta aparente "frialdad" sirve perfectamente para ir descubriendo poco a poco, con gran tacto y una buena cuota de humor, el mundo interior de los personajes. En sus agradecimientos, Rebella y Stoll nombran a Aki Kaurismäki, el director finlandés cuyas cintas, en especial La muchacha de la fábrica de fósforos y Un hombre sin Pasado, resuenan a lo largo de todo Whisky. Pero tanto el trabajo del finlandés como las innegables influencias de Robert Bresson, no opacan nunca su propia mirada. En Whisky las referencias no pasan de ser un marco en el cual colocar una historia propia, un sentimiento universal de abandono y melancolía.

Tras un recorrido que reconocen agotador por un sinnúmero de festivales, Rebella y Stoll estuvieron en Nueva York presentando su nueva cinta como parte del Global Lens, un ciclo de cine organizado por el Global Film Initiative, un instituto que entrega anualmente becas a cineastas emergentes y que ayuda en el proceso de post producción de cintas del tercer mundo, entre ellas la misma Whisky.

En un restaurante venezolano del Village, entre arepas de "pabellón" y "asado negro", conversamos con ellos.

Andrés Pazos y Mirella Pascual

-Algo que me llama la atención de Whisky es lo radical de su apuesta. En ningún momento cede a las convenciones de un cine más comercial, algo que se nota fundamentalmente en su inicio, cuando uno como espectador aún no logra entrar en el ritmo de la cinta. Sin embargo, ustedes allí se resisten a tomar el camino más fácil, como un jugador que se arriesga a tirar la pelota hacia adelante confiando en que algún jugador la va a agarrar.

Juan Pablo Rebella: Puede ser. Al final es una cuestión de gustos. A nosotros no nos gustan las películas que soy muy comerciales y no nos interesaba como nos iba a ir de público. En Uruguay se hacen tan pocas películas que cuando tienes la oportunidad de hacer una más vale que hagas una que te guste. Sabíamos que no era un negocio, y aunque conseguimos algo de dinero, no fue para hacernos millonarios, sino para sacarnos el gusto.

Además creo que hay un mercado muy grande para este tipo de películas que está subestimado. Hay un montón de minorías en distintas partes del mundo a quienes les interesa mucho más el cine que no es comercial. Al final es estúpido tratar de competir con los grandes estudios, así que lo mejor es buscarse un camino propio dentro de este mercado alternativo.

-¿Cuál ha sido la respuesta de la gente en términos de taquilla?

JPR: En Uruguay llevó cerca de la mitad de público que lleva un Harry Potter, lo que está muy bien. En donde mejor le ha ido es en España, donde tiene 130 mil espectadores, y en Francia, donde lleva 80 mil (al momento de esta entrevista, en marzo pasado).

-En los créditos hay una mención a Kaurismäki. ¿El los ayudó en algo concreto o sólo es un reconocimiento a su influencia?

JPR: Kaurismäki es una de nuestras influencias dentro de otras muchas. Es uno de nuestros directores favoritos, y creo que en esta película se nota mucho. La idea era usar todo lo que nos gusta, y lo que no nos gusta también, para hacer la película.

-¿Y Bresson?

JPR: Yo vi dos películas y no me interesó mucho.
Pablo Stoll: Yo sólo vi una.

Jorge Bolani

-¿Como escogieron el elenco y cómo fue el trabajo para llegar al estilo final de actuación?

PS: En Uruguay no hay cine como para que los actores tengan mucha experiencia trabajando en este medio, así que tuvimos que buscar en otras partes. Bolani tiene una gran experiencia en teatro. Andrés Pazos es un tipo que trabajó mucho en teatro en los años 70, después se fue a España y trabajó en televisión. A él lo escogimos por un casting. Mirella Pascual era absolutamente desconocida, trabajaba en teatro infantil y la conocimos en un comercial que filmamos.

JPR: Sobre el estilo, una vez que nos decidimos por un estilo que nos parecía que era el que más potenciaba el guión, lo que tratamos de hacer fue reducirlo a algo muy mínimo a nivel de gestualidad y de expresión. Tratábamos con personajes como Marta y Jacobo, que son personas muy poco comunicativas, parcas, y que muy de a poco van dejando ver su personalidad, pero a partir de cosas muy chiquitas. En el caso de Herman tratamos de hacer un personaje algo más extrovertido, pero con mucho cuidado para no hacerlo tan extrovertido que nos desequilibrara todo. Ensayamos mucho, como un mes y medio, y entre las propuestas de ellos y nuestras indicaciones llegamos al resultado final.

PS: La idea era que fuera una película que utilizara muchos silencios, y silencios incómodos para comunicar cosas. No queríamos que los personajes hablaran mucho sino que se comunicaran a través de los objetos y de las cosas que hacen. La idea era generar esas incomodidades, que crean humor también.

Mirella Pascual

-¿Que tan parecida resultó la cinta de lo que tenían pensado?

JPR: Lo que pasa es que no teníamos tan clara la película. La fuimos descubriendo a medida que la hacíamos, y hasta el día en que la vimos por primera vez en la pantalla no sabíamos bien cómo iba a quedar. Nos quedamos mucho más conformes de lo que pensábamos en algunos momentos, en que tuvimos mucho miedo.

-¿Miedo de qué?

JPR: Como en toda propuesta uno a veces tiene la inseguridad de si está haciendo la apuesta correcta.

PS: A mí siempre me resulta extraño que existan directores que digan que hacen la película que tienen en la cabeza. Yo personalmente nunca tengo una cosa en la cabeza que quiero plasmar exactamente en la pantalla. Es más bien como una sensación que después se va a acomodando y va a cambiando respecto de las cosas que van pasando y la gente que va interactuando. Puede cambiar porque a un actor se le ocurre algo mejor o porque la locación que elegiste no funciona. Y de todo eso sale una película. El trabajo del director es tener la cabeza abierta para ver cómo las cosas van cambiando sin que se pierda esa sensación que tenías, que en realidad no es una película.

Stoll (izq.) y Rebella (der.) en Cannes

-Amos Gitai decía que la tarea de un director es estar pendiente de los detalles de cada escena sin perder la imagen global del film, y moverse entre esas dos esferas, lo pequeño y lo grande.

PS: Como director tienes que ver cómo una cosa que estás filmando hoy va a pegar con otra que vas a filmar dentro de 10 días, y en 10 días acordarte lo que filmaste hace más de una semana. En fin, eso es lo más difícil, y creo que lo único que lo une es esa idea de que te hablaba. La película donde la vas haciendo de verdad es al final, en la edición. Es ahí donde aparece la película que querías, o la que tenías sin saber que la querías.

-¿Cómo es el trabajo en conjunto, se turnan, uno se encarga de las cosas más pequeñas, del día a día, y otro de mantener esa idea general, como funcionan?

JPR: Es más bien como un partido de dobles de tenis, en que los dos hacemos de todo. La base es planificar mucho antes del rodar, tanto en actores como en planificación de cámara para que en el rodaje haya la menor cantidad de encontronazos posibles y el equipo no tenga que sufrir con las discusiones.

-Al ver "Whisky" no pude dejar de pensar en Juan Carlos Onetti, por el deterioro físico y moral de los personajes, del ambiente, en lo oxidado que parece estar todo.

JPR: Yo lo que he leído de Onetti me gusta mucho. Me gusta el universo que inventa, Santa María y todo eso, pero no fue para nada un punto de partida.

PS: Cuando yo le mostré el guión a mi novia me preguntó si yo había leído El Astillero, y me lo regaló. Lo empecé a leer después de escribir la película.

JPR: Yo creo que en términos de literatura algo que sí nos influyó un poco fue Raymond Carver, que es uno de nuestros escritores favoritos. El trabaja también con situaciones donde aparentemente no pasa nada. La película apunta mucho al efecto iceberg, es decir, que se muestra sólo un poquito y todo lo importante no está en cuadro o no está siendo dicho.

-Incluso hay momentos donde este ocultamiento se hace explícito, por ejemplo el momento en que Marta le entrega un papel a Herman y que el espectador nunca sabe qué dice.

JPR: Mirella nunca nos dejó leer lo que escribió en el papel.

En un set de Whisky

-Hay una marcada diferencia entre "25 Watts" y "Whisky", una maduración. "25 Watts" estaba llena de ideas formales, de movimientos de cámaras y cosas por el estilo. "Whisky" es muy parca, muy precisa, muy concentrada.

PS: En 25 Watts primero surgieron esos juegos de cámara y situaciones y después surgió la película. Había como una idea, o muchas ideas, que jugaban con la forma narrativa y los personajes se iban repitiendo en estas situaciones, hasta que en un momento se convirtieron en los personajes de 25 Watts. Whisky fue al revés. Primero había una historia, la de la fábrica de calcetines, y después empezamos a escribir a partir de eso.

JPR: También creo que tiene que ver con que 25 Watts es el resultado de dos pibes de 18 ó 19 años que crecen hasta tener 25, a quienes se les ocurren un montón de boludeces e ideas. Al final lo que quedó afuera de 25 Watts es mucho más de lo que quedó adentro. Había mucha hambre de hacer algo, en un ambiente donde era muy difícil o muy poco probable que llegáramos a hacerlas. Por eso juega mucho con la cámara, con los gags y esas cosas. Whisky fue más madura, en el sentido que empezamos sabiendo que era una historia sobre algo y que tenía un tono propio.

Lea nuestra crítica a Whisky

Publicada el 24-06-2005

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