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Jacqueline Mouesca, historiadora de cine "La cultura no es un adorno"

Jacqueline Mouesca

Jacqueline Mouesca es una autoridad en lo que respecta a registrar la historia del cine en Chile. Ha escrito siete libros, Plano secuencia de la memoria de Chile, Cine y Memoria (co-escrito con Carlos Orellana), Erase una vez un cine, etc. En el contexto del Festival de Valdivia se lanzó su último texto El documental Chileno una revisión a lo que han sido más de 100 años de producción en este género, uno de los menos apreciados, pero más fructíferos de nuestra filmografía (Foto portada: Bernardita Birkner)

Por Lucía Carvajal Berland

Después del golpe de Estado en 1973, Jacqueline Mouesa se trasladó a París, donde completó sus estudios de cine en las Universidades de París I (Sorbonne) y París X (Nanterre), donde tuvo de profesor al connotado cineasta y antropólogo Jean Rouch. Luego continuó desempeñándose en labores de extensión cultural, realizando filmes educativos y numerosos artículos de cine. Después de vivir un tiempo en España, regresa a Chile en 1990 y comienza la emprendedora tarea de registrar la historia del cine del país. Como señala en esta entrevista, el documental ha sido un género que ha estado presente desde siempre, pero que ha perdido paulatinamente su importancia. Sin embargo, Jacqueline está confiada en las nuevas generaciones. Delante y detrás de la pantalla.

-Cuando tomas la decisión de escribir el libro, ¿te planteaste alguna tesis?

-Más que una tesis, al decidirlo se conjugaron varios hechos. Primero un artículo de Cristián Leighton en la Revista Patrimonio, en el que dice que el documental no es considerado cine y es el gran ausente porque se le da preferencia a la ficción. Luego el año pasado fui como Jurado al Festival de Documentales de Valparaíso y ahí reflexioné sobre el documental chileno. Me sorprendió la diversidad de temas, situaciones, historias que nunca había visto, o se tocaban poco en el cine de ficción. Fue cuando decidí investigar sobre el documental y no sabía en lo que me metía (ríe) porque ha sido un tremendo trabajo. Empecé a descubrir que finalmente el documental era mucho más claro en su conceptualización histórica que la ficción. Este género es en sí mismo la historia de Chile, puedes seguir la historia y ver con más claridad cómo la gente comentaba sobre los grandes momentos políticos o sociales, como se vestía, como hablaba. Al mismo tiempo vi mucho talento verdadero, mirada de autor, con una subjetividad, una mirada mucho más desinteresada de lo que es Chile.

-¿A qué atribuyes el que los jóvenes prefieran experimentar en el cortometraje de ficción y luego pasar al largometraje?

-Antes no ocurría. Primero pasaban por el documental y conocían Chile, sobretodo en la época de los '40 y '50. El documental te enseña más sobre el país y sobre la famosa identidad que se está buscando. Lo miras, hueles, ves cómo se comporta la gente. Es la observación. Lo que pasa es que hoy los jóvenes son más cinéfilos, han visto mucho cine, pero no tienen esa capacidad de observar lo cotidiano, de observar lo que pasa al frente. No tienen paciencia y ese observar les daría la capacidad, el don de mostrar lo que somos realmente. Incluso si después hacen una película policial…

-¿Una mirada más pura, respetando la realidad que representaban?

-Sí, algo parecido a lo que fue Sergio Bravo y Pedro Chaskel en sus inicios, con una mirada en que no se interponía ni la taquilla, ni el cálculo. Hago esto porque tengo ganas de hacerlo. Eso fue lo que me motivó, me emocionó.

-¿Y qué piensas de las nuevas generaciones que están haciendo documentales?

Actores secundarios

-Es la nueva generación en la que creo. La de Actores secundarios y su extraordinario éxito y si son capaces de permanecer en cartelera tanto tiempo, es por que hay también otra mentalidad de la de recién terminada la dictadura. Ellos, los jóvenes, tienen otra mirada, con mucha fuerza. Son solidarios, tienen un verdadero sentido de la justicia y la verdad. Es gente que dice que no está ni ahí con la política, compréndanlos, porque están ahí, pero de otra manera. Incluso en Valdivia vi a alumnos míos que hacían un pequeño documental. Uno hace clases y no los conoce. Hablaban de su vida cotidiana. No votan porque no soportan el doble estándar. Creo que es una alerta, una opción de cambio, de participación. A nosotros pertenecer a un partido político nos daba mucha seguridad, como a muchos católicos pertenecer a la Iglesia, ahora ellos son tildados de anarquistas. Y lo que quieren es mayor fraternidad, sentimiento en las cosas. En Valparaíso me tocó ver lo político mirado desde jóvenes que volvieron a Chile, documentales que hablan del exilio, el desarraigo, del no saber de qué país son. Documentales regionales muy buenos. No estoy en contra del cine de ficción, me encanta, pero habría que valorar la importancia del documental desde los inicios del cine chileno.

-En América Latina, todo el primer cine fue documental.

-Sí, casi todo, pero también está por ejemplo el caso del cine mexicano. Pancho Villa tenía un contrato en el que le pagaban para hacer verdaderas batallas. Se disparaban unos a otros, era muy divertido porque el público tomaba partido por uno u otro bando, se agarraban y tenían verdaderas peleas entre ellos. Habría que valorar el documental desde sus inicios en el cine chileno, como por ejemplo lo que hizo el italiano Salvador Giambastiani. Pero más adelante el documental quedó aislado, relegado y ese es el drama, el pesimismo de algunos.

-En tu libro hay una cita del realizador Ken Loach, que sostiene que el documental "está arrinconado".

-Yo creo que está así. Pero hay una suerte de moda y hay documentalistas que están organizados.

-Hay también muchas mujeres haciéndolos.

-Sí, son muchas, como por ejemplo Carmen Luz Parot, Pamela Pequeño, Tiziana Panitzza y como dicen ellas, con doble militancia, el documental y la televisión. Así tienen la oportunidad que mucha gente vea sus trabajos.

-Pero hay hechos importantes, que desdicen algunas afirmaciones, y son un cambio y un estímulo, como por ejemplo la Palma de Oro de Cannes 2004 a Roger Moore por su documental Fahrenheit 9/11. Acá en Chile, el éxito de Actores Secundarios y la preponderancia que alcanza de a poco el género en los Festivales como en Valdivia que se programa un homenaje a Sergio Bravo y se le da cabida en la Competencia.

-Creo que es muy importante que Valdivia le dé un lugar al documental, qué es una mirada sobre el país, porque Valdivia es una región y así no nos centralizamos. De pronto veo la realidad preocupante, terrible. Para mí es un símbolo que Cancún se inunde y se convierta en otra cosa. Como que todo este sueño hollywoodense se viene al suelo. Lo mismo con las Torres Gemelas. Son símbolos de una forma de vivir frívola. Respecto de Moore, el tipo se la está jugando. El cine de ficción en Hollywood se juega porque tal o cual película ganen tantos millones. Pero estoy por la entretención (risas), no me voy a poner dogmática.

-Quiero tomar otra cita de tu libro, que es de Ignacio Agüero y dice: "Para mí hacer documentales es una forma de salir de la perplejidad, de superarla. Yo hago una película para poder tranquilizarme con algo que me ronda, para poder tragarlo, digerirlo. Una vez que está hecho me tranquiliza".

-Agüero es una persona que descubre con mirada de niño, esa mirada que con el tiempo se pierde. Mirada que se maravilla, que se sorprende. Lo que dice Ignacio es algo muy auténtico Si te emocionas estás descubriendo otras cosas. Si miras de otra manera se acabó la cultura. Es decirle a la gente que no sólo baile en Andacollo el bailecito a la Virgen, que no estoy en contra de eso, pero que se sorprendan con cosas que van más allá. Una vez estuve con Roberto Matta y él decía que se sorprendía con todo y contaba que conversaba con una escultura muy antigua que tenía.

Editado por Lom

En relación al documental hay que tener mucho talento. No es llegar y poner la cámara y filmar lo que pasa por delante. En Francia estudié con Jean Rouch, y teníamos que filmar cosas simples y con un punto de vista. Estábamos días y días filmando como ejercicio. Luego teníamos que explicar y descuartizar la película sobre la estrategia de la puesta en escena. El documental es como un ensayo, en relación a la profundidad. Es una forma de entender el mundo. Lo que siento que falta es una cultura del documental. De apreciar ese documental profundo que te hace ver realmente lo que está ocurriendo y que no es reportaje, el que se apoya en hitos de violencia, de horror. Pero la gente está como alienada y no se mueve. Un crítico inglés decía, "nunca habíamos visto tanto audiovisual y nunca habíamos sido tan ignorantes". En París había jóvenes que atravesaban toda la ciudad nevando para ver El Acorazado Potemkin. Yo los admiraba. Hay películas que son importantes para la vida. La cultura no es un adorno.


EL CINE DE FICCIÓN

-Otra cita de tu libro es del crítico José Román, que dice "Hemos pasado con acierto la prueba del cine masivo. Ahora nos queda la tarea de descubrir el cine"….

-Búsqueda y diversidad en los temas es lo que vimos en Valdivia. Yo tengo esperanzas en esta última generación que es más lanzada, osados en contar cosas, que no copian fórmulas. Aportan su postura crítica, pura, sin falsedades. La sagrada familia, que no me gustó del todo, la encontré valiente, conmovedora. En Play la directora también se juega.

-Este cine chileno que parece que siempre está recomenzando…

-En la revista Ecran, hace 50 años, había un periodista que decía que el cine chileno era como una cucaracha, dos pasos adelante y un paso atrás. Tengo esperanzas que serán 3 pasos adelante. Hay suficiente capacidad, pero lo de los costos es tremendo

Tuve hace años la experiencia de trabajar como ayudante de producción (no de dirección como se dijo) de Diálogo de exiliados de Raúl Ruiz. Allí pude conocer lo que es la producción por dentro, su importancia y quedé impresionada de la organización francesa. Pude además comprobar la capacidad extraordinaria de Valeria Sarmiento, que fue la productora, para multiplicar las platas y así poder seguir haciendo cine.

Por otra parte me sorprendió mucho esa mirada sobre nosotros mismos que tiene Ruiz en sus primeras películas. Es verdad que reunía muchas condiciones, era culto, sabía de teatro, pero además tenía capacidad para mirar al chileno.

El cine tiene muchas cosas porque luchar. El cine no va a cambiar el mundo como se pensó en los 60, pero sí influye. Y esa influencia hay que aprovecharla para bien, abriéndose a más fantasía, más profundidad. Abrir verdaderas ventanas y mirar Chile de otra manera.

Publicada el 06-11-2005

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