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Ignacio Agüero: "La mentalidad industrial está incrustada en el medio"

Ignacio Agüero

Hace veinte años después de pasar dos años y medio rodando y editando No olvidar, Agüero no sabía qué hacer y se dio un gusto: filmar en qué estaban sus colegas de la época. Cómo me da la gana, reestrenada con varios de sus protagonistas en Fidocs, da cuenta de una cierta inocencia donde, sin mucha plata y en plena dictadura, nadie se preguntaba siquiera si su película se iba a estrenar. Renato Villegas, coordinador del sitio de realizadores independientes chileindependiente.cl, realizó esta entrevista para su página web que reproducimos íntegramente.

Por Renato Villegas (www.chileindependiente.cl)

-¿Cómo era hacer películas en el Chile de 1985?

-Bueno, se hacían muy pocas películas. Las que aparecen en la película Como me da la gana eran todas las películas que se estaban haciendo los años '84, '85. Durante un año se hicieron sólo esas películas, eso era todo. Y de esas películas muchas fueron videos, que no tuvieron mucha circulación: Hechos Consumados, de Luis Vera; Santiago Blues, de Francisco Vargas, que es la película con el Lucho Aránguiz; la película de la Tatiana Gaviola que no me acuerdo cómo se llama; la película de Cristián Lorca, Nemesio; la película de Juan Carlos y Patricio Bustamante, una película que no terminaron, creo que se llamaba La Isla; y la de Andrés Racz, que se llama Dulce Patria. Entonces hay películas de distintas procedencias. Por ejemplo, Dulce Patria es una co-producción con la televisión europea. Hechos Consumados era una película del Lucho Vera con platas suecas yo creo… porque él vivía en Suecia. Y el resto de las películas era puro ñeque chileno, como era la misma Como me da la gana.

-La hiciste por tu cuenta.

-La hice por mi cuenta. Era curioso, porque la película de la Tatiana tiene que haber sido financiada por alguna fundación o una ONG, pero las demás, Santiago Blues de Pancho Vargas, la de Bustamante, la de Lorca y lo que yo estaba haciendo, eran películas que financiábamos nosotros mismos. Se hacía mucha publicidad y se cobraba bien. Éramos ricos… entonces podíamos hacer películas. No eran baratas tampoco. 16mm, viajando por todo el país, como Como me da la gana. Tampoco era muy caro, pero las podíamos filmar de esa manera.

Y esa es la pregunta que yo hago: "Bueno, y ¿quién va a ver la película?". En realidad, ¡nadie iba a ver las películas! Tampoco nadie se proponía que las vieran. No se hacían para eso. En ese sentido, era muy, muy distinto a ahora, ¡es increíble la diferencia! En plantearse el tema de hacer una película hace veinte años y ahora, ¿no? Tampoco había absolutamente ningún lugar para presentar un proyecto, nada, nada… O sea, las palabras "co-producción", "financiamiento", "fondos", "distribución" no existían. Era hacer la película, y era más bien ejercer el oficio. Se trataba de eso: de hacer lo que uno quiere hacer, solamente eso.

Hechos consumados (Luis Vera, 1986)

También era un período muy triste, un Chile muy aburrido, muy disociado todo… la gente muy aislada, cada uno por su lado. Era un período fuerte de la dictadura, de la represión, entonces era complicado hacer cine. Haciendo esta película, por ejemplo, fuimos todos detenidos en Potrerillos, el equipo de la Tatiana y el equipo mío. ¡Solamente por andar con una cámara! ¡Qué se han imaginado! ¡Filmar! Jaja... Y yo había hecho hacía dos años la película No olvidar, sobre las muertes de Lonquén, del descubrimiento de los hornos. Hice esa película, una película muy sencilla también, de treinta minutos, y me demoré dos años y medio en hacerla, filmarla, montarla y mostrarla... fue una película muy desgastadora. Además que era una película que hacíamos con un poco de miedo también, entonces era muy cansador. Y yo quería hacer otras películas. O sea, no quería convertirme en un especialista en temas de derechos humanos, así como un periodista que trabaja en deportes o en crónica, no quería transformarme en un cineasta de los derechos humanos. También porque era un tema que no me gustaba, como tema. Entonces no supe qué hacer. ¿Qué hago? Tenía otro guión, otras ideas, pero no se podían hacer. Como me da la gana tiene que ver con todo eso, como idea de película, con hacerse la pregunta, por el sentido… ¿qué sentido tiene? ¿qué hacer? La película es muy simple porque es eso: va y pregunta, es la puesta en escena de las preguntas, en los lugares donde se cuestiona el sentido, qué son los rodajes. Ese es el origen de Como me da la gana.

-En la puesta en escena se puede sentir ese hastío, ese desgano con lo que se está mostrando…

-Sí, pero al mismo tiempo haciéndolo. Eso, viéndolo a la distancia, lo encuentro interesante. Era sin encontrar sentido, pero al mismo tiempo trabajando en eso, con los materiales, con la materialidad del oficio.

-Además del tono en primera persona de la película, llama la atención la falta de pensamiento industrial de los realizadores que entrevistas.

-Yo creo que igual tendría sentido hacer una película como Como me da la gana hoy día. O sea, preguntarse por el sentido. Ahora que está toda la industria establecida, o en camino de establecerse, que está todo caminando… las co-producciones, los fondos, el Estado, los privados… todo funcionando, convendría también preguntarse por el sentido. Es una buena pregunta siempre, independiente de las condiciones. Hoy día, imagínate la cantidad de películas que se hacen… es una buena pregunta.

La directora Tatiana Gaviola

-¿Pero tú crees que la mentalidad realmente ha cambiado, en el sentido de hacer proyectos coherentes de películas, responsables con el proyecto, etc.?

-Sí, por supuesto que sí... se piensan así, se pide que se piensen así. Cuando los proyectos postulan a la CORFO, hay que responder puras preguntas de ese tipo. Está todo pensado en el fenómeno industrial, en la taquilla, la venta, el marketing. No todos, pero es la tendencia: a hacer un producto industrial, y pensarse como un producto que se marketea.

-Pero me da la impresión de que, independiente de los resultados en taquilla, son muy pocas las producciones nacionales actuales que se plantean primero que nada sobrevivir en el mercado… como que la inquietud creativa sigue siendo la razón principal para filmar, ¿o no?

-No, yo discrepo de ti. Yo creo que hoy día esa cosa que llamamos mentalidad industrial está incrustada en toda la mentalidad del medio, no es una cosa que la gente se lo proponga o no. Está establecido como base de operación ¡y está bien! "El pensamiento industrial"... igual es una risa en Chile hablar así, porque somos el margen total de cualquier industria en este terreno, incluso en relación con Argentina o con Brasil.

-Y en términos temáticos y artísticos, ¿ves diferencias en los últimos veinte años de cine chileno?

-Mira, yo no tengo una opinión, porque no lo he estudiado. O sea… no tengo una opinión del cine chileno como para generalizar. No tengo un análisis del panorama, entonces tendría que improvisar… y comparar una época con otra en términos temáticos o artísticos… eehmm, uno podría llegar a decir que antes todo el medio estaba mucho más acosado por la función social, de la realidad política, eehmm… y hoy día no. Se puede decir que hoy día se abordan temas más íntimos, que aparece más la experiencia personal de un realizador puesta en la pantalla. Se puede decir eso… ¿se puede decir eso?

-...

-Eso dicen en todo caso… eso se dice. ¿Qué opinai tú? ¿tenís una opinión?

Agüero como actor en Nemesio (Lorca, 1985)

-Para mí la paradoja es que tú filmaste en el '85 de una manera que ahora me parece super actual, es un documental que se podría entender como una intromisión muy poco aséptica, estás provocando un hecho, el realizador está en cámara… me parece que es super adelantado, super actual, fresco… todo lo que se atribuye al cine joven hoy día. Eso. Pero lo que registraste en ese tiempo, lo que se estaba haciendo en ese tiempo, básicamente se sigue haciendo ahora. Así, en términos gruesos por lo menos… lo único que no entraría en eso serían las nuevas películas, los nuevos-nuevos: el Sebastián Campos, la Alicia Scherson, el Matías Bize, Fernando Lavanderos… pero todo el resto… Andrés Wood, por ejemplo, me parece que es costumbrismo, ya no con la carga política, pero es costumbrismo… El Chacotero Sentimental, o Quercia, esa cosa chilena como folclórica, criolla, en todas sus variantes ¿no? Para mí, no vas a comparar a Wood con Sexo con Amor, no tiene nada que ver, pero esa cosa del rescate de lo shileno, de la identidad en ese sentido… ¡es lo mismo! Te invento, yo tampoco he pensado seriamente en el tema…

-Es difícil, no es tan fácil.

-Sí, la verdad es que hablando a uno se le ocurren películas que contradicen todo lo anterior…

-Bueno, a mí lo único que me importa en el cine son los autores. Lo que me importa verdaderamente… cuando hay alguien que tiene un mundo, una inquietud, que trabaje con eso: que lo trabaje. Eso es lo interesante. Cuando aparece esa gente es interesante y todo lo demás es… películas no más. Entonces de repente aparece gente que interesa. Y eso independientemente de la industria, no la industria, la marginalidad, la dictadura… da lo mismo todo eso. De repente aparecen creadores, y eso es todo lo que interesa. A mí me interesan hoy día los trabajos de Sebastián Campos, me interesan. La película Play de Alicia Scherson me interesa. Me interesa el trabajo de Juan Vicente Araya. Me interesa José Luis Torres…

Publicada el 05-02-2006

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