Entrevista
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Juan Carlos Rulfo "Mi cine refleja una forma de ver a los mexicanos" |
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En el currículum del triunfador del BAFICI y el Sanfic 2006 con En el hoyo, figuran una serie de reconocidos cortos y largometrajes documentales como El abuelo Cheno y otras historias (1992) y Del olvido al no me acuerdo (1999). Pero el dato ineludible de su biografía es su condición de hijo de Juan Rulfo, el autor de Pedro Páramo y El llano en llamas, las dos pequeñas grandes obras con las que el escritor mexicano influenció dramáticamente la literatura latinoamericana. El director Juan Carlos Rulfo lleva el nombre y apellido de su padre, pero también el espíritu de darle un rostro a ese México profundo. (Foto: Ana Lorena Ochoa)
Por Sol Márquez Thomas
Tanto El abuelo Cheno y otras historias, que trata de resolver un turbio acontecimiento del pasado en que su abuelo (el abuelo Cheno del título) fue asesinado aparentemente por un lío de faldas –y del que su padre Juan Rulfo nunca le quiso contar- como Del olvido al no me acuerdo, en que retoma la búsqueda de ese misterio y trata de hacer un perfil de su papá en base a los recuerdos y el olvido de historias de gente que le conoció, son más que nada retratos del México rural, de su lenguaje, de sus rostros y de su memoria. Toda una sensibilidad cercana al mundo que el mismo escritor Juan Rulfo quiso reflejar en su literatura.
Pero con En el hoyo, Juan Carlos Rulfo deja la provincia y se va a filmar a la enorme capital mexicana. El documental, que además ganó el premio del público –que Rulfo define como el más emocionante porque "es allí cuando sientes que finalmente se cierra el círculo"-, se sumerge en el México popular urbano siguiendo el día a día de la construcción del segundo piso de una gigantesca autopista que recorre el DF (Distrito Federal). Mediante entrevistas y seguimientos a los trabajadores de esta mega obra, Rulfo desentraña desde creencias religiosas hasta actos de corrupción.
El director se acostumbró a responder por la imagen de su progenitor. Por lo que no se sorprende que nuevamente le pregunten al respecto. "La figura de mi padre es fuerte. Y sobre todo para el público hispanoamericano. Son ellos los que generalmente me preguntan: seguramente ha de ser difícil vivir con la figura de una persona así, ¿no? Y la respuesta generalmente se queda conmigo, pero podría ser algo así como: es más difícil vivir con ese tipo de preguntas y tratar de explicar que no lo es".
-Pero, ¿cómo fue la relación con tu padre?
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En el hoyo (Foto: Ana Lorena Ochoa) |
-La relación con mi padre fue como la de un padre con su hijo. No sé cómo sería con otras situaciones, pero la mía fue la de un padre que todos los días sale a trabajar para poder darle a mi madre el gasto de la quincena. Por otro lado, creativamente me dejó un gran mensaje; una especie de herencia que parece que todavía no ha sido entendida por parte de muchos de los que intentan usar su literatura como tema de inspiración. Y esa enseñanza tiene que ver con la capacidad de contemplar. De saber esperar para poder entender. Para mí toda su obra tiene que ver con tiempo y espera. Y es sobre este asunto que lo admiro cada vez más.
-Como realizador, ¿en qué te pareces y en qué te diferencias de él?
-Como te decía, he aprendido mucho de sus formas como cuando un hijo es influenciado por su padre o madre, pero en lo personal no siento que sea yo el que puede encontrar esas diferencias o similitudes. Tal vez ambos admiramos a nuestro país y sobre todo la tierra de donde venimos. Esto da material para muchas páginas, pero es aquí donde el espectador deberá juzgar. Nunca pienso en mi padre cuando trabajo. Creo en lo que hago cada día más y siento que es una excelente forma para motivar a otros realizadores, pero en ese momento nunca me refiero a mi padre porque estoy hablando de lo que he aprendido a través de mi propio trabajo. Lo de mi padre pasa a formar parte de la intimidad y de los mecanismos que refuerzan el espíritu.
-En una entrevista comentaste que te sentías una persona poco ocurrente y que por ello llegaste a los documentales.
-Lo de poco ocurrente viene al caso cuando te sientas a escribir una historia y nada viene. Y bueno, se me ocurren mejores cosas cuando ando por ahí caminando o cuándo conozco a alguien que se convierte automáticamente en el disparador del pretexto para conocer más sobre de él. Y es aquí cuando puedo seguir con la respuesta a tu primera pregunta. Todo lo que he hecho hasta hoy ha estado rodeado por elementos biográficos. El abuelo Cheno y otras historias, es un cortometraje que habla de mi abuelo, usándolo como pretexto pero en donde lo que más me atrae son los personajes que allí se encuentran. Y eso es así por el lenguaje que usan y por su personalidad. Después vino mi primer largometraje: Del olvido al no me acuerdo, que tiene que ver con mi padre, en el sentido de buscar personajes o historias sobre él en la región misma de donde es. El resultado es un montón de frases sueltas en las que se dice pero en realidad todo se olvida. Nadie lo conoció y todo es en realidad un sueño.
Posteriormente sentí que tocaba el turno a mi tiempo; es decir, habíamos hablado de los tiempos del abuelo y del padre, ahora tocaba en cierta forma el turno del hijo: su espacio y su época. Las dos películas anteriores están basadas en los usos del lenguaje, del castellano. No importa qué se cuente, lo importante es la forma de decir. En el hoyo busco lo mismo. El pretexto es la ciudad y su gente. Los personajes tenían que ser los más floridos en sus formas de expresarse, esos son los albañiles. En conjunto todo mi trabajo refleja una forma de ver a la gente de mi país a la cual admiro enormemente. A veces siento que no me va alcanzar la vida para hacer todo lo que quisiera hacer sobre las distintas manifestaciones o posibles representaciones de sus actitudes.
-¿A dónde crees que llegaste finalmente?
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En el hoyo (Foto: Ana Lorena Ochoa) |
-Creo que es la primera vez que llegué a donde quería. No sabía con qué caras y bajo qué secuencias pero me imaginaba un viaje emotivo muy similar al que estamos viendo. Creo que eso es lo importante. Al principio quería buscar gente, construir personajes que fueran emotivos a la audiencia y de esa forma viajar por varios temas: la vida, el amor y la muerte. Si te das cuenta no hay nada de especial en eso. Lo importante es la forma de tratar los temas; de cómo nuestros personajes se refieren a ellos. De las relaciones entre ellos y del paso de una realidad evidente a lo más secreto y mágico de ella misma, para finalmente volver a salir a la superficie con otro rostro. Creo que después de eso, la mirada sobre el mundo es distinta, ¿no?
-El rodaje duró casi tres años, ¿cómo se fue materializando la idea?
-Toda filmación resulta ser titánica y no es raro que cualquier proyecto independiente necesite varios años para terminarse. Cada una de sus etapas es un mundo en sí. La preproducción es la parte en que desarrollas la idea y buscas financiamiento. Tocas puertas aquí y en todas partes. Cada proyecto es en sí distinto y requiere de su propia logística para levantarse y uno nunca sabe si es el camino correcto. Después sigue la producción o el rodaje, y éste se diseña según las necesidades del proyecto. Existen ciertas reglas básicas que tienen que ver con el orden y el rigor, pero sobre todo con la confianza de que lo que ocurre frente a uno es lo que va a construir la película. Es muy importante confiar en el mundo que quieres descubrir antes de darte por vencido; porque todo el tiempo sientes que tal vez estás equivocado y que deberías hacer otras cosas porque tal vez otros las harían. Finalmente sigue la edición o el montaje. Este se dio en cierta forma simultáneamente. Pero la etapa fuerte fue durante nueve meses en que Valentina Leduc (la editora) y yo no hicimos otra cosa que estar frente a la computadora construyendo la estructura de la película. Iniciamos el rodaje de En el hoyo con el 50% del financiamiento total. Sabíamos que con el tiempo podríamos conseguir el resto. Y así fue.
-¿Qué formato utilizaste?
-En el hoyo es un proyecto mixto. Un 90% se grabó en digital mini DVCAM/Pal y el resto son mezclas en formatos de super 16 mm y 35 mm. Anteriormente mis otras dos películas habían sido filmadas en super 16mm y 35mm. Es decir, siempre han convivido los formatos mixtos aunque no había probado con el digital, y esto principalmente porque el video no había evolucionado tanto como ahora. El 2004 comencé la grabación de En el hoyo con una cámara y tres años después la tecnología ha cambiado de modelo tres veces. Es decir, actualmente hay muchas opciones. Lo importante es escoger una, la que mejor se adapte a las necesidades del proyecto y seguir con ella hasta el final.
Todo el trabajo de seguimiento de personajes se hizo en video. De alguna manera este trabajo me dejó claro dónde y cómo podría emplazar una cámara de cine para obtener una toma especifica sobre cierto asunto: una perspectiva determinada o una animación de cierto evento. El cine se uso con el deliberado sentido de lograr una diferencia en texturas que finalmente te ayudan a ese cambio de perspectiva en la manera de captar la realidad.
-¿Tomaste la decisión de ser una cámara presente o fue más bien un fenómeno natural que se fue dando?
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Rulfo con Valentina Leduc, montajista de En el Hoyo. |
-Fueron ambas. El proyecto se inició sin pruebas de cómo hacer las cosas. La cámara de video comenzó a rodar desde el primer día y funciona como un cuaderno de apuntes o notas en el que se plasmaba la reacción de la realidad frente a nosotros. Esto fue muy importante porque nuestros personajes se acostumbraron a la presencia de los fierros y de nosotros. Finalmente la decisión de qué tanto volver a la cámara un personaje está balanceada por la edición. Podríamos haberla hecho más presente, pero todo es cosa de balance. Me gusta como está ahora porque el espectador sigue el mismo proceso. Pasa de ser una cámara entrevistadora a una observadora.
-¿Cómo fue el trabajo de la banda de sonido? Lo digo pensando en lo ruidosa que es la ciudad y una construcción, y porque la música que utilizas es muy sofisticada.
-Precisamente por lo ruidoso del asunto es que la banda se pensó así. Es decir, sino puedes contra el ruido, únete a él. Eso por un lado, y por el otro, teníamos estupendos micrófonos inalámbricos que nos ayudaron a captar en la medida de lo posible las cosas. Una gran ventaja es que para que nos escucháramos todos tenían que gritar, y es allí donde nuestros mics hacían su trabajo.
La música está hecha a base de ruidos. Todo es motores, frenos de camiones, alarmas de reversas, rotomartillos. Todo procesado por Leonardo Heiblum quien tenía muchas ganas de lograr una propuesta juguetona para que le diera a todo el ruido "normal" de la película. Es gracias a Leonardo que tenemos otras atmósferas con las que finalmente acentuamos ese sentido de subjetividad de algunas secuencias.
-¿Cuál fue la reacción de los obreros retratados al momento de mostrarles el documental?
-Los personajes están felices. Algunos fueron viendo partes pero nunca la vieron completa sino hasta su estreno en el festival de Guadalajara. Realmente fue un momento muy emotivo en el que nunca se imaginaron que sus palabras valieran los aplausos que recibieron de las distintas audiencias.
-¿Cómo recibiste el premio al mejor documental internacional en el Festival Sundance? ¿Qué significó para ti en términos emocionales y prácticos como la distribución?
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En rodaje: Rulfo (der.) con Luis Rochin (efectos visuales) |
-Fue completamente una sorpresa. Nunca lo esperé. Estábamos en Sundance porque moralmente era importante. Habíamos recibido financiamiento de ellos y habíamos sido aceptados en el festival. Nos sentíamos muy lejos del cine independiente gringo que se basa en un low budget de 20 millones de dólares, además de todo el discurso de agentes de ventas y representantes y esas cosas. Es decir, estábamos fuera porque además nadie nos quiso representar. Y cuando ganamos, tampoco cambiaron mucho las cosas. Creo que lo importante fue la acumulación de reconocimientos: Miami, Guadalajara, Telaviv, Sao Paulo y finalmente Bafici. Fue hasta ese momento que logramos conseguir un agente de ventas internacional de origen francés que ama la película y que está convencido de que va a poder lograr buenos tratos. Vamos a ver.
-¿Y el Bafici?
-Estaba muy lejos de imaginar que lo ganaría porque había muy buenas películas. El público argentino es muy analítico y pensé que mis historias les parecerían banales. Que seguramente buscarían algo más contundente de los trabajadores. Un documental más clásico sobre la clase trabajadora. Digo esto porque es lo que algunos me han dicho. Que aunque no estoy de acuerdo, finalmente es una opinión.
Durante este año, Rulfo continuará moviendo su documental buscando opciones de distribución locales en cada país. "En septiembre del 2006 se estrenará en salas comerciales y para ello estamos trabajando en el diseño de una campaña muy especial, con el fin de que todo México conozca En el hoyo. Posteriormente lo intentaremos en otros países de América latina. Por lo pronto Argentina quedó lista para empujar fuerte".
Publicada el 13-05-2006
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