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Gregg Araki, director de The Living End Dieciséis años después

Greg Araki

Con una versión remasterizada de The Living End –que estrenó en la Berlinale en 1992- el cineasta californiano, ícono del cine gay, volvió a la sección Panorama del festival germano. En conversación con Mabuse y el crítico alemán Rüdiger Suchsland, habló sobre lo que era y es vivir y hacer cine entonces y ahora.

Por Pamela Biénzobas y Rüdiger Suchsland

Una característica de los antiguos álbums o películas de culto es que suelen ser raros, difíciles de encontrar, y que su difusión y multiplicación obliga a transar en la fidelidad, para terminar teniendo una copia de una copia de una copia. Ése fue el caso de The Living End, el título que situó a Gregg Araki como una estrella en la constelación de un cine "low-fi" y radical, y ante todo como un referente en el llamado cine (y cultura) queer. Dieciséis años después de presentarla en la sección Panorama de la Berlinale, el californiano la llevó de vuelta en una versión "remezclada y remasterizada" que saldrá en DVD en abril.

Relajado y acogedor, en una conversación con Mabuse y el crítico alemán Rüdiger Suchsland en el Berlinale Palast, Araki explica que el motivo básico fue que su "road movie gay", como se le conoció, se ha estado copiando y viendo en todos lados, incluyendo clases universitarias, en condiciones pésimas, a través de transfers de muy baja calidad.

"Como cineasta me molestaba que esta versión inferior de la película fuese vista por tanta gente" cuenta. "Así es que me fascinó la oportunidad de volver atrás y remasterizarla por completo en Alta Definición, usando tecnología de 2008, y volver a trabajar el negativo original de 16mm. Ahora la imagen está más hermosa y prístina que nunca. Y el sonido se remezcló por completo, desde un 16mm mono extremadamente crudo a un sonido full surround con la textura de una película moderna".

"Estaba tan contento de poder hacerlo", comenta, "porque ahora The Living End existe como un artefacto de una época muy importante y culturalmente significativa. El concepto de lo que era tener 25 años y vivir en este ambiente en que realmente sentías que la muerte estaba colgándote encima de la cabeza. Esos personajes tan jóvenes están toda la película pensando en su propia mortalidad".

The Living End

Aunque está de acuerdo en que más que una actitud de un momento, la reflexión sobre la mortalidad puede corresponder a una edad, Araki piensa que "sí sientes eso cuando eres joven, con todo lo de 'vive rápido y muere joven', pero en esa época realmente estabas confrontado a diario con tu propia mortalidad, y es un ambiente distinto. Siempre había protestas políticas, las acciones de (la asociación de lucha contra el Sida) Act-Up... un verdadero sentido de la urgencia, tanta rabia y emoción que es difícil siquiera imaginarlo. Estábamos en las profundidades de la era del primer George Bush. Además, es cierto que el SIDA sigue siendo una epidemia, pero hay mucha más medicina. En los ochentas la gente se contagiaba de SIDA y se moría en un mes, literalmente. Era una época de tal incertidumbre y confusión y ansiedad... The Living End muestra algo mucho más crudo y más cercano a la gente común lo que las personas sentían; la cólera y el sentimiento de estar solos y marginados; desesperados. La desesperación es un signo de los tiempos".

La lucha continúa

Remezclar la banda sonora significa modificar una parte de la película que también habla de un momento particular, pues el sonido también lleva y es en sí una huella histórica. Gregg Araki quiso alterarla lo menos posible. "No quería cambiar significativamente la película que la gente conocía. Era un pequeño proyecto de arte de veinte mil dólares, hecho entre unas pocas personas, financiado por la madre de uno de los productores. Y se transformó en una suerte de fenómeno, visto en todo el mundo. Hubo gente que la adoró, otra que la odió. Discutían sobre ella. Fue como un pararrayos de su tiempo. Por eso sólo quise mejorarlo y limpiarlo para que pudiera existir como un artefacto para esta generación y otras futuras, en una forma técnicamente más digerible, en vez de los problemas técnicos de la versión original".

La idea del artefacto, y de entregar una versión mejorada y limpiada, bien podría aplicarse al mismo cine independiente, o a un nombre como el de Araki, que de marginal ha pasado a ser un sello de un tipo de films que también tiene su espacio en el sistema.

"Me resulta difícil hablar de eso" admite francamente. "En el día a día no pienso en el estado del cine independiente o del mío. Trabajo diariamente, casi como una rutina laboral típica, pensando en mi próximo film y no en términos del cuadro más amplio. Para mí es algo más del trabajo crítico, pensar en tendencias o en términos de cultura cinematográfica".

The Living End

"Como alguien que hace cine, sólo pienso en qué voy a hacer a continuación, qué me interesa, qué historias me inspiran. Es más expresión que introspección sobre quién soy, dónde calza mi trabajo. Como persona y como cineasta, claramente he evolucionado a lo largo de los años, como todos. La diferencia respecto a la mayoría es que he hecho películas toda mi vida, así es que tengo un registro y puedo mirar atrás y ver dónde estaba y quién era en 1992. Sigo siendo el mismo pero estoy en un sitio distinto. Y me parece una bendición tener ese registro de períodos de mi personalidad".

Lo que no significa, asegura, que ahora tenga un status que le haga más fácil trabajar. "Fue una lucha hacer The Living End sin recursos, y en 1992 tal vez era más cándido" reconoce. "Pero sigue siendo una lucha. Nunca se hace mucho más fácil. Ayuda el hecho de no ser un director debutante, pues ya he mostrado que puedo hacer la película y entregarla, pero la lucha nunca acaba, desafortunadamente".

Experiencias grandes, historias pequeñas

"Todo ha cambiado" acepta no obstante. "Y se ve al mirar una película antigua como The Living End. La distribución ha cambiado. Los medios han cambiado. A veces para bien, a veces no tanto. Cuando recién salió la película, era radical y chocante tener a esos dos tipos tirando. Ahora ya no es tan chocante, porque lo puedes ver en cualquier parte. El poder de la imagen es mucho menor de lo que solía ser. Pero creo que es un cambio natural".

Aunque no quiere analizar la evolución de las categorías del cine ("los críticos piensan en las tendencias. Como cineasta y espectador, simplemente diferencio una buena película de una mala"), sí se entusiasma al hablar de cómo ha variado el acceso a las películas.
"Mysterious Skin es mi primer título post-Netflix," alude al gigante del arriendo de DVD's por correo. "En el pasado el cine arte estaba bastante restringido a la intelligentzia, en las grandes ciudades. Era una cosa de unos círculos muy pequeños. Con Internet en general hay tanta exposición. Puedes vivir en medio de Siberia y estar expuesto a una obra de cine arte difícil. Y verla: sólo haces click en Netflix y está en tu buzón mañana. Todo se está democratizando más. Todo está mucho más conectado. Es algo beneficioso. El público es más amplio".

Gregg Araki filmando.

Él mismo, anticipa, está "trabajando en proyectos más o menos basados en Internet. Me interesan los nuevos medios. Soy de la generación de las escuelas de cine, devoto a la iglesia del cine. Me encanta la idea de la experiencia comunitaria. Pero a la vez está la idea de que estas tecnologías permiten que cualquiera en cualquier lugar pueda tener la experiencia (de una película) mientras que en el pasado tenías que vivir en ciertos lugares y frecuentar a cierto tipo de persona" insiste. "Internet ha abierto todo un mundo nuevo para el cine y también para el público. Es una época interesante".

"No soy ni tecnófobo ni tecnófilo, pero me encanta la idea de que tengamos tantas más herramientas. Como la reedición de The Living End: el 92 no teníamos tecnología, y ahora hay tantas posibilidades más. El medio es mucho más accesible".

Nuevas tecnologías y modos de acceso también implican nuevos modos de concepción y composición. Gregg Araki no sólo está consciente de ello, sino que lo está experimentando actualmente. "Estoy en un proyecto que es un híbrido entre largometraje y episodios para Internet. Estoy pensando en una cosa que pueda existir a la vez en un celular o en un Ipod y en una pantalla grande. Es un proyecto que quiero filmar en HD, que en la pantalla grande sea una experiencia enorme, y una pequeña historia cuando la miras en tu teléfono".

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