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Festival Arica Nativa 2011 Naomi Uman: Cine y comunidad

En su sexta versión el festival Arica Nativa sigue ensanchando los límites de su identidad como un certamen centrado en algo tan impreciso como el llamado cine rural. Por eso la presencia de la independiente e inquieta cineasta norteamericana Naomi Uman, mostrando parte de su singular universo creativo, puede resultar tan extraña como justa y radical. El certamen que se desarrolló del 6 al 9 octubre en la ciudad nortina, apostó por abrirse sin complejos al cine experimental de Uman, cuyas películas espera que se muestren y distribuyan en comunidades autogestionadas.

Por Andrés Nazarala

A la hora de armar la programación para su sexta edición, los organizadores del festival Arica Nativa –un grupo de restauradores de iglesias que encontraron en el cine un medio para levantar la zona- dieron con la obra de la realizadora (ultra) independiente Naomi Uman. En particular, su díptico Leche/Mala leche (1998) calzaba a la perfección con la línea del evento –el cine rural- y también con las consignas elegidas para promover y elogiar la vida alejada del mundanal ruido ("Dichoso aquel que salió de la ciudad").

Así, contactaron a la estadounidense para que muestre sus obras –la mayoría realizada en 16mm- y, de paso, comparta sus experiencias con los ariqueños inscritos en la Escuela de Cine y Desarrollo Sostenible, gestionada por el certamen.

Leche / Mala leche (1998)

Con vocación antropológica, Uman retrató en el corto documental Leche la vida rural de una familia mexicana al borde de la frontera con Estados Unidos. En blanco y negro, registró sus quehaceres diarios, marcados por la naturaleza y la tradición. Mala leche, en tanto, funciona como contraparte de ese trabajo: la familia ha cruzado la frontera y ahora sobrevive en California, lidiando con los conflictos propios de la inmigración.

"Hice Leche porque me enamoré del tema y del estilo de vida de estas personas", cuenta la directora. "El filme creció de ese sentimiento y es palpable en la cinta y en la manera en que el tema se revela ante mí a través del lente. Mala Leche es una película que hice porque estaba en un comienzo curiosa y después obligada. Curiosa por explorar un mundo del que no sabía nada y después obligada a realizar un retrato honesto de ese mundo".

El resultado es una obra en dos partes que impresiona por sus violentos contrastes. "El proceso plantea diferencias paralelas en esta familia que alguna vez vivió pobre pero libre y rodeada de animales queridos y luego, aunque su economía mejoró sustancialmente, estuvo rodeada de desafíos, amargura y odio".

Desde entonces a Uman le ha interesado la vida lejos de las ciudades y el rescate de comunidades que se resisten a experimentar los cambios dictados por la modernidad. Son estos los espacios que a la realizadora le interesa rescatar y donde quiere mostrar sus películas.

"Me he desconectado completamente de cualquier escena cinematográfica para vivir cerca de comunidades donde la gente trabaja con sus manos y ve qué puede entregarle la tierra a cambio de sus esfuerzos. Me interesa que mis películas sean vistas en estos espacios comunitarios y no que las vea una persona sentada sola ante una pantalla".

Pese a su utopía de exhibición, cinco cortometrajes de Naomi Uman han sido recopilados en un DVD llamado Milking & Scratching: Handmade Films, editado por la compañía under Peripheral Produce.

De espalda a la tecnología, Naomi Uman –alguna vez nada menos que la reconocida chef personal de Calvin Klein- prefiere el cine que se "puede hacer con las manos". Por eso ha trabajado principalmente en 16mm., llegando incluso a intervenir físicamente el soporte. Experimentando de esta manera creó una de sus obras más exitosas: Removed (1999), manipulación de una vieja película de soft-porno europeo en la que borró a las mujeres de los planos con esmalte de uñas y cloro.

Las fantasmales imágenes de mujeres invisibilizadas por Naomi Uman en Removed (1999)

"Trabajé como proyeccionista en mi escuela. En ese entonces usaba uñas largas pintadas y tenía largos períodos de tiempo sin nada que hacer, además de una mesita de luz frente a mí", explica. "Sabía que el cloro borraba la pintura y sospeché que el esmalte de uñas bloquearía esa acción, entonces comencé a pintar cuadro por cuadro todo lo que no fuera una mujer. Luego bañé la cinta en un balde de agua y cloro. No sabía lo que había pasado con el sonido y la imagen hasta dos años después. Nunca antes había visto la película proyectada. Fue divertido".

El experimento –en el que mantuvo el audio original- terminó siendo una suerte de pieza de feminismo de combate que fue más allá, en las interpretaciones y discursos, que el juego visual que la realizadora armó casi por accidente. Para Uman, de hecho, la objetivación sexual del porno toca también al género masculino.

"Hay muchas películas en las que los hombres son los objetos, especialmente en el porno gay. Yo no soy una gran consumidora de porno, pero creo que los hombres también son presentados de una manera en la que son reducidos a objetos, y en especial se objetiviza y mide sus penes".

Removed ha tenido cierto éxito en el circuito underground y circula por internet. La revista Senses of Cinema lo definió como un "trabajo brillante" que es "políticamente subversivo, descarado y extremadamente divertido". Para Uman, el corto es una obra de artesanía que no difiere mucho de otras prácticas manuales: "El proceso para mí fue similar a cocinar, sembrar, coser o tejer, otras actividades que he realizado a lo largo de mi vida".

Ukrainian Time Machine (2008)

La aproximación de Naomi Uman al tema de las migraciones se transformó en una experiencia personal cuando decidió instalarse en Ucrania, la tierra de sus antepasados. Tras el estreno de Leche/Mala leche, algunos criticaron a la realizadora por meterse con un tema que sólo conocía superficialmente. Esto motivó un viaje que tenía también el sentido de emprender la ruta opuesta a la que siguieron sus abuelos en 1906.

En el pequeño pueblo de Legedzine, Uman se encontró con un lugar paralizado en el tiempo, donde se vive según las costumbres de hace un siglo. La idea de todo esto era desconocer el idioma y las tradiciones, viviendo la experiencia de la inmigración desde cero. Como autoexigencia, la artista se impuso el desafío de realizar un corto por día. El resultado fue Ukrainian Time Machine (2008).

"Fue muy duro ser una inmigrante, aunque tenía ventajas que muchos inmigrantes no tienen como educación, dinero y reconocimiento social", explica. "La verdad es que me interesan mucho los lugares en los que no entiendo lo que sucede. Esta inestabilidad me vuelve abierta, observante y curiosa".

Uman consiguió también una vieja furgoneta y se dedicó a proyectar películas a lo largo de Ucrania. Se le unió gente en el camino y logró conformar una suerte de comunidad motivada por el cine y la música, lejos de la industria y el comercio.

Con una inquietud similar la cineasta pasó por Arica, una tierra desconocida para ella donde pudo mostrar sus trabajos. Aunque confiesa que no está entre sus intereses realizar un registro del norte de Chile ya que sus planes actuales son dejar de lado la cámara por un tiempo.

"Estoy cansada de hacer películas de viajes. Estoy tratando simplemente de explorar nuevos lugares sin tener que procesar la experiencia a través de una cámara".

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