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Cristian Mungiu "La responsabilidad social está sobre la opinión personal" |
El festival griego de Tesalónica rindió homenaje al rumano Cristian Mungiu, director de la cinta sobre el aborto "4 meses, 3 semanas y 2 días" que se estrenó en Chile en 2008. Pese a que su filmografía puede parecer escueta –tres largometrajes (el último –"Más allá de las colinas"- premiado y estrenado en Cannes 2012), varios cortos y la producción y escritura de un film colectivo-, es sólida, con una evolución clara, y una marcada tendencia temática y estilística que puede apreciarse en sus dos últimos films.
Por Pamela Biénzobas
A Cristian Mungiu le cuesta sonreír. La sobriedad y claridad de su hablar pausado y su aire serio se condicen con el tono de sus últimos dos largometrajes, 4 meses, 3 semanas y 2 días (4 luni, 3 săptămâni şi 2 zile, 2007) y Más allá de las colinas (După dealuri, 2012). Pero al mirar hacia atrás, tanto en sus cortometrajes de escuela, como su primer largo, Occident (2002), así como el excelente corto Turkey Girl (del film ómnibus Lost and Found, 2005), e incluso Historias de la edad de oro (Amintiri din epoca de aur, 2009), que escribió y produjo (y que firmó junto a Hanno Höfer, Razvan Marculescu, Constantin Popescu y Ioana Uricaru, sin decir quién dirigió qué), había un sentido del humor, a menudo sutil y cáustico, y un tratamiento abiertamente cómico.
Mungiu reconoce que se está alejando del humor, aunque con cierto pesar. "No es agradable porque significa que soy una persona mucho más amarga de lo que solía ser. Pero es una observación justa", admite, sentado a media luz en un salón de un hotel en Tesalonica. "Trato de mantener abierta mi manera de ver el mundo en cuanto tengo la posibilidad. Por ejemplo, Historias de la edad de oro todavía tenía mucho humor", señala casi como excusándose. "Y espero que mi próximo proyecto, antes de empezar mi siguiente film como autor, sea una comedia que estoy tratando de producir. Pero como autor no puedes tener un montón de cosas distintas sucediendo al mismo tiempo como un estudio. Ahora sólo puedo concentrarme en lo que siento más personal, y sucede que hoy es este tipo de realización inspirada en la realidad".
Es claramente el caso de Más allá de las colinas, ganador de los premios al mejor guión para él y a la mejor actriz ex-aequo para Cosmina Stratan y Cristina Flutur en el último festival de Cannes. El potente relato se basa en el caso de una joven que murió en 2005 tras un exorcismo en un monasterio ortodoxo en la región de Moldavia. Sirviéndose de investigaciones publicadas, Mungiu construyó una ficción que busca combinar los puntos de vista de los distintos personajes, para comprenderlos sin juzgar. Su versión está protagonizada por dos chicas que eran inseparables en el orfanato. Una de ellas partió después a Alemania, y ahora vuelve a buscar a su amiga. Para su desesperación, ésta encontró refugio en la fe, en el seno de un monasterio en las montañas.
Más allá de las colinas (2012) |
"Elegí esta historia porque tiene muchas capas. Habla no sólo del conflicto personal de la relación entre las protagonistas, sino también de todo el mundo que existe detrás. Busqué en Internet antes de comenzar, simplemente para ver cuál era la reacción del público general en Rumania acerca de un incidente ocurrido unos siete años antes, y descubrí que la gente todavía estaba dividida en su postura a favor o en contra, principalmente porque la religión es algo que divide. Me pareció interesante hacer una película que aboga por la tolerancia y por la necesidad de entender al otro antes de lanzarse a juzgarlo. Por eso decidí mantener el núcleo de la historia original, pero no hacer una reconstitución. Quería tratar de encontrar el significado de esta tragedia de modo que se comprendiera en prácticamente todo el mundo. Cosas así pueden suceder donde sea que haya una ideología o una religión entendida de manera más o menos extrema, y que pide a las personas que no cuestionen nada".
Aparte del tono oscuro, un elemento común en sus dos últimos largos es que sus protagonistas son, en ambos casos, dos mujeres unidas por un fuerte lazo, una de ellas especialmente dispuesta a combatir las restricciones del sistema. "No es algo consciente, y en ningún caso una decisión de género", asegura el cineasta. En su último trabajo, "estaba tratando de ser honesto y hacer una película que fuera lo más diferente posible de 4 meses..., pero acabé haciendo ésta, con dos mujeres protagonistas", reconoce. "Reflexionando después sobre por qué acabo teniendo esta amistad entre mujeres, creo que viene del hecho de que hablo de aspectos de la sociedad que no van muy bien; acerca de problemas y de abuso. Y siento que las mujeres están mucho más expuestas a la violencia en la sociedad moderna, y son víctimas más a menudo que los hombres".
Mungiu no es ingenuo, y aunque insiste en su afán de neutralidad, sabe muy bien que el cine es cuestión de puntos de vista, "pero de todos modos dentro de esta subjetividad hay grados de interferencia en la película. Lo que digo es que por ejemplo el tema me pertenece: yo lo decido. Pero luego no voy a imponer, por ejemplo, mis creencias acerca de la religión, o de lo que pienso que debería ser el mundo de la religión en la sociedad actual. No creo que sea lo suficientemente interesante ni lo suficientemente justo hablar de mi visión. Sólo te señalo, a ti en tanto espectador, que es bueno tener una opinión al respecto, y que las cosas no son blancas o negras. Pero ahí paro con mi propia opinión. No creo que como cineasta sea justo juzgar a tus personajes".
-Pero ¿cómo traduces esa actitud en un estilo cinematográfico?
-Pongo la cámara en la mejor posición para que seas testigo de lo que pasa, pero no favorezco los close-ups, ni los momentos emotivos. Trato de mantener la distancia, de tomar todas las decisiones para que aparezca lo que sea relevante para mí en la historia. Pero nunca trato de abusar de mis medios como cineasta, porque podemos ser muy manipuladores. Las decisiones siempre serán subjetivas, pero hay modos en que puedes abstenerte de usar trucos para que el espectador se sienta cercano a lo que tú quieres.
Trato de usar este estilo no porque sea simple o que me encante, sino porque es lo más honesto que he podido conseguir. Nunca siento ganas de usar un ángulo que no corresponda a un punto de vista regular de un espectador frente a la situación. No siento ganas de cortar, porque no veo cortes en la vida. Tenemos que experimentar la vida con todos sus momentos, y tenemos que atravesar los tiempos muertos. En la vida no hay cosas esenciales y otras que puedas sacar en el montaje. Creo que el paso del tiempo es lo más específico del cine. Por eso trabajo con un flujo continuo de tiempo de una toma a otra. Es un estilo muy complicado de filmar, pues es una coreografía complicada, que al final parece simple. Llega después de mucho ensayo. No hay forma de mejorar el ritmo en el montaje. Si en el set no estás seguro de que lo que pasa es lo correcto, no hay nada que puedas hacer después. Ensayamos mucho, filmamos mucho. Obtener lo correcto durante diez minutos continuos con varios actores nunca es fácil. Pero creo que es honesto y es justo, y tiene que ver con mi punto de vista acerca del cine en este momento.
4 meses, 3 semanas y 2 días (2007) |
Si Cristian Mungiu se explaya sobre el estilo de 4 meses, 3 semanas y 2 días y Más allá de las colinas, es porque finalmente encontró su visión. Pero llegó a él tras un prolífico período de ensayos para evolucionar hacia su propia mirada que incluyó su primer largo. Occident jugaba con lo contrario, contando una historia, en tono de comedia, desde distintos puntos de vista para jugar con las confusiones provocadas por la información parcial: "Lo que pasa es que como cineasta lo primero que tienes que hacer es asegurarte de que puedes hacer bien lo que todos hacen y que has visto que funciona. Por eso mi primer impulso fue asegurarme de que podía hacer las películas que veía. Luego, a medida que te desarrollas y creces como cineasta empiezas a tener más poder para imponer tu punto de vista. Por ejemplo, en mi primer film quería trabajar con tomas largas, pero todavía no tenía suficiente autoridad sobre el equipo y los actores, pues exige mucha fuerza. Una vez que tienes la experiencia y sabes que puedes hacer las cosas que los otros hacen, sientes la confianza para hacer cosas más personales y tomar más riesgos. Al comienzo pruebas muchas cosas y estás muy fresco, pero de a poco adquieres control sobre los medios y te haces más conceptual. Pierdes parte de la frescura y de la inocencia, es inevitable, pero ganas en fuerza y en una visión coherente sobre el cine".
Aunque es reconocido como porta-estandarte de la nueva ola rumana, aclara que los realizadores no se sienten identificados con una etiqueta que "no proviene de que tengamos algún tipo de manifiesto estético, o una escuela de cine en común. Compartimos algunas cosas en la forma en que abordamos el cine, estamos en contacto, pero no tenemos la ocasión de hablar de esto a menudo. Es desde fuera que se lo ve como un movimiento, porque todos tenemos más o menos la misma edad, empezamos a hacer cine después del 2000 y se nos ha reconocido y en cierta forma impuesto como autores por el festival de Cannes", explica sin sorpresa. "El Estado no apoya realmente lo que hacemos de manera muy generosa. No siento que hayamos logrado, con todos los triunfos que hemos tenido en los últimos diez años, reestructurar realmente el modo de financiamiento y de difusión del cine rumano en el país. Hay algunas mejoras, pero no creo que corresponda a la cantidad de buenas noticias sobre Rumania que hemos conseguido traer a través del cine".
-Tanto en 4 meses… como en Más allá de las colinas tienes posición muy crítica del sistema de salud rumano e incluso de los médicos…
-Vengo, de hecho, de una familia de médicos, así es que no puedo tener nada en contra de manera muy directa. En realidad, no hablo mal del sistema médico, el sistema habla mal de sí mismo. Yo sólo relato las cosas como son. Si traduces eso como algo inapropiado, pertenece a la situación misma, no a mí. La conversación que citaba en 4 meses... es una conversación que presencié cien veces. Pero hay que relacionarlo con el período. No se puede sacar de contexto. Hay que entender que vivir ahí en la época comunista y ser parte del sistema médico te colocaba en cierta posición en la sociedad, y aunque esa sociedad pretendía no tener clases sociales y tener una completa igualdad, no era para nada así. La gente realmente tenía muchas diferencias sociales.
Valeriu Andriuta (derecha) en Más allá de las colinas |
En Más allá de las colinas, la parte interpretada por los doctores era realmente muy importante en la historia. Hice todo lo posible por presentar todas las circunstancias en las que actuaron, como hice también con los religiosos, pero es todo lo que podía hacer, mostrar las circunstancias en las que tomaron decisiones. Los hechos están ahí, la película está inspirada en investigaciones y así es cómo sucedió.
Hoy en Rumania voy al hospital, por cualquier motivo, e ingreso a la consulta de un médico, y veo que tiene mil íconos religiosos, me empiezo a hacer preguntas. Si espero que Dios me ayude a sanar, entonces voy a una iglesia, no necesito ir al médico. Si voy a ver un médico, voy buscando un consejo racional. No hay que mezclar estas cosas. Está bien creer lo que quieras en tu vida personal, pero si trabajas en un hospital tienes que reaccionar de manera racional. De otro modo vas a confundir a la gente. Y la gente en esta historia se sintió confundida por el poder que les atribuyeron quienes trabajaban en el hospital. Creyeron que podían tomar decisiones, porque todos les dijeron "la solución a este problema depende de ustedes". Hay una responsabilidad social que está sobre la opinión personal.
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