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Die 1000 Augen des Dr. Mabuse (1960) de Fritz Lang

La saga de Fritz Lang Mabuse y la parábola del mal eterno

El filme más emblemático de Lang tuvo varias secuelas, entre ellas algunas cintas mediocres no dirigidas por el maestro austríaco, pero que demuestran la influencia del doctor más diabólico de la historia del cine

Por Jorge Morales

Aunque no tenga la popularidad de Metrópolis, ni la perfección de La muerte cansada, la serie de películas sobre el Dr. Mabuse es absolutamente trascendente en la carrera de Fritz Lang. Las razones no son sólo cinematográficas. A su manera, Mabuse refleja las inquietudes políticas del director austríaco, o más específicamente, sus temores sobre el poder. Además las tres partes cruzan toda la trayectoria fílmica de Lang. Desde el período mudo hasta el sonoro, desde su partida a Estados Unidos hasta el término definitivo de su carrera. El testamento del Dr. Mabuse (1933) marca la fuga de Lang de la Alemania nazi, en parte por la censura a la película y en parte por los ofrecimientos que Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, hiciera a nombre del Führer para que encabezara los estudios germanos. Por otro lado, Los mil ojos del Dr. Mabuse (1960) es el último título del cineasta, donde queda explícito tanto la convicción de su puesta en escena (el aprovechamiento de la profundidad de campo, la luz contrastada), la influencia de su paso por Hollywood (regresó a Alemania un año antes para filmar El tigre de Bengala) y su visión sobre un período álgido en el contexto de la guerra fría (la crisis atómica y el espionaje).

Dr. Mabuse, el jugador

Las teorías que hay sobre el origen del Dr. Mabuse -basada en el personaje de la novela de Norbert Jacques y que se infiere es una denuncia soterrada a la ideología nacionalsocialista- puede que hayan condimentado las dos secuelas de Lang, pero no es una lectura tan clara en su primera cinta. Cuando en 1922 el director realiza Dr. Mabuse, Der Spieler (que traducido del alemán significa tanto jugador como actor), el nazismo era un promisorio e inquietante movimiento, pero aún intrascendente en la vida política en Alemania. En la extensísima cinta original (270 minutos), que para facilitar su exhibición fue dividida en dos partes -El jugador e Infierno-, el Dr. Mabuse es un artista del disfraz, un destacado psicoanalista que utilizando su conocimiento de la psiquis humana y sus habilidades hipnóticas, domina la mente de sus víctimas para que se desprendan de sus riquezas. Pero los bienes que va reuniendo con su red de delincuentes comunes, no es para solazarse sino para acrecentar su poder con la única meta de destruir el sistema financiero. Justamente en El testamento del Dr. Mabuse, uno de sus secuaces no logra entender por qué el doctor los obliga a hacerles la vida imposible a ciertas personas para que le den dinero, y una vez que después de grandes esfuerzos, penurias y mucho miedo lo reúnen, no quiere que lo recauden dejando a las víctimas en un estado de pavor e incertidumbre. "Hay que cometer crímenes inútiles con la única meta de aterrorizar a la población" dice el hijo putativo del Dr. Mabuse en Los mil ojos. Para el pérfido doctor, el fin no justifica los medios, los medios son el fin en sí mismo. El mal por el mal. El testamento de hecho es un manual del crimen y una declaración de principios cuyo principal objetivo es la destrucción del mundo "porque el mundo se lo merece". A diferencia de las cintas norteamericanas de gangsters de los años 30, donde el mafioso es un marginal que quiere enriquecerse al mismo tiempo que vengarse del Estado y las instituciones comerciales que son responsables de su condición (por la gran depresión económica del 29), Mabuse es un burgués que tiene la arrogancia de un "padrino" como Tony Camonte (Scarface, 1932), pero que desprecia a la humanidad desde su palco de intelectual. En ese sentido, un psicópata mucho más parecido a Hannibal Lecter que a Hitler.

Dr.Mabuse, el jugador

"No existe amor, sólo hay deseo. Nada es interesante salvo jugar con las personas y su destino" –dice Mabuse en El jugador. Cuando la novia del doctor, Cara Carozza, es apresada (y a la que además no duda en utilizar como señuelo erótico), él sufre, pero no duda un segundo en reemplazarla. Esa desafección tan característica del poderoso, junto a su habilidad camaleónica para ocultarse, creció en el perfil de sus cintas finales. Tanto en El testamento como en Los mil ojos se puede colegir lecturas políticas en una estructura argumental cercana al policial. En ambas, Mabuse es más una figura omnipresente que un personaje en sí. En Los mil ojos, el Hotel Luxor está lleno de cámaras y micrófonos ocultos desde donde el criminal lo vigila todo, en El testamento detrás de una cortina el doctor da instrucciones que deben aceptarse sin chistar.

Afiches originales de las películas de Mabuse

Mabuse reunió un perfil único de villano y por eso no es raro que su figura trascendiera a Lang. Otras cintas se valieron de su legado como el Im Stahlnetz des Dr. Mabuse (1961) –también conocida como El FBI contra el Dr. Mabuse- y Die Unsichtbaren Krallen des Dr. Mabuse (1962), ambas dirigidas por Harald Reinl; Das Testament des Dr. Mabuse (1962, remake de la cinta de Lang), Scotland Yard jagt Dr. Mabuse (1963, con Klaus Kinski), Die Todesstrahlen des Dr. Mabuse (del argentino Hugo Fregonese, 1964), todas con el fantasma del último Mabuse langiano, Wolfang Preiss, y varias con Gert Fröbe, el detective Lohmann. Posteriormente, el español Jesús Franco -director de casi 200 películas de terror y que sigue en actividad- dirigió en 1972 la última de las secuelas, La venganza del Dr. Mabuse.

En este ciclo se mostrarán El testamento y Los mil ojos en sus versiones originales, y Dr. Mabuse, el jugador, estupendamente restaurada por la Fundación Murnau y que tiene una nueva y notable partitura musical del compositor Aljoscha Zimmermann que hizo un trabajo similar hace unos años con El Golem (Paul Wegener, 1920). Curiosamente, la música del Dr. Mabuse tiene la única conexión chilena con el trabajo de Lang: Osmán Pérez Freire, nieto del Presidente Ramón Freire y autor de clásicos como "El Ayayay", fue el autor del tema original de la película que se tocaba simultáneamente a la exhibición. El tema tiene ritmo de shimmy, un jazz bailable antecesor del foxtrot, y que fue popularizado por Mae West en los años 20.

La serie Mabuse es una parábola sobre el poder en las sombras, pero también es una mirada al mal en su estado puro. Maldad que Lang sentía como una expresión latente de la época, ya que subtituló su primer Mabuse como Ein Bild der Zeit, es decir, Una visión sobre este tiempo.


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Publicado el 31-05-2005

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