Artículo

Otros Artículos

Edición Nº 102 Debate
Neruda: A favor/En contra
Edición Nº 102 Retorno de la Sala Sazie:
Historias desconocidas de "Die Kolonie" de Orlando Lübbert
Edición Nº 102 Obras inconclusas
Los amargos almuerzos de Orson Welles
Edición Nº 102 Paco León & Alberto Rodríguez
El pujante cine andaluz ¡Con dos cojones!
Edición Nº 101 Oscar al Mejor Documental
Cinco películas en pugna

Textos relacionados


Nika Bohinc & Alexis Tioseco
Amigos y críticos

Alexis Tioseco & Nika Bohinc
Periodismo versus Crítica
Edición N° 83
Alexis Tioseco y Nika Bohinc / Foto: Chris Yambing

Alexis Tioseco & Nika Bohinc La carta que me gustaría leerte en persona

El crítico filipino Alexis Tioseco (28 años) y su pareja la crítica eslovena Nika Bohinc (29 años) fueron asesinados en su departamento de Manila (Filipinas) el martes 1 de septiembre de 2009, producto de un robo perpetrado por su empleada doméstica y un grupo de delincuentes. Ante el estupor generalizado del medio crítico y cinematográfico internacional, quisimos rendir un homenaje a Alexis –que fuera uno de los más destacados divulgadores del nuevo cine filipino-, y Nika –ex editora de la revista eslovena de cine Ekran, y programadora de los festivales de Ljubljana e Isola- a través de tres escritos, entre los cuales está la siguiente columna en formato de carta que el crítico filipino dedicó a su novia.
(Foto: Chris Yambing)

Por Alexis Tioseco

Nota: Este texto fue publicado originalmente en inglés en la revista filipina Rogue en su edición de julio de 2008. Agradecemos la gentileza de su editor Jose Mari Ugarte por permitirnos publicar su versión en español.

Traducción: Andrés Nazarala

Querida Nika:

Fui invitado a escribir una columna para esta edición de Rogue y me dieron como tema escribir sobre "mi mismo".

Siempre me ha incomodado escribir públicamente sobre cuestiones personales, así que he decidido usarte como excusa: hay cosas que tú debes saber, que puedes intuir, pero que no entenderás hasta que te las diga. Por eso aprovecharé esta oportunidad para ponerlas en el papel.

Además, ¿cómo puedo rechazar esta oferta cuando recién el otro día me dijiste que un ensayo en un número previo de esta revista jugó un rol central en el hecho de que nosotros estemos juntos? Uno tiene que pagar sus deudas.

Cuando nos conocimos en Rotterdam, el pasado enero, hubo algo de ti que me cautivó inmediatamente. No fue tu belleza, o mejor dicho, no sólo tu belleza. Fue tu forma de expresarte, que ahora, 16 meses más tarde, sigue demandando mucho de mí. Hay una preciada intensidad en tus gestos, en la manera en que tus ojos se mueven y tus manos se alzan para agarrar la palabra adecuada, lo que ilustra el fuerte deseo que tienes de comunicarte, en especial cuando la conversación se inclina hacia las cosas que te interesan: la integridad de tu trabajo, la importancia de la naturaleza, la preocupación por tu hermano. (Sé que estás pensando- ¡cállate! No soy un hablante nativo, pero esto no es un asunto de familiaridad con el lenguaje).

No llegamos al festival en las mejores condiciones: tú enferma y decepcionada por no haber cerrado el último número de Ekran antes de abandonar Eslovenia (hecho agravado porque perdiste el vuelo y multiplicado por un año de fatiga por pelear por la independencia editorial) y yo con la soledad de aprender a vivir por mi cuenta, e incapaz de superar la abrupta muerte de mi padre, siete meses antes (algo que, como sabes, aún intento hacer).

No estaba en un buen lugar los meses antes de que nos encontráramos, inquieto y apurado en mi interacción con los nuevos conocidos, pero en Rotterdam fue difícil resistirse a buscar un poco de claridad y paz cuando las personas frente a ti, acosadores y cansadores, se rehúsan a dejar que sus palabras se deslicen descuidadamente.

"Me opuse a ver El señor de los anillos con mis alumnos"

Yo sé que a veces piensas que fue el hecho de que trabajamos en lo mismo lo que me atrajo a ti, pero esto no puede estar más alejado de la verdad. ¿Por qué? Porque creo que una de las grandes satisfacciones que uno puede sentir es compartir las cosas que considera hermosas con alguien que de otra manera no se hubiese dado cuenta, y verlas apreciadas. Este es el principal motivo de por qué amo enseñar y también de por qué me opuse a mostrarle El señor de los anillos a mis alumnos (sin tomar en cuenta las fervientes insistencias de mi co-profesor). Es también la evidencia de que el cine no es lo que nos acerca, porque en esta materia, estamos en igualdad de condiciones, y por lo tanto debo buscar otras cosas en mí para compartir contigo. Todos los que me conocen saben lo difícil que eso es...

Pero Rogue quiere escuchar de cine. O por lo menos acerca de mi trabajo y qué he hecho en él. Por qué significa tanto para mí, y por qué he hecho las cosas que he hecho. Así es que debo escribir sobre cine. Puede que alguna de estas cosas ya las hayas escuchado, querida Nika, pero no te preocupes, si lo consigo, todo va a cuajar el final, y verás por qué se relaciona contigo, con nosotros y con el futuro.

Permíteme comenzar con una historia, una con la que puedes estar familiarizada.

En 1997, mi padre decidió que mi hermano Chris y yo, junto con mi madre, deberíamos regresar a Filipinas (mi padre, como sabes, había estado viajando de ida y vuelta entre Manila y Vancouver, nunca sintiéndose muy cómodo en Canadá. Recuérdame hacerte una copia del ensayo "Where's the patis?")

Nos mudamos a Canadá en 1983, dejando Filipinas justo unos meses antes de la muerte de Ninoy Aquino y también de mi segundo cumpleaños.

Como muchos adolescentes, yo estaba aún tratando de crecer en armonía con mi propia piel, o al menos intentándolo, y la idea de mudarme a otro país por los dos últimos años de colegio me petrificaba. Me resistía: por un lado, les protesté a mis padres que no quería relacionarme con un país que daba tanta importancia a las clases sociales y que era tan corrupto (aunque no me importaba ir de vacaciones...), y por otro lado, simplemente no quería lidiar con los círculos sociales escolares de un nuevo país. Estaba además completamente devastado por tener que dejar a la primera chica con la que bailé un "lento" en toda mi vida escolar –Melodie Pangan- que estoy seguro nunca pensó en mí como algo más que un amigo, pero a la que llamé dramáticamente desde el aeropuerto, llorando, diciéndole por primera vez que la amaba. Pero me estoy desviando del tema...

Mi padre nos sedujo a mí y a mi hermano con la promesa de tener aire condicionado y un chofer que nos llevaría donde quisiéramos, lo que hizo que la decisión fuese más fácil de tomar (más que nada por mi rebeldía de 16 años frente a la consciencia de clase). Ambas cosas fueron al final solamente ofertas sin fondo: cosas a las que estaba dispuesto, pero era incapaz de proveer.

Alexis Tioseco y el cineasta Lav Diaz (Foto: Wise Kwai)

Como sabes, somos cinco hijos en la familia, pero sólo Chris y yo, junto con mi madre, regresamos a Filipinas. La principal excusa de esto fue que éramos los más jóvenes, y ya que Chris se estaba preparando para entrar a la universidad, y yo estaba terminando mis últimos dos años de colegio, seríamos capaces de ajustarnos más fácilmente. Pero la otra razón es que éramos hombres y, como los hombres en Filipinas, él quería que nos hiciéramos cargo del negocio familiar, que ayudáramos a mantener lo que él había establecido o construido. Creo que él quería que mi mamá volviera porque Chris y yo lo haríamos. Habíamos crecido cerca de mamá en los años de Vancouver, ya que mi padre siempre estaba afuera, y él sabía que si ella aceptaba volver sería clave para poder traernos de regreso. Por el lado de mi madre, ella estaba establecida en Vancouver, y no se sentía cómoda teniendo sirvientes viviendo en la casa, acostumbrada a cocinar, limpiar y cuidarnos por su cuenta. Ella sólo lo siguió, porque él se lo pidió.

Pasaron dos años en Filipinas y mi madre se mudó a Vancouver. Había estado luchando en contra de la depresión debido a sus peleas, a su falta de control sobre la familia, y estaba decidida que volvería a Vancouver para una terapia. Yo no sabía si sería bueno, pero supuestamente sería sólo por dos meses. Pero ella recién volvió el 2006 para el funeral de mi padre.

Mi hermano Chris nunca se estableció en Filipinas. Una teoría que tenemos es que él no quería imbuirse en la cultura de manera más profunda que la de un turista de vacaciones por Makati, ya que la mayoría de sus mejores amigos eran extranjeros y no tomó clases de Tagalog (el idioma local), por lo que nunca aprendió bien el lenguaje. La otra posibilidad es que él no estaba acostumbrado a vivir bajo el ojo vigilante de mi padre. Se graduó de la universidad en el 2001 y en agosto se mudó a Vancouver.

¿Que quedó del sueño de mi padre de mantener a la familia unida en Filipinas y que uno de sus hijos se interesara por los negocios? Yo. Y sólo yo. Con menos gente viviendo en ella, la casa tenía más espacio, y yo ya no compartía mi pieza con nadie, pero me sentía cada vez más ahogado. Después de graduarme de mis estudios orientados a la administración de empresas, empecé a trabajar para mi padre. Duré desde junio hasta noviembre del 2004, antes de admitir que no podía hacerlo más. Te diría que renuncié. Mi padre contó a nuestros parientes que me despidió. Ninguna de las dos versiones de la historia importa realmente ahora.

De: Padre.
Fecha: 24.04.2006.
Hora: 05:19:51 pm.

Novio a Padre rico de novia: Quiero casarme con su hija.
Padre: ¿Trabajas?
Novio: Soy estudiante de teología.
Padre: ¿Puedes financiar un matrimonio?
Novio: Dios proveerá.

Rato Después…

Madre: ¿Cómo te fue, padre?
Padre: El tipo es pobre, y cree que yo soy Dios.

De: Padre.
Fecha: 24-04-2006.
Hora: 05:22:32 pm

Novio a padre rico de la novia: Quiero casarme con su hija.
Padre: ¿Trabajas?
Novio: Soy profesor universitario y crítico de cine.
Padre: ¿Puedes financiar un matrimonio?
Novio: Dios proveerá.
Padre: ¿Y qué tal una casa, fundar una familia y educar a los hijos?
Novio: Dios proveerá.

Rato Después…

Madre: ¿Cómo te fue, padre?
Padre: El tipo es pobre y cree que yo soy Dios.

Nunca quise ser crítico de cine. Hasta el día de hoy rechazo usar el término, pero he tenido que empezar a usarlo regularmente sólo porque me hace la vida más fácil.

Muchos realizadores, especialmente en Filipinas, tienen problemas con la palabra crítico. No tenemos cultura de polémicas sanas en el país, cada intento de resaltar defectos es tomado como un ataque personal. Son pocos los que son capaces de lidiar con ello correctamente. Un cineasta en particular objetó la idea de una publicación que yo iba a editar bajo el nombre Criticine: tenía problema con que se usara la palabra crítico. Una palabra sucia, supongo que debe haber pensado.

El primer impulso de todo buen critico de cine, y en esto creo que debes estar de acuerdo, debe ser el amor. Ser motivado lo suficiente como para querer compartir el afecto por una obra en particular o de narrar sus experiencias para que otros pueda sentir curiosidad. Es por esto que la crítica, la pedagogía, y la curatoría o programación, en un sentido ideal, deben ir de la mano.

La primera crítica que escribí sobre una película filipina fue de Batang West Side, de Lav Díaz. Sabía que me gustaban las películas, había pensado incluso en hacerlas en algún momento, y ciertamente me sentía orgulloso en ser visto por los míos como alguien cuya opinión valía la pena apreciar. Pero aparte de esto, y de la sorpresiva satisfacción de ver mi nombre impreso por primera vez, nunca tuve interés en escribir seriamente críticas de cine.

Batang West Side

No fue el hecho de escribir la crítica de Batang West Side (de la que estuve orgulloso en su minuto, pero que miro con cierta vergüenza por su simpleza hoy) lo que cambió las cosas para mí, sino más bien lo que ocurrió antes y después de escribirla: la absoluta falta de compromiso y de una escritura inteligente que aborde más que la duración del filme (Conrado de Quiros lo intentó, y quizás su actitud fue más importante que el texto en sí mismo). Batang West Side, como sabes, dura 5 horas, y si lees la mayoría de los artículos que menciono (no me atrevo a decir "cuestiono"), esto es casi todo lo que se dice sobre ella. Incluso Jessica Zafra, después de organizar una función de la película a través de su revista de corta duración Flip (y habiendo comisionado un artículo de Lav), publicó crudos chistes sobre el filme en la sección de cartas de esa edición.

Yo estaba en la universidad cuando el filme se estrenó, y en los cinco años que había vivido en Filipinas, lo más cercano que había estado de conectarme con la cultura mediante el cine fue a través de Abril, mayo, junio, una película sobre tres hermanas protagonizada por la entonces popular Alma Concepción, y tal vez a través de SPO1 Don Juan: Da dancing policeman, protagonizada por el gran Leo Martínez. No necesito decirlo, Batang West Side fue un despegue, no sólo en duración, sino que también en estética: su ritmo, la distancia de la cámara con el tema, la duración de las tomas, la construcción del discurso (igualmente sobre el pasado que sobre el presente), y especialmente en su actitud hacia la audiencia, su rechazo a ceder a nuestra inherente necesidad de un final redondo, forzándonos en cambio a sacar nuestras propias conclusiones.

No estaba preparado para Batang West Side. No había oído hablar de Lav Díaz y simplemente asistí a la función porque fue en el marco de Cinemanila, y no todos los días alguien hace una película de esa duración. Yo estaba curioso. La película me atrapó. Especialmente porque fue el primer film que me hizo concretamente pensar en lo que significa ser filipino, sobre los peligros de la migración. Riesgos que –lo pienso por primera vez al tipear esto- mi padre probablemente entendió mejor que nadie. Es una lástima que nunca llegase a ver la película.

A un año del estreno de Batang West Side, varios meses después de haber escrito el artículo, todavía había muy pocos textos sobre el filme. Contacté a Lav y le pregunté si podía entrevistarlo, a lo que él respondió graciosamente. La entrevista duró casi una hora, y le hice todas las preguntas que hubiese esperado de los demás.

Contento con el resultado, que ocupó 12 páginas y fue publicado en la página Indiefilipino.com (que amé tanto, descanse en paz), usé todo el crédito de mi modesto celular de prepago para enviarle mensajes a todos los que estaban interesados en el cine. Casi nadie respondió, por supuesto, pero hubo notas de aprecio en los foros de la página, y me hizo sentir cálido y confundido por dentro.

Había gente que estaba interesada en leer escritura seria sobre cine serio, sólo tenía que ser publicada en un lugar accesible.

Entre más películas veía, en especial películas independientes locales, más quería seguir viendo. Entre más me metía, sentía una mayor responsabilidad, más ganas de hacer algo, compartir lo que me parecía hermoso.

"¿Por qué escribir sobre Juno cuando no he leído nada incisivo sobre la animación de Roxlee?"

Al escribir en inglés, nunca sentí la necesidad de escribir sobre películas extranjeras (no-filipinas), pese a que siempre he sido invitado a hacerlo y principalmente sobre éxitos de Hollywood. Mientras más amo el cine en general, una pasión que ha crecido exponencialmente durante los años, no siento necesidad de ponerme al servicio de lo que no necesita ayuda. El sentimiento ha sido siempre el mismo: ¿Por qué escribir sobre Juno cuando no he leído nada realmente incisivo sobre la gran animación de Roxlee? ¿Para qué escribir sobre Sin lugar para los débiles si existen las encantadoras películas de Antoinette Jadaone esperando ser descubiertas por los lectores? Lo mismo pasó cuando comenté películas semanalmente para The Breakfast Show en Studio 23. Los términos informales del acuerdo era que podía comentar todo lo que quisiera, local o internacional, viejo o nuevo, corto o largo, mientras hubiese imágenes para mostrar. No marcó tendencias de ninguna manera –era un solo segmento en un show para espectadores con trastorno de déficit atencional- pero creo que significó algo para alguna gente: Kris Villarino, el cineasta de Cebu que hizo el corto Binaliw, el grupo de jóvenes emergentes de Davao que comenzaban una serie de talleres de cine que ha crecido con el tiempo; o el caótico arreglo para un capítulo entero sobre cine independiente (antes de que el término se usara) en la Navidad del 2005 que acogió a Raya Martin, Khavn De La Cruz, Mes De Guzman, Roxlee, Lav Diaz, Pam Miras, y a un tímido John Torres hablando acerca de sus cortos en público por primera vez.

Una cosa ha llevado progresivamente a la otra. Y lo que empezó como una simple curiosidad alcanzada con sinceridad, ha derivado en un compromiso.

El cine filipino me ha dado mucho y uno debe pagar las deudas.

Nunca esperé tener la oportunidad de viajar por el cine, especialmente no a costa de los demás pero, lentamente, las oportunidades se han presentado. Viajar es un privilegio, y no uno que me tome ligeramente. En junio del 2004, como un graduado universitario, fui a una conferencia en Singapur. Unos meses después, en base a mis escritos, fui seleccionado para participar en un encuentro entre jóvenes críticos de Europa y Asia. Unos meses después me encontré en Berlín como parte de la prensa de la Berlinale (aunque esto fue sólo parcialmente subsidiado, y fue un préstamo de último minuto de mi hermano en Canadá lo que me permitió ir). Una serie de viajes se han dado, hacia todas partes, desde Singapur hacia Hawai, desde Nueva Dehli hasta París, Rotterdam, Oberhausen y, por supuesto, la preciosa Eslovenia, sirviendo de jurado y dando charlas. Todo el tiempo he mantenido la misma posición: que es importante para la gente escribir sobre sus propios cines y no permitir que otros dicten lo que debe ser importante.

Pero estos pasajes, estos viajes, son caros. Los hoteles son caros. El tiempo es caro. La contaminación causada por los aviones en el cielo, nos pasará la cuenta a la larga. Cuando pones todas estas cosas juntas, se iguala a una inversión: una seria inversión hecha sobre un individuo. ¿Sueno como que me lo estoy tomando muy en serio? Permíteme ponerlo de otra manera: sin la inversión cultural hecha sobre mí, por el trabajo que debo o puedo hacer respecto del cine filipino, nunca te hubiese conocido. Hay mucho que devolver.

No me gusta escribir sobre el Metro Manila Film Festival. No me gustó la primera vez que lo hice en el 2003, ni la segunda ni la tercera vez. Tampoco me gustó cuando, con la ayuda de Erwin Romulo, hicimos una carta exigiendo reformas en el festival con el apoyo de cineastas establecidos (las firmas incluían, entre otros, a Eddie Garcia, Peque Gallaga, Jose Javie Reyes, Erik Matti). No es divertido haber sido definido como un periodista en busca de una "cita" por un cineasta llamado Laurice. No me gustó, pero lo hice porque una parte de mí sinceramente creía que se podían hacer cosas. Una creencia que, por algunos momentos, fue infecciosa, incluso para los que sabiendo que en el fondo nada saldría de todo esto, igual decidieron formar parte. Un amigo en cuyo sofá dormí durante gran parte de esa semana me envió un texto tiempo después, un mensaje que ahora, tres años más tarde, sigue guardado en mi celular:

Hay una línea en Aguila en la que a un secesionista moro le informan que su causa está perdida. Él responde que ganar no importa, sino que hacer lo que uno cree que es correcto. Esa es sabiduría para ti.

Mi querida Nika,

Si ha habido una sola causa de tensión en nuestra relación es debido a esto: la idea de mi compromiso con Filipinas, el fuerte deseo que tengo de vivir y trabajar aquí, y la forma en que, tal vez, tú veas esto como un asunto de prioridades oportunistas. ¿Significa un lugar más que una persona? ¿Significa mi trabajo en Filipinas más que la posibilidad de una vida junto a ti, en algún lugar, cualquier otro? ¿Deberías tú moverte, hacer el sacrificio de mudarte? Y qué dice eso de nosotros, ¿que la escala de nuestro amor pesa más que tu cáliz?

Yo se que has aceptado la idea de mudarte aquí, ojala que el próximo año. Discutimos, pero aún siento la necesidad de hablar un poco más sobre mis razones de por qué quiero que te quedes, al menos por ahora. No pretendo comparar mi afecto por Manila con el tuyo por Eslovenia, sólo explicarte los pensamientos que circulan por mi cabeza, las cosas que siento que debo hacer, cosas que, tal vez, podamos hacer juntos.

Tuyo,
Alexis

ADDENDUM:

-Me gustaría que el Consejo de Desarrollo Cinematográfico de Filipinas entendiera el valor del dinero que administran y considerara gastar sólo cinco de sus 25 millones para ir a París e invertir el resto en festivales jóvenes, y no sólo salir de vacaciones.

-Espero que se apoye a los directores con trabajos ya terminados para que vayan a festivales por el orgullo que esto genera para el país. Pero deseo también se les dé apoyo para que sus películas puedan ser vistas en Filipinas por mayores audiencias.

-Lloro por la pérdida de las películas de Juan Tamad dirigidas por Manuel Conde.

-Lloro por un país que no es capaz de convencer al filipino-americano que posee la única copia de Genghis Kahn, de Conde, en su idioma original, de devolverla o venderla a su país de origen.

-Lloro por las generaciones de filipinos, yo incluido, que no podrá ver Daigdig ng Mga Api, de Gerry De Leon, y en cambio tiene panorámicas de avisos de películas que apreciar por Internet.

-Lamento que los herederos de las copias de Tatlong Taong Walang Diyos de Mario O’Hara y Oro, Plata, Mata de Peque Gallaga, hayan sido tan indiferentes que permitieran que éstas se volvieran sepias.

-Lloro por la apatía de la Unión y la Universidad de Filipinas que conspiraron para que los negativos matrices de tesoros producidos por Bancom se pudrieran en piezas en las que sólo ponen aire condicionado medio día, y dejen las latas abandonadas por años y años.

-Rezo para que un senador o congresista dé el valiente paso de promulgar un decreto para establecer un Archivo de Películas y Sonido Nacional.

-Rezo para que el gobierno de la ciudad, o incluso conglomerados y dueños de teatros, resten 50 centavos o un peso de los tickets en beneficio de la preservación de nuestra herencia audiovisual. Antes ya ha habido altos impuestos sobre los tickets de cine. ¡Llorando fuerte, esto debiera ser fácil!

-Espero que Cinemalaya, que gracias al apoyo de los medios y el gobierno tiene tanto entusiasmo, ponga sus esfuerzos al servicio del cine filipino y no siga intentando empezar una micro-industria.

-Deseo que los cineastas dejen de escuchar a Robbie Tan.

-Deseo que Cinema One, que usualmente produce mejores películas que Cinemalaya, le dé a los realizadores derechos por sus trabajos en vez de estafarlos.

-Deseo que Lav Díaz tenga más presupuesto para elaborar y filmar sus películas.

-Deseo que Raymond Rev haga Makapili y regrese a hacer cortos fantásticos de forma experimental.

-Deseo que Mike De León haga otra película… por favor… la necesitamos.

-Deseo que Roxlee obtenga dinero suficiente para tener tiempo y realizar un largometraje animado.

-Deseo que todos compren una copia de El cine de Manuel Conde, de Nicanor Tiongson y Cesar Hernando.

-Deseo que hayan más libros sobre cine filipino.

-Deseo que se publique una serie de guiones clásicos.

-Desearía que Cinefilipino hubiera distribuido los filmes de Brocka con mayor cuidado y afecto, entregando escrituras sobre el filme o algunos extras, y no los lanzara simplemente para obtener ganancias.

-Desearía que Cinefilipino hubiera estrenado Maalaala Mo Kaya con los carretes en el orden apropiado.

-Deseo que Nestor Torre abra los ojos.

-Deseo que reediten los libros sobre cine filipino de los 70’s y 80’s de la Asociación de Críticos de Cine Manunuri.

-Deseo que los críticos de Manunuri se preocupen realmente del cine hoy en día.

-Deseo que los críticos de Mannunuri comenten películas en vez de solamente entregar premios.

-Desearía que el círculo de críticos jóvenes fuera realmente joven.

-Desearía que los críticos jóvenes fueran realmente críticos

-Deseo que Francis "Oggs" Cruz, Richard Bolisay, y Dodo Dayao consigan un espacio en los periódicos, porque ellos son mucho más interesantes que cualquiera de los que están escribiendo con regularidad allí hoy.

-Deseo que Noel Vera regrese.

-Me gustaría que Hammy Sotto estuviera vivo todavía.

-Me gustaría que los manuscritos de Hammy Sotto fueran publicados.

-Me gustaría que Jo Atienza estuviera todavía en Manila.

-Me gustaría que tuviéramos un Museo del Cine con financiamiento y apoyo total.

-Me gustaría que tuviéramos una Cinemateca.

-Me gustaría que UP Film Center tuviera mejores asientos y mostrara mejores películas.

-Me gustaría que más no-directores de Filipinas pudieran ir a festivales.

-Me gustaría que el Cine fuera un ramo que se enseñara en los colegios.

-Me gustaría que Teddy Co obtuviera el reconocimiento que se merece por su trabajo desinteresado.

-Me gustaría que Teddy Co pudiese escribir más. Sus ideas merecen ser recopiladas.

-Deseo que las cooperativas, cooperen.

-Me gustaría que Khavn De La Cruz pueda hacer su musical EDSA XXX.

-Me gustaría que la producción de Max Santiago pueda realizarse y que sus cortos puedan finalmente llegar a mis manos en DVD (¡Hola, Marla!)

-Deseo que Tad Ermitaño nunca pare de escribir y tocar desde su cueva.

-Deseo que Lourd De Veyra siga escribiendo sobre actores y cine.

-Le deseo éxito a la productora UFO de Raymond Lee.

-Me gustaría que hubiese más películas de regiones y más apoyo para sus directores.

-Me gustaría que todos y cada uno de nosotros pudiesen ver When Timawa Meets Delgado.

-Me gustaría que alguien pudiese bajar los precios que la Movie and Television Review and Classification Board exige para la proyecciones, especialmente para festivales.

-Me gustaría que alguien, cualquiera, pudiera hacer una buena, inteligente y provocadora película sobre la clase alta de Filipinas.

-Me gustaría que a Ketchup Eusebio le dieran más roles principales.

-Me gustaría que Elijah Castillo pueda hacer más películas, pronto.

-Deseo que Cesar Hernando logré hacer el traspaso de Botika, Bituka.

-Lamento que los cineastas no tengan integridad cuando VIVA les ofrece hacer otra película de explotación.

-Deseo que más personas puedan ver Bontoc Eulogy.

-Quisiera que el consejero presidencial para el Entretenimiento no considerara las películas que ellos producen, y si los filmes protagonizados por el primogénito de Mikey Arroyo.

-Desearía que el cine de estrellas parara... sólo parara.

-Deseo que exista una biblioteca fílmica donde la gente pudiese ir y leer libros de cine.

-Deseo que la Metro Manila Film Festival (MMFF) no sea dirigida por las mismas personas que instalaron los urinarios públicos (por muy útiles que sean).

-Deseo que la Autoridad de Desarrollo Metropolitano de Manila (MMDA) no clasificara esos círculos y cajas como arte.

-Deseo que todo trabajo de la MMDA no fuera mejor que todo trabajo de la MMFF.

-Deseo al cine filipino todo el éxito del mundo.
 

Este artículo aún no tiene comentarios. Puedes ser el primero en comentar.

Buscador
Quiénes Somos | Contáctanos