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Hiroshima Sobrevivir a la hecatombe

Mención Especial del Jurado de la Competencia Latinoamericana del 24 Festival de Cine de Mar del Plata, 2009 / Mención Especial entregada por el jurado de Fipresci, en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, 2009.

Por José Tsang

Algo parece estallar dentro de la cabeza de Juan Andrés Stoll, el protagonista de Hiroshima y hermano del cineasta uruguayo en la vida real. Pero nunca se sabrá qué es lo que le pasa exactamente. En esta primera película dirigida en solitario por Stoll, el callado Juan deambula de un lado a otro a pie, en bicicleta o en tren, en una suerte de viaje interior enrarecido. Con frecuencia, una steady cam lo sigue, en un anticipo de esa cámara movediza también presente en 3. En un momento –en el tramo más onírico del filme¬-, Juan llega a Solís, donde abundan las tentaciones: vino, pollos tostados, sexo, oferta de trabajo, porro y un partido interminable de futbolito con un marcador que supera el medio centenar de goles. Pero esta jugosa oferta no podrá retenerlo. Él solo quiere irse y cantar su canción. Un explosivo tema en el que la única palabra comprensible es Hiroshima, mientras las guitarras, el bajo y la batería crean una cautivante atmósfera marciana.

Un extrañamiento que es potenciado por el uso de los intertítulos. Porque Hiroshima es un emocionante musical mudo: las conversaciones de los personajes no se escuchan y las líneas de diálogo son expuestas en los cartelitos. Acaso las frases escritas refuercen una eventual interpelación al protagonista. Así, un personaje grita su nombre y lo llama varias veces, como si quisiera despertarlo de un sueño. La duda persiste: ¿qué es lo que pasa por su cabeza? Entre el realismo y la inmersión onírica hay apenas un paso, un detalle similar a lo que ocurre en varios libros del también uruguayo Mario Levrero, un escritor con sentido del humor como Stoll y cuyo nombre figura en los créditos de agradecimiento. En tanto, la banda sonora hace lo suyo, generando una especie de escudo musical que protege a Juan de una realidad en la que parece no encajar: mucho postpunk y prístinos sonidos under que aclimatan sus idas y vueltas.

Dependerá de cada espectador la lectura que se le dé a Hiroshima. Curiosamente, en una escena, Juan está de modelo en una clase de retrato y cada uno de los bocetos basados en él son distintos. Hiroshima, además, reproduce imágenes de las películas filmadas en Súper 8 de la familia Stoll y está dedicada a Juan Pablo Rebella. Un trabajo de un alto valor testimonial que antecede a 3, en la que –quizás a semejanza de Juan- las cabezas sus protagonistas parecen estar reventando mientras ellos intentan capear un vendaval doméstico y aferrarse a alguna soga vital.

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