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Constantine Giannaris, director griego "El cine es un método diferente de hacer política"

Constantine Giannaris

Muy poco difundido fuera de Europa y casi desconocido por estas latitudes aunque es uno de los artistas más interesantes surgidos de Grecia, junto con integrar la selección de algunos de los principales festivales (como Cannes y Berlín), el realizador fue fundamental en el recambio generacional del cine helénico en los años 90, gracias a una atractiva filmografía, que por primera vez pudo apreciarse en su totalidad gracias a la retrospectiva programada por el Festival de Tesalónica, donde además integró el jurado de la competencia oficial. Y como era inevitable en un cineasta que se formó como historiador y economista, nuestra conversación terminó derivando hacia la actual crisis griega.

Por Joel Poblete

Una de las grandes oportunidades que permiten los festivales internacionales es acercarse al trabajo de cineastas que uno ni siquiera ha escuchado de nombre, y que a menudo pueden deparar sorpresas. En Tesalónica, entre otros homenajes, tributos y retrospectivas (a los realizadores Ulrich Seidl, Paolo Sorrentino, Erden Kiral, Ole Christian Madsen y la directora y productora de los primeros trabajos de Jarmusch, Sara Driver), un nombre que llamaba la atención era el de un realizador local: Constantine Giannaris. Un artista imprescindible para comprender la evolución del cine griego entre los realizadores ya consagrados de las décadas anteriores –Michael Cacoyannis, y muy especialmente el recientemente fallecido Theo Angelopoulos- y los que en estos últimos años están siendo premiados en los principales certámenes europeos -Lanthimos, Tsangari, Tsitos-, y sin embargo poco difundido o prácticamente desconocido fuera del Viejo Continente.

3 Steps to Heaven

Nacido en 1959, Giannaris estudió Historia y Economía en Inglaterra, pero terminó dedicándose al cine de manera autodidacta, dando sus primeros pasos en el agitado ambiente cultural londinense de los años 80; tras diversos cortometrajes, su mediometraje Jean Genet is Dead (una metafórica reflexión a partir de la obra del polémico autor francés), fue exhibido en la Berlinale en 1989, y así el cineasta comenzó a dar que hablar a nivel internacional, mucho más allá del circuito underground en el que hasta ese momento se había desarrollado. En 1995 su filmografía dio un viraje decisivo, con su primer largometraje, 3 Steps to Heaven, el último trabajo filmado en Inglaterra, antes de regresar a sus raíces e ir más allá del cine queer con el que hasta entonces había sido principalmente asociado, para realizar sus siguientes cuatro películas en Grecia, incluyendo la más reciente, Man at Sea, estrenada el año pasado en la sección Panorama del Festival de Berlín. En Tesalónica se exhibió la más completa retrospectiva que le han dedicado hasta ahora en un festival de cine, lo que permitió un panorama amplio y revelador: se pudieron ver desde una treintena de cortometrajes y un puñado de documentales televisivos, hasta los cinco mediometrajes que realizó entre 1989 y 1994, y por supuesto los cinco largometrajes que ha filmado hasta la fecha, incluyendo el estreno exclusivo de un "director's cut" de Man at Sea, ya que el realizador no quedó conforme con el montaje presentado en la Berlinale.

A la luz de lo que pudimos apreciar en esta retrospectiva, si bien en apariencia el cine de Giannaris se ha ido "domesticando" al pasar de la mirada radical y el perfil experimental de sus primeros trabajos a la narración más convencional de sus filmes más recientes, su punto de vista y las temáticas podrán ser menos extremas que el retrato frontal y sin tapujos de la homosexualidad que exhibía en los años 80 y principios de los 90, pero de todos modos las temáticas sociales siguen siendo su preocupación central, en particular lo que se relaciona con la cada vez más compleja realidad de los inmigrantes y su inserción en el contexto europeo contemporáneo. Tal vez no es un cine perfecto, no tiene hasta ahora una obra maestra y definitivamente no es para todos los gustos, pero de todos modos la honestidad y pasión de su visión no dejan indiferente, y representan una continuidad histórica en el discurso fílmico que erigieran autores como Pasolini, Fassbinder, Jarman y Gregg Araki, o el Van Sant de Mala noche, entre otras interesantes filiaciones temáticas, narrativas y visuales (por ejemplo, su mediometraje North of Vortex, una particular road movie por las carreteras estadounidenses, parece mezclar a Kerouac, Ginsberg y Wenders, aunque el propio Giannaris también menciona nexos con el cine de Antonioni e incluso Ruiz); la permanente preocupación por recurrir en la medida de lo posible a actores no profesionales y la reflexión en torno a lo masculino y el equilibrio entre lo público y lo privado, son tres de las constantes de su cine, que también aborda ideas en torno al arte, la representación iconográfica y la comunicación (e incomunicación) del hombre contemporáneo. Transitamos así de la algo inclasificable y por momentos "almodovariana" mezcla entre humor negro, indagación policial y misterio criminal de 3 Steps to Heaven (protagonizada por Katrin Cartrlidge, esa estupenda actriz británica de la que este 2012 se cumplirán diez años de su temprana muerte), a la más sombría, enigmática y pesimista Man at Sea, pasando por From the Edge of the City, su primera película filmada de regreso a Grecia y un drama que llamó mucho la atención en el panorama fílmico griego en su estreno en 1998, por su descarnada, desesperanzada y algo neorrealista mirada a una Atenas muy lejana a las postales turísticas, más bien convertida en un entorno urbano donde un puñado de jóvenes inmigrantes rusos estaban dispuestos a todo con tal de sobrevivir.

From the Edge of the City

En la conversación que mantuvimos con Giannaris siempre quedó clara su reconocida militancia homosexual y de izquierda, así como su mirada crítica a la actualidad europea y en particular a la sociedad griega; a ratos cuesta seguirle el ritmo, porque habla muy acelerado, y por la inteligencia y cultura que denota, se muestra inquieto y suele expresar ideas muy elaboradas en pocos segundos. En todo momento se mostró muy interesado por aprovechar de preguntar cosas de Latinoamérica, y partió comentando que sólo ha estado en la región cuando viajó a Perú para probar la ayahuasca, experiencia que recuerda entre risas.

-En sus primeros años como realizador, indudablemente debió enfrentar el estereotipo que la sociedad y los espectadores podían tener sobre su cine, ¿cómo lo ve en retrospectiva, ahora que su trabajo es más apreciado por todos los públicos?

-Si te refieres a que en mis orígenes mis trabajos se centraban básicamente en el cuerpo gay, en los elementos gay y queer, fue una reacción contra los convencionalismos gay y lo que hasta cierto punto era considerado cine queer a mediados de los años 90 en Estados Unidos y particularmente en Inglaterra por la relevancia política y social que alcanzó. Sí, en un momento me alejé de eso, no porque renunciara a ello, sino porque hasta cierto punto se había convertido en algo político. Siempre el cine está relacionado con la política, lo estético mismo está conectado con lo político, de hecho una de las razones por las que empecé a hacer cine es porque para mí es un método diferente de hacer política. En 3 Steps to Heaven deconstruí lo más que pude esta experiencia gay que tenía en mi cabeza, usando el humor e intentando hacer una comedia negra. En cierto sentido, con esa película perdí mi público gay, y creo que encontré la respuesta en Grecia: pasar de Londres a Grecia era como pasar de Shangai o Beijing a la provincia china de Yunnan. En cierto sentido, abandoné la metrópolis para ir a la periferia. En esos años se produjeron muchos cambios sociales y políticos: el quiebre del comunismo y sus regímenes, guerras en Irak y Afganistán, enormes olas de inmigrantes llegando a Grecia, que pasó de ser un país muy insular en el sudeste de Europa –al margen de que ahora está en la OTAN y en la Unión Europea- a romper su aislamiento. Y me di cuenta que en las plazas de Atenas había inmigrantes y áreas pobres y plebeyas, en las que se desarrollaba otro tipo de realidad gay; muchos de quienes inmigraron no lo hicieron sólo por razones económicas, sino además buscando libertad, del cuerpo, de la sexualidad. Así para mí fue muy interesante cómo pude unir dos cosas que me interesaban, la sexualidad y el cuerpo con las nociones clásicas sobre lo político, la inmigración, las fronteras, qué es el Estado, cuál es la identidad de una nación y la sexualidad y el cuerpo. La inmigración se ha convertido en un problema mayor en este país en los últimos 20 años, y ahora con la crisis se ha hecho más agudo y relevante.

-¿Ahora sus películas son mejor comprendidas y apreciadas por el público, libres de prejuicios?

From the Edge of the City

-Cuando uno hace su trabajo, nunca piensa en eso, sólo haces tu trabajo. Quizás hay otros cineastas que pueden ser más cínicos de lo que yo soy, y saben cómo considerarse a sí mismos... Yo realmente no sé cómo posicionarme a mí mismo frente a lo que se considera publicidad o relaciones públicas, todo lo que sea proyectar una imagen. Esto tiene que surgir espontáneo, tiene que venir desde los "huevos" y luego desde la mente. En los últimos dos años he tratado de moverme desde esta preocupación sobre los otros, los inmigrantes. Ahora está empezando a interesarme la violencia en los jóvenes en Grecia, como sociedad estamos viendo esta tendencia muy nihilista que se está haciendo cada vez más obvia y evidente, en especial después de los incidentes en diciembre de 2008, cuando jóvenes "incendiaron" la ciudad por tres o cuatro días, tomando a todos por sorpresa, incluso a ellos mismos. Me parece que más que un acto político, eso fue una expresión masiva de furia y enojo, muy al estilo de los hooligans, lo que quizás en cierto modo es una respuesta política en el siglo XXI, en esta situación en que no tenemos partidos políticos, ideologías, nada, lo que nos lleva a la idea de la inevitabilidad de las cosas, porque cualquier resistencia política será fútil, aunque esto va en contra del estado natural de las cosas, porque el ser humano siempre quiere reaccionar, incluso al nivel más biológico. Quizás en mi interior estoy reflexionando de manera muy triste y mis observaciones son muy melancólicas, tal vez el hooliganismo y esa violencia nihilista son una cierta forma de respuesta política del siglo XXI contra las estructuras sociales y políticas. Estoy interesado en este tipo de cosas y situaciones. En este país la clase media se ha ido empobreciendo y cayendo de la posición que tuvo en el pasado. Es un fenómeno muy interesante y estoy tratando de hacer una nueva película que es básicamente una historia de amor entre un adolescente y una chica que forman una pandilla armada con kalashnikovs, lo que en verdad está inspirado en una historia real. Estoy escribiendo el guión ahora en Atenas con una coguionista y esperamos comenzar a filmar en el verano de 2012 si podemos encontrar a los intérpretes adecuados, no quiero usar actores, estoy volviendo a lo que hacía antes, ya he trabajado lo suficiente con actores profesionales; me gustaría trabajar con jóvenes que de verdad sean hooligans como los del fútbol, o que hayan estado en la cárcel, me interesa ese nivel de veracidad, lograr una realidad como la de los documentales.

-Al ver sus películas es ineludible encontrar las influencias y conexiones con otros cineastas, como Fassbinder, Pasolini y Derek Jarman. No sólo los críticos han encontrado esas relaciones, usted mismo las ha reconocido...

Caravaggio (1985) de Derek Jarman

-Tratando de ser modesto debo decir que he tratado de establecer una continuidad en la línea de tiempo con respecto al legado de esos cineastas. Conocí a Derek en Londres, en sus últimos años de vida, yo estaba más politizado, él era más un esteta, algo que en esa época quizás para mí era una especie de crítico, lo que no me gustaba tanto. Creo que mi gran amor es Pasolini, tengo que admitirlo, sus películas me interesaron incluso cuando era muy joven y ni siquiera pensaba en ser director, porque nunca quise serlo, sino que quería ser arquitecto y luego estudié... economía. Era muy difícil pensar en mí mismo como un artista, me resistía, pero las películas de Pasolini fueron muy importantes para mí, la simpleza y lo naif pero a la vez lo complejo de sus tomas frontales, el retrato del rostro humano... acá cada año en Semana Santa, además de dar clásicos hollywoodenses como Ben-Hur y Barrabás, la TV transmite El evangelio según San Mateo, no está sólo confinado a cine arte, acá es parte de la tradición televisiva, y aunque la gente no sepa el título ni quién es Pasolini, conocen la película. Pasolini estuvo siempre muy torturado por su sexualidad y atormentado por sus convicciones políticas. Más allá de la diferencia de generaciones, en muchos aspectos yo era similar a él, pero en otros muy diferentes, sentía que afortunadamente no estaba tan presionado en lo que se refería a mi sexualidad. Era un maestro, es como nuestro Masaccio, el pintor renacentista. Posteriormente con Caravaggio, Derek estaba conscientemente haciendo una referencia al espíritu post renacentista, por todo lo que tuvo que enfrentar Caravaggio en su tiempo, como la vida del propio Derek, que murió de SIDA, fue una especie de mártir de una contrarrevolución sexual. Y por supuesto estaba Fassbinder, este monstruo alemán bruto y feo que hizo 40 películas y luego murió... esto apelaba a mi otra sensibilidad en torno al deseo, las drogas, el exceso, la brutalidad... Estos tres cineastas fueron muy fundamentales para mí, y espero que de alguna manera pueda continuar hablando de los temas que me interesan como lo hicieron ellos, por ejemplo, Pasolini habló de la familia, de los mitos, del fascismo...

-¿Y cree que hay otros cineastas que también estén explorando estos caminos?

-No, quizás me equivoco pero no se me ocurren muchos nombres... hubo gente que quizás seguía esa línea, pero murieron en los años 80 y 90, o han cambiado mucho. A veces me aburre cierto tipo de cine que aborda estas temáticas y se vuelve muy regresivo en términos temáticos, con todo ese quiebre de la tradición marxista... Pasolini era un comunista postmoderno y Fassbinder fue parte de eso en Alemania, pero Derek era mucho más un inglés radical y liberal... Nadie está interesado ahora en esos temas, quizás de cierta manera soy el último de los dinosaurios, soy un dinosaurio, por decirlo de alguna forma. Ah, pero sin dudas Gus Van Sant es un continuador de esta tradición, lo admiro enormemente, es uno de los mejores cineastas contemporáneos, está muy bien ubicado para explorar las posibilidades del cine independiente pero también trabajando con los grandes estudios. Elephant es genial como noción narrativa, su filmografía desarrolla ciertos elementos homosexuales muy interesantes. Su trabajo ha inspirado a muchos cineastas, incluyéndome, y me agrada que siga presente, porque nos permite seguir trabajando...

-¿Cuál es su opinión sobre el cine griego actual? Su punto de vista puede ser muy interesante porque empezó en Inglaterra y luego continuó acá, por lo que su visión puede hablar desde dentro y también desde fuera. Es interesante cómo están surgiendo cineastas y películas muy atractivos precisamente ahora que el país está en crisis, de cierta manera como lo que sucedió en Argentina hace diez años...

A Place in the Sun

-Por supuesto que fuera de Grecia durante mucho tiempo conocieron sólo a Angelopoulos... y por ejemplo creo que hay un cineasta que podría ser muy interesante para el público chileno: Cacoyannis, la quintaesencia de los orígenes del cine griego contemporáneo, un muy poderoso crítico de las condiciones sociales en Grecia, la hipocresía de la clase media y la petit bourgueoisie. Incluso en Zorba el griego, su película más comercial, fue un crítico muy duro de la sociedad agraria, no es sólo el baile del zintaki en la orilla de la playa... es algo mucho más oscuro, que viene de Kazantzakis. En los años 50 y 60 acá hubo un cine muy comercial, con una gran industria parecida a lo que hoy es Bollywood en la India, producíamos cientos de películas al año, porque no había TV, abordando distintos géneros. Esto murió a principios de los años 70, y luego vino una corriente de nuevo cine griego, Angelopoulos tratando de impulsar esta nouvelle vague "a la greque", y de cierta manera lo hicieron, pero por el camino perdieron su público, se convirtió en un ghetto que sólo estaba destinado a los festivales y en ciertos pequeños círculos de izquierda, haciéndose cada vez más pequeño en los 80 y 90. Hubo una corrupción institucional asociada con esa generación, desafortunadamente incorporada en el sistema, lo que termino por ser una situación muy fea. Creo que esto comienza a cambiar, me gustara o no, con algunos de mis trabajos, como The Edge of the City, A Place in the Sun, de repente me di cuenta que estoy posicionado en cierto sector de la industria fílmica y en el público de la clase trabajadora.... Esos trabajos en un principio no tuvieron éxito, fueron más vistos como producciones underground. Y aún después cuando ya estaba más establecido, de todos modos encontré rechazo, por ejemplo con mi película Hostage, ¡la odiaron, incluso los cinéfilos! La encontraron radical, hoy es algo muy normal. Y ahora, comenzando con la crisis, está esta nueva generación, que no es tan nueva, ya que han estado por ahí en los últimos diez o quince años, probando un nuevo lenguaje, quizás en reacción a mi lenguaje, como Yorgos Lanthimos (Canino, Alps) o Athina Rachel Tsangari (Attenberg), quienes mientras otros hacían películas más humanistas, quizás han desarrollado un estilo más radical, haciendo películas que se parecen a las que participan en competencias internacionales viniendo de Europa central. No creo que estén muy interesados en los aspectos políticos, sino en el art cinema, y desarrollan temas que me interesan mucho, como la desintegración de la familia en la Grecia contemporánea.

-Aquí surge entonces el viejo dilema: Hacer las películas para uno mismo o para el público...

-Claro... Por ejemplo, Troyanos, la película que yo hice sobre Kavafis (el gran poeta griego), era justo lo que yo quería hacer, un seudo documental sobre Kavafis que en realidad era una elegía sobre el SIDA y la muerte, una crítica y un ataque a los académicos y a la historiografía en este país que dominaron los estudios sobre Kavafis durante 50 y 60 años en este país, hablando de él como un tesoro nacional, pero nunca se referían a su sexualidad, porque su vida personal no importaba.

-Sus películas de la primera etapa de su carrera eran muy radicales pero a la vez incluían una idea romántica de las relaciones o del pasado, a pesar de que su cine no es nostálgico o idealista...

-Claro, no tengo un fetichismo con el pasado. Tengo un link cultural con eso, y al mismo tiempo siento aversión. En realidad no es que sienta amor u odio por esto, sino que trato de distanciarme, de pensar cómo posicionarme frente a esto, porque si caigo en eso me destruyo, ha sido la perdición para muchos artistas de distintas áreas, pintores, escritores, poetas, refugiarse sólo en el pasado y la tradición, sin tener voz propia, como si alguien en Inglaterra sólo se dedicara a hacer películas basadas en Shakespeare... si yo pude abordar a Kavafis fue porque él al usar el pasado lo hacía a partir de ser muy irónico y usar el humor negro para hablar de la futilidad del pasado, y al mismo tiempo hablando del presente al abordar la traición, la lealtad, el amor, la historia, si quiere usar un término moderno, está deconstruyendo el pasado pero manteniendo el balance correcto, porque no se trata de ser sólo radical, ya que existe esa relación con el pasado. Radical es romper las reglas de algo, ¿cierto? OK, pero para eso hay que conocer el pasado... si quieres ser anticlerical debes saber lo que dice la iglesia, si quieres ser anticapitalista debes entender cómo funciona esta maldita economía.

Man at Sea

-A propósito, ¿cuál es su opinión sobre la crisis actual y lo que vendrá, considerando que antes de ser cineasta estudió historia y economía?

-Acá en estos momentos que hablamos en Tesalónica, no sólo estamos en la burbuja del festival, sino además en la burbuja de las provincias, donde aún toleran la situación económica y las autoridades. En Atenas, especialmente en el centro, es un completo desastre en lo que se refiere a la situación económica y social; si caminas por los distritos comerciales de la ciudad, una de cada tres tiendas está cerrada, se ven muchos mendigos... incluso la violencia se ha ritualizado, se matan entre ellos, los anarquistas, los estalinistas y la policía, a veces parece una reminiscencia de una proto guerra civil. El centro de Atenas es realmente una distopia, se ve consumo de drogas en las calles, jóvenes prostitutas nigerianas teniendo sexo por el precio de una comida barata, jóvenes árabes y africanos vendiendo drogas en las calles, frente a una abuela que está sacando a pasear a su nieta; los desposeídos que tienen VIH y no cuentan con acceso a cuidado médico, la vieja abuela burguesa encerrada en su pequeño penthouse mientras todo esto pasa en las calles... Todo esto es fascinante para un cineasta, para cualquiera que quiere dedicarse al cine, para los artistas en general...

-Pero al mismo tiempo, como griego esto debe ser muy triste...

-Es choqueante, no triste, ver el quiebre del sistema, ver cientos, miles de niños y jóvenes de Afganistán que no tienen donde vivir o terminan viviendo en departamentos con cientos de personas, pagándoles 3 ó 5 euros a dealers para que les permitan al menos dormir en el suelo o en el baño... Todo esto es desgarrador, es lo que se vive en una sociedad en crisis que en verdad nunca ha enfrentado nada de manera racional, sólo se conformaba con superar la amenaza de una guerra civil en los años 40, o viviendo las diferencias políticas de los 50 y 60 que llevaron a la dictadura en 1967. Lo que se tomó el país fue una especie de peronismo, sólo puedo describirlo en términos argentinos, porque no es socialismo; ellos corrompieron el mecanismo estatal completo, todos los sindicatos, la corrupción de todos los ámbitos en particular el sistema de justicia, el deterioro de la clase media, literalmente destruyeron por completo todo vestigio de autonomía e independencia de la sociedad civil, la burocracia estatal sólo se mantiene con los préstamos internacionales y los bancos del extranjero. Era la "crónica de un desastre anunciado"... si alguien tiene ojos, puede ver la realidad, cualquier persona honesta puede detectarlo. Acá no tenemos un Estado, simplemente, y necesitamos un Estado.

-¿Y aunque es difícil jugar a adivinar, puede imaginar qué pasará a futuro?

-Creo que la Unión Europea ha manejado la situación política y económica de manera muy xenofóbica, muchas de las cosas que están pasando acá están sucediendo en otros puntos de Europa. Es siempre lo mismo, en el centro de Atenas se les declara la guerra xenofóbicamente a los niños en Afganistán, llega la policía, los golpean, los deportan, los neonazis matan a algunos... De la misma manera se comporta Europa. La tradición humanista de Europa ha terminado.

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