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Erika Lust, pornógrafa "La violencia sigue siendo mucho más tolerada que el sexo"

Desde Barcelona, la realizadora Erika Lust –especializada en los filmes porno centrado en las mujeres- nos comenta sobre su visión del cine X y duda que los vientos de cambio que se avizoran en el cine más comercial, donde cada vez más proliferan las escenas de sexo explícito, sea más que un fenómeno transitorio.

Por Tariq Porter

Erika Lust (1977), realizadora sueca afincada en Barcelona, representa en buena parte una nueva ola del cine porno, portador de sexo explícito con mayor conciencia en su discurso y valores cinematográficos. Lust arrancó como profesional de la industria del porno en 2004, dirigiendo el cortometraje The Good Girl. El enorme éxito que cosechó con este film, tanto de público como en festivales, la llevó a fundar su propia productora, Lust Films, con la que en 2005 estrenaría su primer largo, Cinco historias para ellas, galardonado en festivales eróticos de Barcelona, Berlín, Toronto y Nueva York. Después de eso, ha dirigido varias películas, tanto largos como cortos, entre las que destacan Life Love Lust (2010) o X-Confessions (2013). Su trabajo podría describirse como un porno ambicioso y de calidad, todo un referente en la industria por su cuidada factura y su capacidad afrodisíaca, además de su óptica femenina, que sin duda le da otra dimensión.

-Tu trabajo se caracteriza, entre otras cosas, por ser mucho más autoexigente en tanto que producto integral: fotografía, sonido y música, e incluso los trasfondos argumentales están más elaborados que la mayoría de cine porno actual. ¿Ello responde a una intención de democratizar, acercar el imaginario sexual a un público amplio, o es más bien una mera cuestión de estilo, de estilización de la pornografía?

The Good Girl

-Responde a las dos cosas. Por un lado, antes de entrar en ese mundo, la pornografía que había visto no me parecía satisfactoria; su estética no era atractiva, ni erótica, ni sexi ni imaginativa; era un producto feo y pobre hecho por alguien que no tenía ningún interés cinematográfico. A mí me encanta el cine, así que quise hacer algo relacionado con la estética del género erótico prescindiendo de imágenes o conceptos cursis, haciéndolo moderno, y usando un lenguaje cinematográfico y explícito a la vez. Por otro lado, cuando empecé estaba estudiando ciencias políticas y debatíamos sobre las fórmulas y estructuras sociales de género, algo que era y sigue siendo muy importante para mí. Entonces, analizando un poco el cine pornográfico me di cuenta que, más allá de la estética, tampoco me gustaba la forma en la que el porno trata a la mujer, reducida a herramienta para la erección, eyaculación y en definitiva placer exclusivamente masculino. No era un cine sobre mujeres; no eran nuestras historias.

-Bueno, en realidad, para los hombres también es bien distinto el sexo real que el que vemos en la pornografía…

-Por supuesto, pero mi perspectiva era la femenina y mi objetivo, y por lo que decidí hacer este tipo de cine, era cambiar esa estructura, poniendo a la mujer como el centro, como sujeto que tiene su experiencia erótica. Y eso no significa que reduzca a los hombres como herramienta de placer; concibo el sexo como personas que comparten un acto y que gozan mutuamente.

-Quizás por ello resulte más difícil clasificar tu cine, que podría verse como un eslabón intermedio entre la pornografía pura y dura y el cine erótico destinado al consumo en salas y televisión, explícito pero no gratuito. ¿Tienes en mente algún proyecto con perspectivas de ser proyectado en una sala de cine comercial?

-Por supuesto. El cine me encanta, era lo que quería hacer, y siento que desde que empecé he aprendido mucho del medio. Ahora, cuando veo mi primer corto, del 2004, me doy cuenta que fallan muchas cosas, pero aun así tiene alma. Evidentemente, la única manera de aprender en este mundo es haciendo, y yo encontré una fórmula de empresa audiovisual, que es algo que creo que falta en las escuelas de cine. No te enseñan cómo se hace negocio con esto, cómo se vive del cine, cómo uno puede llegar a financiarse sus propios proyectos. Con esto, ahora puedo permitirme desarrollar y experimentar con mis trabajos, mejorando cada vez. Y por supuesto, en el futuro quiero hacer algo más narrativo, más profundo, y sin renunciar al sexo explícito, que creo que es algo muy interesante y que puede realmente ayudarnos a profundizar y despertar emociones. De hecho, existen varios referentes de eso, como 9 Songs de Michael Winterbottom o Shortbus de John Cameron Mitchell, aunque es distinto porque yo quiero pronunciar aún más el sexo. Mientras estos directores, cuando uno lee entrevistas suyas, hablan del sexo como vehículo y no como punto central, yo no tengo ningún problema en reconocer que mis trabajos son para provocar excitación, que puede ser física pero también intelectual, y esa es una dualidad muy importante.

Cinco historias para ellas

-De hecho, en los ejemplos que tu citabas –Winterbottom, Cameron Mitchell–, también Lars von Trier o Catherine Breillat, films como "El imperio de los sentidos"… quizás es por la manera de grabar, quizás por la misma historia, pero lo cierto es que difícilmente despiertan excitación en el espectador.

-Eso es porque muchos de ellos muestran el lado negativo del sexo, algo problemático, perverso. Yo muestro el lado entretenido, lúdico, y creo que esa es la clave, en buena parte de mi éxito, porque de hecho hay muy poca competencia. Por un lado están los directores como los citados, que además de ser menos proclives a grabar imágenes muy explícitas a menudo hablan de sexo con reminiscencias negativas, y por otro lado el porno puro y duro, que también es negativo en la forma en cómo trata a la mujer, de forma violenta, agresiva.

-Y no sólo la mujer. Físicamente es cierto que existe una tendencia a violentar a la mujer, pero idealmente también al hombre; uno no se siente identificado con la imagen masculina del cine porno, y en cierto modo también es algo violento.

-Efectivamente. Somos muchos los que sentimos que esta pornografía no nos satisface. A mí me pone enferma la tendencia a castigar a la mujer de la pornografía estándar. Precisamente, que este sea el porno estándar, el que consume más gente, creo que es algo peligroso y tiene que ver también con un discurso político. Es muy importante mostrar una alternativa, otro camino más natural y realista, más sano.

-Siguiendo con los referentes del género, podemos constatar que la difusión que han tenido, hasta ahora, ha sido reducida. Sin embargo, en este momento empiezan a haber indicios de expansión, de una mayor aceptación de la imagen sexual incluso en el cine de consumo, en el que lo vemos cada vez más naturalizado.

-Lo que está pasando es que gracias a los medios y especialmente a internet, ahora es más fácil hacer llegar un producto alternativo a un público más amplio, porque antes teníamos un sistema de grandes distribuidoras en los que si uno no entraba, simplemente no obtenías difusión. Mis films, por ejemplo, nunca hubieran existido si no fuera por internet.

Life Lust Love

-Pero no sólo eso. Se dan casos como la película "La vie d'Adèle", con largas escenas de sexo explícito, que gozan de una amplia distribución y obtienen los más notables reconocimientos, como la Palma de Oro en Cannes…

-No estoy segura de si eso es una señal inequívoca de cambio. Si uno hace un repaso a la historia reciente se da cuenta de que ha habido varias olas, que esto es algo que sube y baja. Es cierto que ahora estamos en un momento en el que se habla mucho del tema, pero también lo fue hace una década y después volvió a decaer, aunque sin duda estamos avanzando en ese aspecto. Es notable el cambio de las mujeres como consumidoras, mucho más atrevidas y abiertas. Esto se ha visto claramente con Cincuenta sombras de Grey.

-También parece haber una mayor aceptación hacia el campo específicamente pornográfico e incluso hay una vinculación con el cine comercial. Personajes como Sasha Grey actuando para Soderbergh o Vigalondo; Rocco Sifredi para Breillat; Sibel Kekilli y Jessy Jensen en la serie de televisión "Juego de Tronos"… o cine que habla de ello, como "Shame" o "Don Jon". Incluso hace unos días conocíamos la noticia de que el director catalán Jaime Rosales iba a trabajar con el famoso productor Torbe, que rodará las escenas sexuales de su nuevo film...

-¡Qué ridículo! Personalmente, me parece muy triste que un director como Jaime Rosales cuente con un personaje como Torbe, que no tiene ningún arte y que precisamente incide en el maltrato a la imagen de la mujer en sus grabaciones…

Respecto a la cuestión, sobre este vínculo también hay otros casos notables como las películas Lovelace, sobre la protagonista de Garganta profunda (Deep Throat), o The Canyons, con James Deen. Don Jon homenajea la pornografía, pero es sobre todo una crítica y una muestra de esta generación a la que el sexo irreal, ilusorio, le resulta más satisfactorio que el real. En todo caso, es difícil que este vínculo se estreche más, principalmente por los sistemas de cualificación, que limitan mucho la difusión de un producto y determinan buena parte de su éxito. Vivimos en una sociedad en la que la violencia sigue siendo mucho más tolerada que el sexo. Podemos ver una escena muy violenta en el cine, pero si en un film aparece un pene erecto sigue siendo inmediatamente condenado, de igual forma que una mujer disfrutando de su sexo es automáticamente castigada.

Cabaret Desire

-Esto último lo vemos claramente en el cine de terror slasher, en el que una actitud lasciva de la mujer, es sistemáticamente respondida con la muerte.

-Exactamente. En el cine mainstream, una mujer fuerte, sexual y divertida es castigada. Será violada, tendrá un tormentoso affaire, se enfermará… Muy pocas veces ese personaje no va a sufrir. Y la única manera de que eso cambie es que más mujeres hagan cine, porque al día de hoy el 99% de los argumentos tienen una perspectiva masculina, de la misma forma que la representación de la sexualidad en la pornografía. Yo no quiero, de ninguna manera, que Nacho Vidal enseñe a mis hijas cómo hay que tener sexo, y por eso prefiero hacerlo yo. Y me gustaría que más mujeres hicieran lo mismo, que dieran su visión, también los hombres normales.

-Otro ejemplo de ello, que será próximamente trasladado a la gran pantalla, es la novela que mencionabas, Cincuenta sombras de Grey, que en un artículo reciente comentabas que te decepcionó que a pesar de ser una novela erótica explícita tuviera unos valores tan conservadores. Más allá del libro, lo cierto es que a raíz de su publicación y éxito se ha abierto una enorme veda para el relato erótico que ha facilitado y avivado tanto la lectura como el debate sobre sexo. ¿Podríamos entenderlo, desde ese punto de vista, como un fenómeno positivo?

-Chapeau. En ese sentido es sin duda positivo. Lo bueno es que es una novela que ha vendido y gustado pero también disgustado a mucha gente. Ha habido todo tipo de reacciones, y eso es algo muy positivo; ahora hay gente que me contacta para consultarme si sé de otras novelas similares, si hay más referentes de narrativa erótica…

-A propósito de novelas eróticas, este año has publicado, después de varios ensayos sobre sexo, tu primer libro de ficción, La canción de Nora. En él podemos leer que tu dedicatoria va a la ciudad de Barcelona y al cine, “que es tu pasión”. ¿Cuál crees que es tu contribución a éste?

-Mi contribución ha sido la de dar una alternativa a la representación de la sexualidad humana. Bueno, y hacer pasar un buen rato a la gente [ríe]. ¡Que no es poco!

 

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