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Crónicas caninas (3) Una declaración
de amor

No hay nada mejor para un festival que descubrir e incentivar nuevos talentos despertando el entusiasmo de espectadores y críticos. Pamela Biénzobas encuentra en el filme inaugural de la Semana de la Crítica -muestra no competitiva- su primera cinta favorita. "La Guerre est déclarée" de la actriz Valérie Donzelli borró de un plumazo el amargo sabor de boca de tres de las cuatro películas dirigidas por mujeres de la Competencia Oficial que se han exhibido hasta ahora. Una película hecha en familia (actúa ella, su pareja e hijo) que destila lo más preciado de esta sección: innovación. (Foto: La Guerre est déclarée)

Por Pamela Biénzobas desde Cannes

Aunque al anunciar la Selección Oficial hace un mes el director del Festival Thierry Frémaux destacaba la presencia femenina, con cuatro realizadoras en Competencia, la programación pareciera haber hecho un flaco favor al cine "de mujeres" al reunir tres de esos títulos al comienzo de la sección competitiva. Sleeping Beauty, de Julia Leigh (ver Crónica 1), We Need to Talk About Kevin, de Lynne Ramsey (Crónica 2) y Polisse, de Maïwenn (que no vi pero que, una amplia mayoría califica de simplemente mala) inauguraron la Competencia dejando mucho que desear.

Lo contrario sucedió con la Semana de la Crítica, que eligió el trabajo de una joven cineasta para abrir su 50ª edición, en un acierto rotundo. Si a menudo el cine frustra por su poca invención y sobre todo la incapacidad de tantas películas de remecer y emocionar, pues La Guerre est déclarée ofrece una vibrante reconciliación. El segundo largometraje de la realizadora y también (y en primer lugar) actriz Valérie Donzelli es un grito irreprimible, por momentos de angustia, por momentos de alegría, por momentos de dolor. Es un grito vital, y sobre todo una tremenda declaración de amor: al cine, a la vida, a un niño. Y, más directamente, una declaración de guerra a la fatalidad y a la enfermedad.

El dato biográfico no importa mucho. O quizás sí, pero es innecesario porque inmediatamente se hace evidente que un tema tan grave sólo puede ser tratado con tanta honestidad, intensidad y también ligereza por quien lo ha vivido. Un tema de ésos que se prestan a las peores manipulaciones emocionales: un hijo con cáncer.

Valérie Donzelli y Jérémie Elkaïm

El film abre con la imagen de un niño, ya no tan pequeño, que se va a hacer un scanner del cerebro. Ahí está todo dicho: se nos va a contar una historia muy triste, pero cuando veamos al bebé en peligro de muerte, sabremos que va a sobrevivir, a crecer. Nada de jugadas sucias ahí. El final feliz ya está anunciado. Evacuado el suspenso truculento, nos lanzamos en el cuento romántico, desde el primer encuentro entre Roméo (Jérémie Elkaïm, co-guionista y co-protagonista tanto de la película como de la vida real) y Juliette (Donzelli), guiño que vale el comentario de "entonces vamos a vivir una historia trágica". Luego llega Adam (que, ya grande, es interpretado por Gabriel Elkaïm, el hijo de la pareja). Y luego llega su tumor cerebral. (Nota al margen: es curioso el encadenamiento temático de las películas de este comienzo de Cannes, habiéndose mostrado ésta justo después de Restless -ver Crónica 2–).

Lo grande de La Guerre est déclarée no es, obviamente, su tema ni su lazo con la realidad, sino la libertad y creatividad con que todo ello está llevado a la pantalla. Los múltiples artificios no sirven para convocar las lágrimas, sino para transformar la historia en una especie de cuento de hadas, colorido, musical, en movimiento. Esa distancia alegórica (claramente anunciada con la elección de los nombres de los protagonistas) curiosamente no le quita emoción sino que la hace más sincera y, por lo tanto, bienvenida.

Donzelli mezcla géneros, juega, se ríe cuando habría que llorar, y con eso invita a reír y a llorar con ganas; canta las palabras más graves y significativas para que se sientan más livianas. Se nota, se siente, se sabe que Donzelli y Elkaïm (y probablemente todo el equipo) aman la vida, aman a su hijo y aman el cine. Y lo gritan en una declaración que aunque probablemente sea muy personal y terapéutica, no resulta nada impúdica (todo lo contrario, dicho sea muy de paso y siguiendo con los encadenamientos temáticos, de la desconcertante Arirang, de Kim Ki Duk, su primera película en tres años). El resultado puede gustar o no, pero la honestidad, moral y creativa, del gesto de Donzelli es indudable.

La Guerre est déclarée

La elección de La Guerre est déclarée para abrir el cincuentenario de la Semana de la Crítica es también una gran declaración de principios de esta sección que se jacta con razón de haber descubierto a muchos que pronto pasaron a la liga de los grandes, y que enarbola como idea fuerza la revelación. Aquí por fin, y sobre todo en el contexto de un comienzo de festival más bien soso, se justifica plenamente el entusiasmo que debiera acompañar a una fiesta mayor del cine.

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