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Como casi todos los años, nuestra compañera Pamela Biénzobas viajó nuevamente al Festival de Cannes. Llegando con un par de días de adelanto (para ahorrarse algunos morlacos y preparar su estrategia de guerra festivalera), nos cuenta desde los días-horas-colas previas hasta la inauguración menos exclusiva de los últimos años: El gran Gatsby, otro pomposo espectáculo pirotécnico de Baz Luhrmann, que se estrenó en EEUU la semana pasada y ayer en la mismísima Francia.

Por Pamela Biénzobas

Está empezando. La lluvia cae, cumpliendo los presagios de un festival bien mojado. La primera montée des marches (el paso por la alfombra roja) está ocurriendo lejos del sol que ayer brilló sobre Cannes, como diciendo "aprovéchenme que ya me voy, adiós al stress festivalero". Y es que si bien la apertura oficial del Festival de Cannes es ahora, con el "film-evento" El gran Gatsby, ya hace rato que el barullo comenzó. La mayoría de los profesionales tienen que llegar antes para instalarse en los departamentos arrendados que serán sus oficinas (las empresas) y hogares (pues es mucho más conveniente que ir a un hotel) durante dos semanas. Ya el lunes los trenes de París venían llenos de asistentes al festival. Y el martes las colas para recoger las acreditaciones empezaron a alargarse a medida que avanzaba el día. También las colas en las oficinas de las empresas de relaciones públicas, donde tiene lugar una negociación compleja y caótica para tratar de obtener entrevistas (o más bien un cupo en una mesa redonda) con las figuras presentes. Pero ésa ya es toda una historia en sí...

La Alfombra Roja antes de la Alfombra Roja (Foto: Pamela Biénzobas)

Algunos esquivaron el sol del martes por dos horas y media para ya ver, en pase privado, El gran Gatsby. El de este año es un film de apertura poco exclusivo, ya que sale en salas francesas hoy mismo, y en los Estados Unidos ya se estrenó el viernes pasado. En todo caso, así suele ser el perfil de la película que abre el festival: un título muy mediático para lanzar las festividades con pompa y glamour, y que por lo mismo va fuera de competencia. (Lo excepcional es lo contrario, cuando se elige una película más "modesta" y que sí va a concurso.)

Así entonces, a las 10 de la mañana, con la primera función de prensa oficial, comenzó el primer día oficial de cine. Pero más allá de la oficialidad, la señal más clara de que Cannes comenzó son los fanáticos instalados en las escaleras frente al Gran Teatro Lumière, la sala principal del Palacio de Festivales, y sede de las galas. Y como la idea justamente es comenzar con figuras notorias, entre la cinta de apertura y el jurado de la Competencia Oficial, la "rutina" anual, tras la función inicial para acreditados (luego en la tarde hay otra para periodistas, y más tarde de la ceremonia de gala), es la conferencia de prensa del dichoso film de apertura, seguida casi inmediatamente de la del dichoso jurado.

A la entrada de la sala se formaron nuevas colas, bien ordenadas según la jerarquía cromática de las tarjetitas colgadas al pecho, mientras que los fotógrafos se apiñaban en el corredor por el que pasarían, entre otros, Steven Spielberg y Leonardo DiCaprio; el primero junto a los otros miembros del jurado que preside, y el segundo con el resto del equipo de El gran Gatsby, encabezado por el director australiano Baz Luhrmann, quien también firmó el guión, junto a su colaborador habitual Craig Pearce, de la adaptación de la novela de F. Scott Fitzgerald.

Eso es la película El gran Gatsby: Fitzgerald adaptado por Luhrmann. El fasto y la decadencia en 3D al ritmo del hip-hop. El esplendor del Nueva York de los Roaring Twenties con todos los efectos visuales que podrían esperarse del director de Moulin Rouge. El proletariado cubierto de tizne de la sociedad industrial estilizado casi como en una fantasía social-realista, con dejos de épica fundacional à la Australia. Y la sonrisa perfecta de Leonardo DiCaprio encarnando a ese hombre capaz de mantener la esperanza, y capaz de asegurarle un sitio de honor tanto en las páginas de cultura como en las de farándula de la prensa mundial.

Mientras el Gran Teatro Lumière protege de la lluvia a los emperifollados asistentes a la ceremonia de apertura, tienen lugar dos funciones de prensa, una de la que probablemente sea la película menos glamorosa de toda la Competencia: Heli, del mexicano Amat Escalante, que oficialmente pasa mañana junto con Jeune et jolie de François Ozon. Pues es mañana que el cine realmente comienza, incluyendo también las otras secciones: Un Certain Regard abre con The Bling Ring de Sofia Coppola (y Frutivale Station de Ryan Coogler); la Quincena de los Realizadores con The Congress de Ari Folman (y los cortos de Taipei Factory, incluyendo el del chileno Luis Cifuentes, además de dos episodios de la miniserie de Jane Campion Top of the Lake), y la Semana de la Crítica con Suzanne, de Katell Quillévéré (y Salvo, de Fabio Grassadonia y Antonio Piazza). Ahora sí que empieza la fiesta.

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