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Crónicas Caninas 2013 (5) La dura belleza
de los sentimientos
La vie d'Adèle (Chapitre 1 et 2), de Abdellatif Kechiche, asoma como la gran favorita al palmarés logrando un consenso generalizado entre la prensa especializada. Una grácil y emotiva historia de amor y desamor entre dos mujeres.
Por Pamela Biénzobas desde Cannes
Ya todo el mundo está agotado en Cannes. Tras una semana entera de carreras, falta de sueño, negociaciones infructuosas para obtener entrevistas en el caso de la prensa, la lluvia torrencial, los tradicionales robos, etc., muchos ya no disimulan su desánimo y estrés. Y de pronto llegan dos películas como una caricia para los ojos y el espíritu: la sólida y graciosamente emotiva Nebraska, de Alexander Payne, y La vie d'Adèle (Chapitre 1 et 2), de Abdellatif Kechiche, que inmediatamente se situó como favorita para la Palma de oro.
Tras la proyección de prensa de anoche de la adaptación libre de la novela gráfica Le Bleu est une couleur chade (de Julie Maroh) por el realizador de L'esquive y La graine et le mulet, pese a la lluvia todo el mundo parecía sereno, contento, con la mirada perdida. Muchos hombres declaraban espontáneamente estar enamorados de las dos protagonistas, y pese a las tres horas de película, más de alguno estaba frustrado porque había quedado preocupado por el personaje principal, y quería acompañarla y saber qué haría ahora con su vida; si sería feliz.
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Léa Seydoux en La vie d'Adèle |
Para eso se necesita no sólo un extraordinario talento sino una sensibilidad que (con la excepción de Vénus noire) Kechiche ha demostrado con una facilidad que sólo puede provenir de un corazón bien puesto. Igualmente las explícitas y extensas escenas de sexo lésbico evidencian a la vez el respeto y la delicadeza, pero también la mirada de un director que sabe exactamente cómo mostrar en cine.
La realización de La vie d'Adèle es mucho más controlada y los planos más cortos y cerrados que en sus primeras películas, recurriendo ya casi nada al registro naturalista y más improvisado, sino más a la precisión, sin por ellos perder una gota de emoción y cercanía.
Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux también se perfilan como contendoras de peso para la Palma de plata compartida a la mejor actriz (aunque podría incidir en las posibilidades de la película para la Palma de oro), encarnando respectivamente a Adèle y Emma. La primera es, al comienzo, una adolescente normal en los suburbios de la ciudad de Lille (cerca de Bélgica). Sencilla, relativamente popular y amante de literatura clásica aunque inculta en otros ámbitos. Mientras se da cuenta de que no la seduce demasiado el chico guapo y adorable con el que empieza a salir, de pronto cruza en la calle una imagen mucho menos normal que la perturba completamente. Luego descubre que la joven ahombrada con el pelo teñido de azul es Emma, estudiante de bellas artes plenamente asumida en su homosexualidad.
Tras las primeras hesitaciones y descubrimientos, la película hace dos saltos temporales importantes para seguir a las mujeres unos años después, ya bien instaladas juntas hasta su ruptura, y luego tres años más tarde, mientras Adèle trata de superar su pena y hacer su vida.
La vie d'Adèle está filmada con una sensualidad extraordinaria, que deja un importante espacio al erotismo, pero supeditándolo siempre a los sentimientos. Si caló tan hondo en un público tan amplio y diverso es porque antes que una historia de descubrimiento sexual, antes que un amor lésbico, antes que un relato de aprendizaje o que un retrato de heroína, es una película increíblemente tierna y cálida sobre la belleza (a veces dura) de los sentimientos.
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