Por Pamela Biénzobas desde San Sebastián

Recuerdo que al terminar de ver Les derniers jours du monde (Los últimos días del mundo, 2009), la anterior película de Jean-Marie y Arnaud Larrieu, un amigo comentó que no había podido entrar completamente en ella porque no le parecía natural que todo el mundo quisiera acostarse con el personaje interpretado por Matthieu Amalric, reserva que sus acompañantes femeninas no compartíamos. Pero efectivamente, si no se establecía una complicidad o al menos una aceptación completa de ese deseo que movilizaba las pulsiones de la aventura apocalíptica, el motor podía sentirse artificial.

El mismo riesgo corre L'amour est un crime parfait, presentada en la sección Perlas (llegando de Toronto), y que también se basa en la química de un actor que, aunque irresistible para muchos, comprensiblemente podría empezar aburrir a quienes no sucumban a su encanto masculino o de intérprete. Al igual que en el título anterior de los cineastas franceses (basado en la novela homónima de Dominique Noguez), en esta adaptación de lncidences, de Philippe Djian, todo reposa en el personaje de Amalric, protagonista y en cierta forma narrador de una película policial que rechaza los códigos del género.

Marc vive en medio de la montaña suiza con su hermana Marianne (Karin Viard), con quien mantiene una relación fusional y enfermiza. Todos los días bajan a la ciudad a trabajar a la misma universidad: ella como bibliotecaria y él como profesor de literatura, animando talleres de escritura en los que participan principalmente jovencitas anhelantes por descubrir y explorar su sensualidad.

Las primeras imágenes nos muestran a Marc volviendo a su casa con Barbara, una exuberante alumna bastante borracha, que a la mañana siguiente permanece inquietantemente inmóvil. Elipsis. La chica desapareció. La policía investiga en el campus. Entra en escena la joven y solitaria Anna (Maïwenn): hace poco se casó con el padre de Barbara, pero el marido partió en misión militar, dejándola a cargo de su hija. Esta vez, la actriz y realizadora no sólo no resulta insoportable como cuando se dirige a sí misma (como ocurrió cuando dirigió Polisse), sino que incluso inspira simpatía en el rol de la frágil y confundida madrastra. Entretanto, el patético jefe del departamento de literatura encarnado por el excelente Denis Podalydès babea por Marianne, y la determinada estudiante Annie (Sara Forestier), sin talento pero con un padre poderoso, no se resigna a que Marc no se deje seducir por ella...

La vida sigue, quizás no para la sexy aspirante a escritora desaparecida, pero al menos para el resto de los personajes enredados en la maraña de lazos cruzados de deseo efervescente.

La opción de no ceñirse a una estructura de género, jugando entre el policial, la comedia de enredos románticos y el drama psicológico, es la mayor fortaleza de L'amour est un crime parfait pero también provoca una ligera caída del ritmo a medio camino porque se diluyen las tensiones al no tener clara la jerarquía de los conflictos. Pero los Larrieu rápidamente aprietan los tornillos y muestran su destreza en todos los registros narrativos a la vez. Como en la mejor cocina, las recetas son mejores si sólo se usan para inspirarse, mezclar, torcerlas y sorprender.