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Valdivia 2005 Nuevo Cine Chileno: Entre ponerle y no ponerle

Pese a que resulta evidente que el Festival de Valdivia tiene una cómoda ventaja sobre Viña en su consolidación como cita cinéfila, hay un área donde el festival viñamarino lo sigue superando: fue cuna del movimiento cinematográfico más importante de nuestra historia, el Nuevo Cine Chileno. Este año el certamen sureño estuvo a punto de quebrar esa marca alimentando un flamante engendro del mismo nombre. Mala pata, les falló el jurado y fue en Viña donde finalmente se terminó de bautizar al recién nacido repartiendo premios a todos los postergados de Valdivia. Pero, realmente, ¿existe el Nuevo Cine Chileno?

Por Jorge Morales

Aquellos que creen en la astrología podrían decir que hubo una conjunción de astros. Otros, más materialistas, podrían hablar de un reordenamiento de fuerzas, los más desconfiados pueden pensar que todo no es más que una campaña publicitaria y finalmente los que apelan al sentido común dirán que fue sólo entusiasmo, una contenida pero ascendente euforia colectiva. Hasta cierto punto todos tienen razón. Hasta los astrólogos. Basta haber visto en Valdivia la conjunción de "estrellas" nacionales que en masa no sólo apoyaron sino que literalmente –como si fuese un guión aprehendido- repitieron a quien quisiera escucharlos que llegaba una nueva generación, con aires nuevos y que se autodenominaba Nuevo cine chileno. Todo muy nuevo, aunque el nombre es harto viejo, pero en fin. De un paraguazo, todo el cine que vimos el año pasado envejeció. Machuca y B-Happy quedaron convertidas en piezas de museo pese a que la mayor parte del medio tuvo frente a ambas los mismos síntomas de embriaguez, catalogándolas sin vergüenza de casi auténticas obras maestras en aquel lejano y añejo año 2004. Ni hablar de las cintas más antiguas como Sexo con amor ahora considerada apenas 'simpática' (antes una "aguda" radiografía de la vida sexual de los chilenos), o El chacotero sentimental, una infamia siquiera citarla.

Aunque puede ser ilustrativo, no vamos a buscar los recortes de prensa para delatar la falta de rigor que se tuvo frente a las películas del año pasado. Pero recomendamos ir guardando las de este año para cuando llegue otro fenómeno que sobrecaliente las expectativas y la ansiedad y de un golpe de timón al Nuevo cine chileno

¿Nuevo cine chileno? Parece raro que un conjunto de cintas tan dispares en varios sentidos puedan responder a un espíritu común que no sea más que las intenciones de sus realizadores. En todo caso, ese sí es un rasgo singular y característico. Hasta ahora los cineastas chilenos mantenían una postura más bien distante de sus pares. No se pronunciaban ni sobre los méritos ni sobre los errores de sus colegas. Mantenían una actitud diplomática, sin trinchera, de sana convivencia, 'sindical'. Actuaban como un grupo compacto para enfrentar la crueldad del sistema, para obtener mejores beneficios y para defenderse de los 'malos' de la prensa. Pero detrás, un completo vacío ideológico. Algo natural porque sus agrupaciones eran totalmente instrumentales. Distinto al caso de los documentalistas que mantienen muchas más diferencias de forma y fondo, en parte porque existe una mayor reflexión teórica a la hora de plantearse sus proyectos, y a que su recaudación y distribución son completamente diferentes y también con mayor grado de independencia unos de otros, pese a tener más vocación de grupo. Esto ha derivado en rencillas muchos más intensas, más visibles (al menos para los que hemos prestado un poco de atención) y por cierto mucho más interesantes desde el punto de vista cinematográfico.

Este no es Nuevo Cine Chileno... parece

Por eso la aparición de un grupo diferenciado (o que quiere diferenciarse) en el mundo de los directores de ficción es saludable en cuanto eso signifique una postura frente al cine, una reflexión, y no una mera estrategia comercial. El problema, sin embargo, es que mientras no haya un corpus conceptual definido, cada película habrá que examinarla y en este minuto los únicos que pueden dar luces al respecto son los mismos directores responsables del invento. Pero lo que está claro es que el mote se vendió. De hecho en Valdivia se abusó del concepto hasta el punto que la organización, hiperventilada por el boom, cuestionó la decisión del mismo jurado que ellos llamaron a dirimir. Una actitud muy poco elegante para con las cintas extranjeras. En todo caso no es primera vez que una terna de jurados no refleja el clima festivalero. Baste recordar lo que ocurrió el 2003 cuando los jueces de ese año premiaron Cesante frente al trasatlántico que era Subterra que con razones –equivocadas o no- eran del todo atendibles como se desprende de la entrevista que dos miembros del jurado nos dieron en esa ocasión. Al margen de que ahora haya sido completamente errónea la decisión del jurado (media novedad), nadie puede acusarlos de falta de independencia. Porque hay que decirlo, el foro Wikén de 'Los nuevos aires del cine chileno', el artículo de nuestro compañero Ernesto Garratt en el mismo suplemento y la nota en la Cahiers du Cinema, avivaron el ambiente. Pero no fue una sorpresa, estaba previsto. De hecho la organización funcionó del mismo modo a la hora de programar su parrilla 'desterrando', cual Lavín candidato, a la pequeña sala de la Isla Teja a varios directores chilenos con sus películas. Se dirá que el tratamiento que tuvieron esas cintas respondió a que se trataba de filmes que no eran de la competencia sino de la sección Ventana del cine chileno. Pero ofrecerlas en funciones únicas sin presencia de sus actores, es decir, sin glamour alguno (que para efectos mediáticos era como no existir) se veía como discriminación. Ahora bien, al menos El huésped de Coke Hidalgo (la única que vi) no tenía estatura para estar en este u otro festival. Una divertida cinta de terror -aunque no fue hecha para reírse- pero que de todos modos le augura un futuro de película de culto gracias a su monstruo digital y a un sinfín de desaciertos imposibles de enumerar.

La segunda división del cine nacional (o la primera B para que nadie se ofenda como en el fútbol) donde también estuvo El baño, Límite, Horcón (que tuvo la fortuna de ser exhibida una vez en una de las multisalas del mall) y Juego de verano, en la que Bize tuvo la desgracia de participar, reflejó que el Nuevo cine chileno tenía su cuadro de honor. Y esos nombres se reconocían y se apoyaban: Scherson, Bize, Campos y Fuguet.

Un grupo que efectivamente tiene puntos de contacto. Sebastián Campos, en la notable entrevista que nos concedió, lo explica con claridad meridiana: "Más que por una estética o una temática es por una generación que está haciendo películas desde otro lado y para otra cosa". Tiene razón. Esta 'generación' (que va desde los 23 años de Nicolás López –uno que subieron al carro- hasta los 40 de Fuguet) está haciendo películas desde "otro lado". No son Subterra como dice Campos, es decir, no están haciendo cine desde de la Historia con mayúscula sino desde la otra historia, la chica, la personal. Eso es totalmente cierto, pero en ningún caso es un mérito en sí. Porque el cine no es sólo ubicación. De hecho, por muy grande que se vea Machuca, por muy política, y por muy vocación histórica que tenga, es la vivencia personal de Wood. O sea es una pequeña historia en un contexto grande (muy grande, enorme) pero es su propia vida la que se relata.

Scherson, Bize, Fuguet y Campos

Más cuestionable es la aseveración de que hacen películas para "otra cosa". Cuando Campos busca referentes para su cine como inspiración, como actitud, y piensa y admira (y con razón) ese nuevo cine chileno de los '70 que aún teniendo diferencias estéticas eran un grupo hecho y derecho, y que eran claramente un cine que ni siquiera miraba la historia porque literalmente la estaban HACIENDO, sabe de lo que habla. Pero lo dice él y el resto de sus compañeros queda 'pagando'. Por ignorancia (no han visto las películas), por desinterés y porque en definitiva basta ver sus filmes para saber que entre ellos mismos están en "otra cosa". Es poco probable que una cinta tan naif como Play, tan adolescente como Paréntesis, tan calculada como En la cama, tan miope como Se arrienda, pueda tener algo en común con la corrosiva fuerza de La sagrada familia.

La sagrada familia es la película que estábamos esperando. Tiene desmesura, tiene incorrección, tiene actitud. No se puede decir que sea perfecta, ni que emocione, ni que quiera impresionar. Afortunadamente quiere inquietar e inquieta. Por eso cuando se le compara con las películas Dogma se le hace un flaco favor a Campos. Él es mucho mejor. Es cierto que Lars Von Trier y cia. impresionan. Pero, claro, la pornografía tampoco te deja indiferente, y Von Trier es una especie de pornógrafo de la emoción. Sin querer arruinarle la trama a quienes no hayan visto la película, sólo diré que cuando Néstor Cantillana regresa después de su paseo nocturno todos sabemos que va a encontrar en su casa. Lo inquietante es que lo sabemos y que lo queremos ver y queremos saber qué diablos va a hacer con eso. Es puro suspenso psicológico. Eso es impagable en cine. Ninguna de las otras películas de este grupo tiene siquiera unas imágenes tan apremiantes, todas son cintas completamente inofensivas. Reaccionarias, incluso, como diría Campos.

En la cama tiene méritos. Es un filme bien actuado, tiene ritmo y, sobretodo al principio, parece que se trata solamente de una pareja que habla y se desnuda física y emocionalmente (lo que sería notable). Todo en un tono menor, claro, y sin mayores honduras porque muchas de las cosas que dicen pecan de obviedad. Pero luego cede a la presión del encierro y Bize y su guionista no hallan cómo sacar a la pareja de ahí. Y entonces, el parte matrimonial; entonces, el condón, y entonces la oculta historia traumática para que le dé espesor y personalidad a los personajes como si la única cosa que permita iluminar el carácter sea revelar un secreto. Eso es cálculo. Y por eso En la cama funciona. De experimento no tiene nada. Hay mucho mejores ejemplos de películas de gente encerrada en una habitación, partiendo por la primera que se me viene a la cabeza, que aunque no transcurre por completo en una pieza, es en ese lugar donde el filme muestra todas sus cartas, secuencia que tiene el peso definitivo de la trama: Mi noche con Maud de Eric Rohmer donde Jean-Louis Trintignant se desnuda por completo sin siquiera quitarse la camisa.

En la cama y Mi noche con Maud

¿Qué tiene en común En la cama con La sagrada familia? Que Campos y Bize estudiaron en la misma escuela de cine, que ambos –a su manera-intentan romper reglas, y que Bize también debe haber visto las cintas de los '70 y sabe de qué está hablando Campos.

Ni hablar de Se arrienda. Una película que tiene puras balas de salva, una cinta con pura pólvora mojada. Porque apunta a un enemigo ficticio desde un lugar aún más ficticio. Un músico que no toca ni la corneta, un perdedor (como lo ha definido Fuguet), pero que viene llegando de Nueva York donde pasó 6 años… ¿Es serio pensar que alguien después de 6 años en Nueva York al llegar a Chile sea un marginal? Supongamos que sí, pero habría que explicar por qué. Todavía estoy buscando la traición, lo que se arrienda en Se arrienda. Porque para que venderse o arrendarse al sistema sea un dilema moral uno tiene que haber tenido un poco más de principios que no querer tocar con Julio Iglesias, tienes que tener una matriz ideológica más elaborada. Ahora bien, si ése es el problema, la traición sería –según Fuguet- que los frívolos y exitosos amigos del protagonista se sacaron el chaleco chilote, se cortaron el pelo y pasaron de la canción protesta a la melodía pop. Por eso, aparte de los diálogos re-elaborados (o sea recocidos), la fotografía empastada, la actuación caricaturezca de Cruz-Coke como el pusilánime Gastón (sólo le faltó arrastrar los pies), la película peca de lo que mismo que se supone intenta 'denunciar': frivolidad. De hecho el final podría interpretarse como que Gastón entendió que ser frívolo no tiene nada de malo. El problema de Fuguet es que cree que está contando un drama y es apenas un trauma adolescente: el entender que al crecer uno debe hacer cosas que antes consideraba erróneas e inaceptables. Ahora que él crea que puede extrapolarse lecturas políticas de su película... uf… Fuguet no sabe de lo que está hablando. De muestra, un botón:

"Yo esperaba mucho de mi generación y del país también. Creo que el país ha cumplido en muchas cosas… Pero en mi escuela todos querían ser guerrilleros, todos querían matar gente. Y al final ninguno mató a nadie. Al final todos terminaron trabajando para las estrellas, para los políticos, para revistas de espectáculo. Yo siempre imaginé que iba a tener que ir al funeral de alguno de ellos, porque iban a morir acribillados por la policía.

-¿Y no pasó nada?

Ninguno mató a nadie, te lo repito. Yo siempre pensé que iban a ser más valientes".

The Clinic Nº163, Octubre 2005, Entrevista de Álvaro Peralta

¿Perdón? Si quiere puede leerlo de nuevo… La argumentación de Fuguet es tan burda que resulta insultante. O sea, desilusionarse porque sus compañeros están vivos y no mataron a nadie, es simplemente no entender nada y haber observado esa realidad desde la vereda de enfrente. La razón de la desmantelación de los movimientos estudiantiles y políticos de izquierda tiene bastante más complejidad que reducirla a un abandono por "cobardía". Y por cierto, yo que sí asistí a algún funeral, no tengo más que la sensación de haber vivido una tragedia, una desgracia. Preferiría mil veces estar desilusionado, pero con esa gente viva entrevistando a estrellas como Fuguet diciendo estupideces.

Cruz-Coke en Se arrienda

No se puede formar una comunidad de autores cuando tienes a alguien que mira hacia atrás con tanta pasión como Campos, que se conecta con su historia, que se emociona al estar con el sonidista de La batalla de Chile y dice que esa película es El nacimiento de la nación para nosotros, con un tipo como Fuguet que dispara dardos sin punta desde el techo de El Mercurio a los compañeros de escuela que no lo pescaban. Es como hacer un movimiento que abarcara desde Fassbinder a Kevin Smith.

Hay algo artificial en esta operación. Más ganas que sentido. Efectivamente la 'generación' precedente invirtió más tiempo en el negocio que en lo que quería decir y eso se vio claramente en los resultados. Buena taquilla en general, pero poco cine para nuestra filmografía. Que ahora un grupo haga cine más personal y más relacionado con su entorno social (lo que es hasta por ahí no más si pensamos en Play con sus personajes populares de cartón piedra) tampoco acredita excelencia. Todos los movimientos para nacer y subsistir tienen que superar algunos estándares de calidad y en este grupo, en esta primera pasada, casi ninguno logró una obra que tenga algo más que impulso. Las comparaciones son odiosas, pero el Nuevo Cine Chileno de los '70 dio un golpe a la cátedra sólo con óperas primas. Y no se trataba de un cine del que no tengamos nada de que avergonzarnos (como dijo el crítico Ernesto Ayala en el Foro de cine y crítica en Valdivia a propósito de las nuevas películas) sino que al revés el cine de los '70 solamente es para enorgullecerse. Sí ese movimiento hubiera subsistido, hoy estaríamos hablando de otra cosa. ¿Se imaginan si Ruiz nunca se hubiera ido de Chile? Entre todo lo que destruyó la dictadura, también estuvo el germen de un movimiento artístico singular que hasta ahora nadie había hecho sentir que era heredero.

Es cierto, se dieron una serie de sincronías en Valdivia. Casi estrenaron todos al mismo tiempo, la ciudad es tan linda, y tenemos tantas ganas de ver buen cine. Pero sintonizar a estos directores en una sola nota es como esos experimentos marqueteros de Pavarotti haciendo dúos con sus amigos poperos. De música, nada. Lo más curioso es que Campos, el más talentoso, el más intelectual (¿hay algún otro cineasta chileno con tanto qué decir?), el más rupturista de todos, y el que –lejos- no necesita compañía alguna, sea quien esté llenando de contenido este pseudo movimiento. Quizás sean ganas de reproducir la vieja solidaridad grupal, de querer compartir la herencia. Porque cuando Campos dice que siente como padres a los viejos estandartes del (antiguo) Nuevo Cine Chileno, me parece estar escuchando a Herzog rescatando a los grandes cineastas del mudo en Alemania y llamándolos abuelos en lo que fue el Nuevo cine alemán.

Más allá de denominaciones y exitismos pasajeros, es demasiado prematuro hablar de Nuevo cine chileno. Para los que quedamos eufóricos y emocionados con la última cinta de Raúl Ruiz y jugamos con que eso sí es 'nuevo cine chileno', nos queda más que claro que estos cineastas por muy bien o mal que lo estén haciendo, no han ofrecido algo tan fresco y sólido (excepto Campos) como Días de campo.

Si este Nuevo cine chileno finalmente se constituye en un movimiento como el de los '70, será como decía Marx recordando una cita de Hegel: "la historia se repite 2 veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa".

Publicado el 06-11-2005

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