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Crónicas caninas (4) (Re)haciendo patria

Si el cine rumano y filipino se alzaron como dos de los "regalones" festivaleros de los últimos años, Cannes 2009 prueba felizmente que no se trataba de nuevas olas imaginadas artificialmente, sino de cinematografías sólidas y en plena maduración. Y con el genial director filipino Raya Martin por partida doble. (Foto: Independencia)

Por Pamela Biénzobas desde Cannes

Lea además
-El exitoso debut de Huacho en Crónicas Caninas (1): En los confines de la Tierra
-Tetro de Coppola en Crónicas Caninas (2): Un debutante de 70 años
-Un prophète y Kinatay en Crónicas Caninas (3): Identidades en crisis

No fue una sorpresa, aunque quizás sí un alivio. A los festivales les gusta –y es casi parte de su misión- crear tendencias en torno a cinematografías nacionales e incluso personales. Pero no siempre se sostienen en el tiempo, ni demuestran una coherencia, una evolución y una maduración.

Esencialmente diferentes, Rumania y Filipinas son dos países que han desplazado los centros del planisferio cinematográfico este último tiempo, y que este año en Cannes –y en particular en Un Certain Regard (UCR)- han ofrecido pruebas de consistencia, cada cual en su propia línea. Aunque hay un punto de encuentro bastante evidente entre ambas producciones nacionales: su preocupación central por la exploración política y social de su identidad, tanto en el presente como en su historia.

Aparte de Kinatay, la notable película de Brillante Mendoza en Competencia que comenté en mi reporte anterior, el cine filipino llegó de la mano de Raya Martin con otros dos títulos a la selección oficial: en Función Especial, Manila, co-dirigida con Adolfo Alix Jr., y en UCR la sobrecogedora Independencia, uno de los momentos de mayor belleza de lo que va del festival.

Independencia de Raya Martin

No tiene que ver con su (justificadísima) reputación de niño genio, con su nutrida filmografía cuando recién va para los 25 años, ni con su encanto personal. Reconocer la magia de esta segunda parte de una trilogía sobre la historia de Filipinas (comenzada con la también bellísima A Short Film about the Indio Nacional, en una línea formal similar), no tiene nada que ver con la edad del cineasta, y tampoco exige una connivencia con el otro estilo, mucho más radical y exigente, de películas suyas como Autohystoria o Next Attraction.

Independencia es un relato histórico que se siente como un cuento de hadas, y que de hecho está poblado de fábulas. Una madre y su hijo se escapan a la selva ante la inminente llegada de las tropas estadounidenses. Pronto rescatan a una joven que ha sido abusada por los soldados y espera un hijo. Tras la muerte de la madre, la joven familia sigue escondida en la cabaña aislada, intentando llevar una existencia al abrigo de los peligros que acechan al país. En su micromundo protegido pero también amenazado por la naturaleza, y alimentado por las leyendas y relatos que los padres transmiten al niño, el hogar habla, por analogía y por oposición, de un momento trágico pero fundamental de la historia del país.

La sociedad actual (aunque con un tono más bien atemporal) es en cambio la que retrata Manila, de Martin y Alix Jr. Un homenaje en dos tiempos (y un entreacto en que Lav Diaz hace de sí mismo) a los "padres" del cine filipino: Lino Brocka e Ishmael Bernal.

A través de los dos personajes interpretados por el mismo actor, Piolo Pascual, Manila retrata la violencia de la ciudad y la sociedad en sus distintos universos sociales y en el frágil espacio en que éstos se tocan. Con tono de melodrama social, acorde con su fuente de inspiración, la película conmueve, agrede e interpela al espectador, sin dejar mucho margen para la esperanza.

Leyendas urbanas

Politist, adjectiv de Corneliu Porumboiu

Con dos largometrajes (uno individual, uno colectivo) en Un Certain Regard, el joven cine rumano vuelve al festival, y en particular a la sección, que le ha dado su mayor vitrina y que ha sido principal instigadora de la moda de los últimos años: si el gran triunfo de Cristian Mungiu con 4 meses, 3 semanas y 2 días (Palma de oro 2007) fue en Competencia Oficial, y el premiado debut de Corneliu Porumboiu, Bucarest 12:08 (Cámara de oro 2006) se presentó en la Quincena de los Realizadores, fue en UCR que comenzaron sus carreras La muerte del Sr. Lazarescu (Cristi Puiu, ganadora de la sección en 2005), The Way I Spent the End of the World (Catalin Mitulescu, premio a la mejor actriz de UCR en 2006), y California Dreamin' (Endless), de Cristian Nemescu, ganador póstumo en 2007.

Con su segundo largometraje, Corneliu Porumboiu fue "promovido" de una sección paralela a la oficial (aunque es discutible, en el fondo así es como se suele percibir cuando Frémaux, el delegado general de Cannes, invita a un realizador que ha partido en la Quincena o en la Semana de la Crítica a participar en los apartados oficiales). Confirmando su talento para el humor sutilmente mordaz a través del diálogo y el encuadre, Politist, adjectiv sin embargo no alcanza la fuerza de Bucarest 12:08, probablemente por la apuesta arriesgada –y no necesariamente ganada ni justificada- de dedicar gran parte del tiempo a acompañar a su protagonista en sus desplazamientos y esperas, limitando los momentos en que se despliega con mayor impacto su mirada particular.

Un joven policía, recién casado, debe seguir a un colegial fumador de marihuana, aunque él no está de acuerdo en que fumar sea un delito, y sabe que arrestarlo le arruinaría la vida, y no quiere tener eso en su conciencia. Mientras trata de encontrar pistas más concretas que puedan indicar el origen de un tráfico, su jefe lo presiona para que haga un arresto en delito flagrante. Entre las discusiones con su esposa, sus colegas y sobre todo la gran discusión final con el jefe, la película expone con gran inteligencia y humor la tremenda carga política del lenguaje.

Amintiri din epoca de aur

Días después de Politist, adjectiv, UCR presentó Amintiri din epoca de aur (Relatos de la época de oro), proyecto colectivo concebido, escrito y producido por Cristian Mungiu, y firmado por él, Ioana Uricaru, Hanno Höffer, Razvan Marculescu y Constantin Popescu. Cinco realizadores para cinco episodios; pero no se trata del típico film "ómnibus" en que cada director aporta un corto. Al contrario, se busca y alcanza una homogeneidad estilística, y ningún episodio lleva un nombre en particular. Cada una de las cinco leyendas urbanas de los últimos quince años de la dictadura de Ceaucescu, oficialmente considerados la "edad de oro", ofrecen una anécdota a menudo hilarante que por supuesto dice mucho sobre la vida cotidiana, la mentalidad y los valores –humanos y oficiales- de la sociedad. Un humor a menudo negro (de acuerdo a las circunstancias), una fotografía deslavada como la vida opaca de la gente, y la necesidad de arreglárselas materialmente como principal vehículo dramático están al servicio de una película quizás no tan importante en lo cinematográfico como varios de los largometrajes individuales de esa generación, pero muy valiosa en más de un sentido. Sin querer caer en la trampa de las etiquetas y generalizaciones, sí se puede reconocer un cierto tono y estilo imperante en estos cineastas, además de la gran preocupación recurrente por los años de Ceaucescu. Y en ambos sentidos Amintiri din epoca de aur es una muestra totalmente representativa.

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