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47º Festival de Cine de Nueva York Horizontes
perdidos

La rigurosa selección de películas del Festival de Cine de Nueva York, independientemente de su potencial comercial, da oportunidad de entrar al circuito norteamericano de distribución a cineastas que tendrían mermadas esas posibilidades sin la existencia de este certamen. Zhang Yimou, Abderrahmane Sissako, Atom Egoyan y Pedro Almodóvar son algunos de los nombres que se han hecho familiares para el público norteamericano gracias a su paso por el festival, abriéndoseles además las puertas internacionalmente. (Foto: Antichrist)

Por Alejandro Varderi

Quizás la característica principal de la última versión del Festival de Cine de Nueva York, haya residido en el poder de las películas escogidas para sacudir a la audiencia. Films que partiendo de premisas muy diferentes, intentaron impresionar a un espectador cada vez menos impresionable. En este sentido, Antichrist de Lars von Trier, volvió a generar la misma perturbación en el público neoyorquino que en su previo paso por Cannes. La última cinta del fundador de Dogma, se constituyó en un sobrecogedor documento de los efectos psicológicos que una tragedia llega a tener sobre la psiquis hasta transformar a la víctima en un ser irreconocible aún para sí mismo. Charlotte Gainsbourgh, premio a la mejor actriz en Cannes 2009, realizó un extraordinario tour de force como la madre desgarrada por la pérdida de su hijo hasta el punto de intentar asesinar al marido (Willem Dafoe), quien la había llevado a una cabaña aislada en un bosque para psicoanalizarla y brindarle la ayuda para aceptar y superar el drama.

Alternar los cambios cromáticos con el blanco y negro, creó espacios de sentido donde los personajes vivieron sin fronteras sus pasiones y miedos, haciendo de la cinematografía un protagonista importante de la película, registrada por completo en video digital. El uso de cámaras manuales igualmente le permitió al director adentrarse profundamente en la intimidad de los personajes y convertir al espectador en un voyeur privilegiado. Los constantes juegos de plano-contraplano, y el uso de la panorámica en las escenas del bosque poblado por animales fantásticos y demonios, contrapusieron varios niveles de realidad al punto de borrar las fronteras entre lo tangible y lo imaginario.

Gabourey Sidibe en Precious de Lee Daniels

Otra película que igualmente nos enfrentó con nuestros demonios, pero esta vez desde una situación aplastante, fue Precious de Lee Daniels. Con un estilo documental, ágiles movimientos de cámara que resaltan la violencia y la desesperación de sus protagonistas en un ghetto del Harlem neoyorkino, Daniels reflexionó acerca de la ambivalencia que conlleva ser negro y pobre en una sociedad fuertemente racista, pese a tener un presidente de color, lo que redunda paradójicamente en actitudes prejuiciadas dentro del mismo grupo racial. "Algo que aprendí haciendo esta película fue que yo mismo tengo prejuicios contra mi propia gente que tiene la piel más oscura. Cuando era niño iba a una iglesia en la cual, mientras más claro fueses, más cerca te sentabas del altar", comentó el director afroamericano durante la rueda de prensa.

Mo'Nique como la madre abusiva de la adolescente Precious (Gabourey Sidibe), y Mariah Carey en el papel de la trabajadora social que quiere ayudar a la joven, midieron fuerzas para hundir o liberar respectivamente a Precious, madre soltera al haber sido abusada desde muy niña por su padrastro. El uso de colores saturados y disolvencias para las escenas que reproducen los sueños de la protagonista, crearon una existencia paralela donde ella se evadía del mundo que la acorralaba haciendo más grotesca la brecha entre realidad y ficción, y denunciando simultáneamente los atropellos contra los sectores más desasistidos de la juventud norteamericana.

Morrer como um homem de João Pedro Rodrigues

En la misma línea podemos ubicar Morrer como um homem del realizador portugués João Pedro Rodrigues, quien aborda la conflictiva relación entre un travesti en decadencia y su joven amante drogadicto, muy en la línea de los caracteres que el director español Eloy de la Iglesia puso en primer plano durante el cine de la transición democrática tras el franquismo. Rodrigues retomó el tema de las adicciones y el fetichismo de su ópera prima O Fantasma (2000) pero con una estética camp que se hizo grotesca en tanto nos adentramos en los deseos de Tonia (Fernando Santos), debatiéndose entre complacer los caprichos del amante y expiar el sentimiento de culpa por haber abandonado al hijo que tuvo en su vida previa.

El uso de la panorámica y una fotografía hiperrealista transformaron el paisaje urbano y rural en decorados idóneos para escenificar la representación de existencias marcadas por la desdicha. Ello, no obstante, sin caer en el melodrama extremo; pues una de las características de las películas de Rodrigues es la de subvertir el género que tanto explotaron autores como Douglas Sirk y Rainer Werner Fassbinder, para desmantelarlo y reconstruirlo, no tanto desde la carnavalización y el exceso almodovarianos, sino desde los códigos contemporáneos, acordes con los estudios de género y las políticas sexuales surgidas de la normalización del colectivo homosexual en algunas sociedades industrializadas.

Pedro Almodóvar también se hizo parte del Festival con Los abrazos rotos. Pese a no ser una de las cintas más logradas del director manchego, cuenta con muchos de los ingredientes característicos de su filmografía: uso del melodrama, inserción de la cultura popular tanto en la banda sonora como en las escenas donde el dramatismo se extralimita, espejeo de films de sus directores favoritos y citas a sus películas anteriores.

En este caso, La ley del deseo (1986), Mujeres al borde de un ataque de nervios (1987) y La mala educación (2003) tuvieron sus momentos en la utilización del cine dentro del cine, la figura del director cual alter ego del propio Almodóvar, y la capacidad para recrear el universo femenino mediante el personaje de Lena quien unifica los desplazamientos en el tiempo de un guión donde se utiliza la imagen del doble y lo doble para adentrarse en los espacios de la representación. Ello desde la relación entre Lena y Mateo poblada por las adversidades, malentendidos y componendas de un grupo de personajes unidos en su afán de destruirla.

Un film que de forma más efectiva se adentró en la psicología de personajes a merced de su entorno ha sido The White Ribbon de Michael Haneke, Palma de Oro en el último Festival de Cannes y la más segura candidata a ganar el Oscar a la mejor película extranjera. Filmada en blanco y negro, con una película de alta densidad que hizo más espesa la atmósfera, The White Ribbon nos traslada a un pueblo del norte de Alemania en los albores de la Primera Guerra Mundial.

The White Ribbon (Das weiße Band) de Michael Haneke

Aquí las mentiras de un grupo de niños alteran el devenir de vidas que serán destruidas al estallar el conflicto; esto como crítica a la generación que protagonizaría la Segunda Guerra Mundial, y cuya intolerancia ya germinaba para entonces como consecuencia de los fanatismos religiosos, tan presentes en nuestras sociedades actuales. En palabras del mismo director: "Quería retratar a los niños que en su vida adulta jugarían un papel importante en el fascismo de la época, y que fueron motivados por el protestantismo… No hay que mirar muy lejos para encontrar paralelos con lo que está ocurriendo hoy día. El Islam es igual, pues está obsesionado con ciertas ideas y visiones de la religión que no tienen nada qué ver con las auténticas creencias".

Para recrear el período, Haneke recorrió pueblos de Alemania y Rumania buscando rostros que parecieran extraídos de fotografías de la época, y reconstruyó milimétricamente las casas, vestuarios, utensilios y comportamientos; con lo cual el grado de veracidad sirvió de marco a las excelentes actuaciones de personajes, a caballo entre sus instintos y la deformación de sus deseos como consecuencia de la propia represión y la presión social del entorno.

Hadewijch de Bruno Dumont igualmente puso sobre el tapete el tema de las intolerancias desde la amistad entre una adolescente católica entregada al éxtasis místico, y un joven islamita abocado al fanatismo religioso. A pesar de las diferencias sociales y culturales, ambos encuentran puntos de contacto en el fervor empecinado con que se consagran a sus respectivos cultos hasta el punto de inmolarse en un atentado terrorista.

La fuerza narrativa de esta coproducción franco alemana residió en el intenso retrato psicológico de los personajes quienes en sus conversaciones mientras pasean por París, hallan en la religión las claves a su malestar consigo mismos y hacia el mundo circundante; ello llevado por la propia inmadurez y manipulación externa, que los convierte en instrumentos de realidades políticas, exógenas a su búsqueda personal, donde priman el odio y el sectarismo ciegos. El fluido trabajo de cámara dibujó un fresco en el cual la fotografía parecía pintar grandes lienzos renacentistas, como fondo a los encuentros y al deambular solitario de los protagonistas, contrastando así el idealismo de sus propósitos con la dureza de las acciones hacia las que son arrastrados sin saberlo.

Life During Wartime de Todd Solondz

La ironía y el humor para retratar la idiosincrasia americana tuvieron en Life During Wartime de Todd Solondz su expresión más certera mediante las petites histoires de tres hermanas buscando su lugar en un mundo cada vez más impredecible y volátil. Una puesta en escena muy estilizada sirvió de marco a los intercambios amorosos cercanos a lo tragicómico de las protagonistas, inmersas en un mundo ajeno y alienante. El uso de espacios vacíos en restaurantes y centros comerciales donde un personaje buscaría su lugar o esperaría por un encuentro que no iba a llegar, profundizaron en el devenir de lo americano, siempre queriendo simplificar y minimizar la complejidad de los procesos históricos y sociales para pasar a lo siguiente; no en vano Octavio Paz apuntó alguna vez que la tradición norteamericana es el hábito del cambio constante y la rapidez para borrar todo vestigio de su pasado. Y es justamente esto lo que Life During Wartime propone de la mano de parte del elenco de un film anterior, Happiness, quienes una década después siguen lidiando con problemas que todavía no han resuelto dada su tendencia a banalizarlos. "Han pasado diez años pero prefiero no remitirme literalmente al tiempo y sus circunstancias. Me gusta más bien enfocarlo desde un ángulo novedoso. Por ejemplo, algunos personajes que ya se encontraban en mi film anterior han envejecido cinco años y para otros parece que han pasado veinte", expresó Solondz en la rueda de prensa durante el Festival. Constatar la imperturbable persistencia de sus fantasmas y temores frente al paso del calendario es una manera de criticar el devenir de una sociedad que constantemente está regenerándose y se resiste a mirar hacia atrás.

A Room and a Half de Andrey Khrzhanovsky

Contrariamente, A Room and a Half del director ruso Andrey Khrzhanovsky expuso los males de una sociedad negada al cambio, anclada en las mismas intolerancias que destruyeron las vidas y las libertades de incontables generaciones hasta el final de la guerra fría, pero que ni con todo ello ha logrado hoy en día dejar atrás el autoritarismo y la represión contra una población que pareciera necesitar de una figura fuerte que rija sus destinos, ya sea el Zar, Stalin o Putin.

Utilizando un imaginario regreso a su patria del escritor Joseph Brodsky, Khrzhanovsky creó un mágico tejido cinemático donde la poesía y lo fantástico se entremezclaron con la biografía del autor, los años cuando vivió en un exilio interior antes de ser expulsado de la Unión Soviética y radicarse en los Estados Unidos. El uso de técnicas documentales, la animación y el film de ficción puro recrearon con gran calidez la intimidad del autor y su relación con padres, amigos y amantes, a caballo entre sus deseos y una cotidianeidad vivida como prisión.

El uso del flashback y el quiebre de la continuidad lineal dieron origen a una película concebida como collage de ideas, textos y sentimientos donde el trasfondo político más que obstaculizar el devenir de las historias permitió entender la heterogénea identidad del autor quien, al recibir el Premio Nobel de literatura en 1987, se definió como "judío, poeta ruso y ensayista norteamericano"; una convicción que este film mimetiza con gran sensibilidad y precisión.

La filmografía asiática estuvo representada fundamentalmente por el documental del cineasta chino Zhao Dayong titulado Ghost Town y el largometraje Mother del director coreano Bong Joon-ho. El primero nos muestra la pobreza y el atraso de un pueblo de la China profunda donde la sociedad aún se rige por el código medieval; algo común en un país donde los estragos de la Revolución Cultural todavía perduran en la vida del grueso de la población, especialmente en las zonas rurales.

Ghots Town de Zhao Dayong

Desafiando la maquinaria represora gubernamental, Dayong filmó este documental a espaldas de la censura, financiándolo con su propio dinero y mostrándolo en espacios privados del underground artístico; su participación en el Festival de Nueva York ha resultado ser la primera vez que se ha mostrado fuera de China, con gran éxito de público y crítica. Al preguntársele en la rueda de prensa si se acercó a las autoridades para recibir aprobación, el realizador respondió que "esto habría sido como pedirle a alguien que te viole. El gobierno tiene su propia agenda y quiere detener nuestro trabajo, por eso los artistas sabemos que estamos haciendo algo necesario e importante para el país".

Bong Joon-ho, por su parte, igualmente abordó el problema de la burocracia y corrupción del sistema policial en Corea del Sur, a través de la historia de una madre trabajadora cuyo hijo con problemas de retraso es acusado de haber matado a una joven a la salida de la escuela. Utilizando las técnicas del thriller y una fotografía granulosa que privilegió los colores fríos y las escenas en lugares cerrados, Mother mantuvo exitosamente la tensión entre lo público y lo privado, siguiendo a la protagonista cuya energía y determinación sostuvieron la trama y el suspense a lo largo del film, demostrando la fuerza de esta cinematografía que, gracias al Festival de Nueva York, pudimos apreciar en todo su esplendor una vez más.

> eIJDdGuOJ dijo: 13 de Diciembre de 2023 a las 11:37
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