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Alexis Tioseco & Nika Bohinc
Periodismo versus Crítica
Edición N° 83
Alexis Tioseco y Nika Bohinc / Foto: Chris Costello

Nika Bohinc & Alexis Tioseco Amigos y críticos

El crítico filipino Alexis Tioseco (28 años) y su pareja la crítica eslovena Nika Bohinc (29 años) fueron asesinados en su departamento de Manila (Filipinas) el martes 1 de septiembre de 2009, producto de un robo perpetrado por su empleada doméstica y un grupo de delincuentes. Ante el estupor generalizado del medio crítico y cinematográfico internacional, quisimos rendir un homenaje a Alexis –que fuera uno de los más destacados divulgadores del nuevo cine filipino-, y Nika –ex editora de la revista eslovena de cine Ekran, y programadora de los festivales de Ljubljana e Isola- a través de tres escritos, entre los que se incluye el presente recuerdo del crítico brasileño-norteamericano Gabe Klinger.

Por Gabe Klinger

Nota: Este texto fue publicado originalmente en inglés en The auteurs. Agradecemos la gentileza de Gabe Klinger por permitirnos publicar su versión en español.

Traducción: Joel Poblete

Nika y Alexis, Alexis y Nika: sus nombres ahora están unidos para siempre. Se habían conocido en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam de 2007. Yo lo sé: estuve ahí en ese crucial momento. Antes que Nika me dijera una noche durante una cena lo que sentía por Alexis, por su lenguaje corporal yo ya me había dado cuenta de lo que ambos sentían el uno por el otro. Una tarde en el festival, mi amigo Nil Baskar y yo invitamos a Alexis a beber algo en el Hotel Central para hablar de temas de festivales, mujeres, etc. Como Nil me mostró en un mail, Alexis estaba reticente a aceptar pero era demasiado cortés para negarse. Pronto estuvimos todos amontonados en los ahumados límites del Central, prácticamente subidos arriba uno del otro en el sofá: John Torres, Khavn, Raya Martin, Nil, Maya Krajnc, Nika, Alexis y yo. Recuerdo que esa noche descubrí que Alexis era un verdadero caballero, en realidad, el mejor partido para Nika.

De allí en adelante se formó una relación, primero a la distancia –encontrándose en festivales y conferencias- y luego en cercanía, hasta que Nika se arriesgó y se mudó desde Ljubljana, Eslovenia, para estar con Alexis en la ciudad natal de éste, Manila, en Filipinas, abriendo un emocionante y a menudo difícil capítulo de su vida. Yo lo sé: tengo sus cartas. Ella tiene algunas de mis celosas respuestas, llenas de admiración, felicitándola por tomar tan aventurera decisión.

En noviembre de 2007, cuando algunos de nosotros –incluido Alexis- fuimos invitados por Nika a participar en la Autumn Film School de la revista Ekran en el Festival Internacional de Cine de Ljubljana, ya todos habíamos confirmado que las cosas entre ellos eran serias. Ahora parecía como si siempre hubieran estado juntos. Un guiño en el ojo de Nika me indicó que la mudanza a Manila podía ser inminente. De cierta manera, esto estaba ligado a desafíos profesionales que ella había afrontado en Eslovenia. Supongo que todos enfrentamos esos desafíos al comienzo de nuestras carreras. Pero Nika sentía las cosas profundamente; su resentimiento estaba creciendo y ella necesitaba un cambio.

Alexis estaba perfectamente dispuesto a facilitar la mudanza. Él era lo más cercano a una alma gemela que ella hubiera jamás pensado. Recuerdo haber llegado al aeropuerto de Ljubljana ese noviembre al mismo tiempo que Alexis. Nika estaba ahí para recogernos. Era la primera vez que los veía juntos desde Rotterdam, y era evidente que su afecto había crecido. Durante el trayecto a la ciudad, me senté adelante mientras Nika y Alexis se abrazaban en el asiento trasero. Recuerdo cómo intentaba resistirme a mirarlos para dejarlos disfrutar el momento.

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Nika y Alexis se hicieron conocidos como pareja, pero yo primero los conocí como individuos. Me habría gustado tener el placer de presentarlos pero no fue así. El crédito es completamente de John Torres.

Nika Bohinc (Foto: Chris Yambing)

Nika aún no era designada editora principal de la revista Ekran, la publicación de cine más antigua y respetada de Eslovenia. Esto vendría algún tiempo después. Entre 2004 y 2006 conocí a Nika como alguien que estaba ansiosa sobre su futuro como crítica de cine; "si no puedo vivir de esto", una vez le escuché decir, "siempre tendré una carrera como publicista". Según sus propias palabras, ella era muy solicitada por firmas de publicidad en su país. Yo al menos estuve feliz de que no siguiera ese camino, y de que se haya aferrado a la crítica y eventualmente se dedicara por completo a Ekran. Nika siguió los pasos del anterior editor de Ekran, Simon Popek, y el editor adjunto Jurij Meden, en el intento de crear una revista verdaderamente internacional. Aunque en gran parte era publicada en esloveno para lectores eslovenos (con ocasionales números incluyendo dossiers en inglés), Nika aún pensaba que era esencial reclutar escritores de todo el mundo. Pronto el staff de la revista incluyó regularmente los nombres de conocidos escritores del circuito de los festivales internacionales, incluyendo a Markus Keuschnigg, Manu Yáñez, Adrian Martin, Neil Young, Olaf Möller, Christoph Huber, Michael Sicinski y Mark Peranson, junto a buenos críticos eslovenos como Koen Van Daele, Popek, Baskar, Meden, entre otros. Nika nos juntó a todos bajo su bello liderazgo.

En esa época, Ekran tenía sus oficinas (y quizás aún las tiene) en el anarquista-okupa-punkie conjunto de edificios conocido como Metelkova en Ljubljana. Nunca visité las oficinas (aunque habitualmente se hacían fiestas ahí durante el festival de cine) pero a menudo me imaginaba a Nika ahí de noche, sentada con un cenicero lleno, contemplando las muchas y amablemente diseñadas páginas de la revista (ella, junto con la diseñadora Maya Rebov, había repensado totalmente la estética de Ekran). Nika elevó la vara de la revista, y le dejó al recién designado nuevo editor un gran espacio que llenar cuando finalmente se fue a Filipinas.

Nika y yo tuvimos nuestras disputas. Ella era testaruda y al mismo tiempo fácil de complacer. Con Nika, un poco de cortesía surtía un gran efecto. Cuando la gente era ruda o abrupta, ella era áspera y honesta con ellos. Dejé de ir a una cena con Nika una noche –no intencionalmente, sino consumido en visionados de películas con mi amigo Jurij- y nunca olvidaré la forma en que me lo hizo saber en un frío corredor en Cankarjev Dom, el enorme centro donde nos reuníamos todos cada día. Más tarde sentí cierto pesar de parte suya en un mail, pero tenía toda la razón. Los festivales pueden ser difíciles de navegar cuando uno está corriendo de un lado a otro y de película en película. Nika tenía una manera tremenda de simplemente sentarse, fumar un cigarro (un hábito que casi había dejado recientemente), y decidir que ya había visto suficientes películas.

Vanda Duarte en No quarto da Vanda

Recuerdo a Nika diciéndome que estaba tan abrumada cuando llegó a Hong Kong para el festival de cine –su primer viaje a esa parte del mundo- que terminó viendo sólo una película (No quarto da Vanda de Pedro Costa, una película que pienso la remeció). Para muchos de nosotros viajar al otro lado del mundo a un festival de cine, y ver sólo una película, sería impensable, pero Nika tenía su propio proceso. Y ella estaba atravesando una importante transición en su vida con Alexis. Esto, estoy seguro, tuvo un costo emocional para ella.

Antes, a fines del verano de 2007, yo estaba atravesando mi propia transición. Había reiniciado recientemente una relación con mi actual pareja, con la que había pasado un tiempo en Trieste. Estábamos ahí para el festival de cine Mille Occhi y Nika llegó pocos días después con Jurij. Yo estaba en las nubes con mi nuevo romance, aunque entristecido porque mi novia se había ido de regreso a su trabajo en España. Al día siguiente era el cumpleaños de Nika, y fuimos a tomar unos tragos para poder brindar por ella a medianoche. Nunca olvidaré esa noche: fue la primera vez que sentí que realmente todos nos relacionamos, dejando de lado el cine para hablar acerca de nuestras relaciones sentimentales. En las primeras horas de la mañana nos tambaleamos por las calles vacías hacia nuestros hoteles, sabiendo con un poco de ansiedad que en pocas horas estaríamos asumiendo de nuevo nuestros roles como críticos y hablando lo de costumbre. Sin embargo, las cosas parecían haber cambiado. Después de ese encuentro, hablar de cine con Nika siempre pareció de importancia secundaria. Nuestros mails no volvieron a incluir películas como tema principal: dónde estábamos y cómo nos sentíamos era ahora la prioridad. Supe que había encontrado una amiga de verdad.

Nika me consideraba como el "editor americano" de Ekran. Un título que me tomé muy seriamente, incluso aunque mis colaboraciones eran algo irregulares. Recuerdo que sentía como un deber presentarla a todos mis conocidos, y a veces en las páginas de la revista veía que esos encuentros habían conducido a alguna parte: Nika sabía cómo encantar a la gente y continuar relacionándose con ellos con la esperanza de nuevos proyectos para Ekran y de sus otras búsquedas (incluyendo organizar paneles y conferencias). Devolvió el favor muchas veces, más recientemente presentándome a los directores del IndieLisboa, Nuno Sena y Rui Pereira, lo que llevó a que me invitaran a su festival a principios de este año. Es a ese festival portugués que debo mi última oportunidad de juntarme con Nika.

A fines de abril de este año, en IndieLisboa, pasamos cerca de una semana desayunando juntos cada día, para luego ir a funciones y otros eventos. En nuestro hotel inspirado en películas, yo me quedaba en la habitación James Dean, y se lo dije a Nika esperando inspirarle envidia. "Sí", dijo con circunspección, y luego de una pausa, agregó "yo tengo la habitación David Lynch". Como cinéfilos duros, los dos sabíamos que eso era mucho más cool. Nuestra relación era fuerte: vi que Nika estaba llena de esperanzas, contándonos a mí y a mi pareja de todas las barreras que una persona debe enfrentar al vivir en Manila. Estaba tratando de superar el shock de vivir con una criada (un detalle que ahora recuerdo con trágicos matices a la luz de lo que ha pasado). El otro gran problema para Nika era la polución, y lo difícil que era para ella aceptar vivir en un lugar donde uno no puede respirar bien en la calle. Aparte de esto, Nika estaba entusiasmada por su unidad con Alexis, sus viajes juntos al mar y el campo, y cómo vivir entre cineastas y artistas, en un unido y entusiasta círculo en Filipinas, disminuía la nostalgia por su país.

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De izquierda a derecha: John Torres, Arleen Cuevas, Khavn de la Cruz, Jafar Panahi, Alexis Tioseco y Raya Martin. Torneo de Futsal Festival de Rotterdam 2007.

Nika, junto con encontrar un alma gemela en Alexis, la persona, había también encontrado a Alexis, el brillante escritor y pensador. Él era el centro de todo discurso crítico sobre el cine filipino y, junto a Noel Vera, se convirtió en una de sus voces más esenciales. La primera vez que oí hablar de Alexis fue a principios de 2005. El encontró mi e-mail a través de un contacto en común y me escribió que había sido aceptado en el programa Talent Campus de la Berlinale. El año anterior yo había sido parte de la sección inaugural de Talent Press y Alexis estaba buscando algún consejo sobre cómo funcionaba. En el mail se refería a mí como "Mr. Klinger", y así fue siempre a partir de entonces, a pesar de que ambos teníamos casi la misma edad. Él tuvo una impecable educación y fue siempre, no importando dónde estuviéramos, el más caballero de los caballeros. Tomaba fotos, muchas fotos, siempre con la misma cortesía y respeto por sus retratados. En Ljubljana estábamos parados fuera de un restaurant con James Benning y en vez de sacar fotos del cineasta sin su aprobación, Alexis se dirigió a él y le dijo "Perdóneme, señor Benning, ¿le molestaría si le tomo una foto?". Recuerdo que James, un veterano de rudas y ocupadas atmósferas de festivales, fue ligeramente atrapado con la guardia baja por su cortesía. Así era Alexis.

En la Escuela de Cine de Otoño en Ljubljana, Alexis me hizo pasar un mal rato por sacar a algunos desinteresados alumnos del salón de conferencias por usar sus teléfonos celulares. Me dijo, medio irónicamente, "¡quizás estaban mandando mensajes de texto a sus amigos para que vinieran a ver tu conferencia!". De cierta forma, el sentimiento detrás de su afirmación era el correcto. Alexis nunca habría hecho lo que hice. Él habría encontrado un acercamiento más productivo, y la evidencia demuestra que era un profesor apreciado e influyente. Sus legiones de estudiantes han estado posteando sin parar emotivos recuerdos en su perfil de Facebook desde que la noticia golpeó a todos el 1 de septiembre. Me gustaría haber pasado más tiempo con Alexis en general, y haberlo visitado en Filipinas.

Mi más grato recuerdo es cuando competimos con Alexis en un partido de futsal en Rotterdam. Nika nos vio en nuestros uniformes y pensó que todo era ridículo: patear una pelota en vez de ver películas y escribir, ¡qué vergüenza! Alexis apareció en la portada del diario del festival de Rotterdam con los miembros de su equipo.

En nuestra gloriosa cena después del torneo, Alexis deambulaba alrededor de la mesa y se aseguró de dar su palma a cada uno de los jugadores. Nuevamente él era la persona más amable del lugar. Fue uno de los mejores días que he tenido en un festival de cine, y me hace feliz pensar que Alexis fue parte de él.

En su ensayo para la revista Rogue titulado La carta que me gustaría leerte en persona, Alexis escribió el manifiesto definitivo sobre el cine filipino. Es un documento que pronto se convertirá en una pieza canónica de escritura crítica: es a la vez una carta de amor a su pareja, Nika, un recuerdo personal de su viaje en el cine, y una propuesta para el cine de su país digna de La Estética del Hambre de Glauber Rocha y las más apasionadas declaraciones de John Cassavetes. Espero que no vean lo que digo como algún tipo de hipérbole, porque si han leído la tercera parte de su ensayo, el "addendum", saben exactamente lo que quiero decir. Puede ser lo más grande que él escribió, y somos afortunados de tener tan extenso caso de estudio y tan luminosas ideas surgidas de su mente.

Como mi amiga Dana me dijo el otro día por teléfono, hay algo moralmente bello en todo esto. La forma en que la historia está expandiéndose a través del mundo. No hay palabras apropiadas para explicar qué pasó, ni para expresar nuestros sentimientos acerca de esto. Pero juntémonos y hagamos fuerza. Los veré en Rotterdam, en Viena, en Trieste, en Isola, en Ljubljana, en Turín, en el futuro, en algún lugar, y nos tomaremos un trago, y reiremos, y con suerte habremos visto algunas buenas películas, y entonces hablaremos de la bonita chica con las revistas bajo sus brazos, o ese atractivo hombre con la cámara… Nika y Alexis, los quiero con todo mi corazón.
 

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