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De Polvos Azules y Cuevana Piratas de Sudamérica

Un repaso de dos sitios ilegales (en el mundo real y el ciberespacio) donde la circulación de películas no parece tener límites. Hasta ahora.

Por Jorge Morales

A quienes visiten Lima les doy tres datos calados: el Hotel Antigua Miraflores (muy sencillo, pero de estilo colonial y decorado con antigüedades), la cadena de restaurantes de tenedor libre Rústica (sólo por una razón clave: puedes comer todo el ceviche que quieras hasta hartarte), y visitar Polvos Azules. Los cinéfilos de fuste no necesitan que les explique el significado de estas mágicas palabras que se originan –según una nada confiable investigación- en una curtiembre del siglo XVI que existió en el sector, donde las costumbres adúlteras de la esposa de su dueño –don Gaspar de los Reyes, un empresario experto en teñir de azul el cuero de cabra- quedaron grabadas para siempre en ese nombre.

Polvos Azules es el mall más grande de la piratería en Perú. Una enorme "feria persa" donde se encuentran todas las versiones "alternativas" de los más diversos productos, desde ropa falsa de marca hasta los últimos chiches tecnológicos ilegales. Pero lo que ha generado una verdadera leyenda sobre su existencia para la comunidad cinéfila latinoamericana, ha sido su contundente y expansiva oferta de DVD's. Para los peruanos, los locales de DVD en el Pasaje 18 de Polvos Azules generan tanto entusiasmo y orgullo que es un panorama irrenunciable para los amantes del cine que visitan Lima. Tanto es así, que forma parte del circuito no oficial pero obligado de los invitados al mismísimo festival cinematográfico de la ciudad.

Cuando estuve en la capital peruana hace unos meses y fui a Polvos temí sufrir una decepción similar a la que años atrás pasé en Shanghai, no la gigantesca y cosmopolita ciudad china, sino el centro comercial pirata de Caracas. Según me habían adelantado mis amigos venezolanos, en Shanghai se encontraba de "todo". Desgraciadamente la oferta de DVD's no tenía nada de asombrosa y era igual de limitada que la chilena (que no está tan mal, pero no es ninguna maravilla), y más encima fui engañado en la única compra realmente singular que hice –los documentales Carlos [1965] y Me gustan los estudiantes [1968] del uruguayo Mario Handler- regresando a Chile con dos DVD's vírgenes.

White Dog de Sam Fuller

Pero tras hojear la primera de las varias carpetas con las carátulas de las películas en stock de Polvos Azules, descubrí que su leyenda no le hace justicia. Polvos es el paraíso (o el infierno) para un cinéfilo. Tiene desde las más flamantes megaproducciones recién estrenadas en cartelera, películas que todavía no han sido editadas en DVD (o que nunca se editarán), cintas fresquitas que acaban de coronarse en algún famoso certamen internacional, joyas raras, desconocidas u olvidadas para siempre, y por supuesto, los filmes que forman parte de la mitología personal de cada uno (que en mi caso eran White Dog, de Sam Fuller, y Honkytonk Man, de Clint Eastwood, dos filmes extraordinarios de 1982 que había visto en televisión y VHS, respectivamente, y nunca volví a encontrar hasta ese momento). Para que tengan una idea del espíritu de Polvos, daré un ejemplo contradictorio pero gráfico sobre la asertividad y gestión de los piratas del Rímac. Mientras miraba absorto sus catálogos donde estaban unos viejos documentales de la japonesa Naomi Kawase, las últimas películas del filipino Raya Martin y la ópera prima de Quentin Tarantino (My best friend's birthday [1987] de la que se conservan algunos fragmentos producto de un incendio), pregunté por los documentales de Frederick Wiseman, del que, muy a mi pesar, he visto muy poco. Contra todo lo que acabo de decir, el dependiente se mostró sorprendido y dijo que no tenían ninguna película del cineasta norteamericano. Sin embargo, rápidamente me pasó un papel y me pidió con amabilidad que escribiera el nombre completo del director, asegurándome –sin una pizca de ironía- que regresara la siguiente semana y "tendremos su filmografía completa".

El costo de un DVD en Polvos no supera los mil pesos chilenos, y la mayoría valen sólo quinientos. Es tan barato que la única razón que explica sus ganancias está en el volumen de compra de su clientela: nadie se va de allí sin comprar un turro de películas. Yo que no soy coleccionista compré veintitantos DVD's, y tras mi partida me arrepentí de no haber comprado más. Aunque sus estándares de calidad son altos no todos están impecables, pero es porque en muchos casos se trata de la única copia circulante. Jamás encuentras un DVD grabado dentro de una sala de cine, esas funestas copias caracterizadas por el pulso tembloroso del camarógrafo, las sombras de espectadores yendo al baño y una banda sonora "enriquecida" de risas y ruidosas masticadas de cabritas. Casi el 100% está subtitulado al castellano, obra y gracia de una silenciosa banda de fanáticos que las traducen por amor al arte en Internet y que los piratas peruanos tienen la gentileza de "pegarlos". El hecho más anecdótico es que las carátulas de muchos DVD's están firmados por los mismos directores de las películas que cuando han pasado por Lima dejan estampada su rúbrica con cierto orgullo, curiosidad y resignación frente a un negocio que, como se sabe, los perjudica.

Estreno reciente en Cuevana: Melancholia de Lars Von Trier

Recordé mi paso por Polvos cuando me enteré hace un par de semanas de una supuesta acción legal contra Cuevana en Argentina. Si bien no se trata de un lugar físico ni tiene la mística de Polvos Azules y su nombre es menos inspirador que Shanghai, es, por lejos, el más conocido y reconocido. De hecho, a esta altura explicar qué es Cuevana parece absurdo dada la fama que se ha forjado en sus dos años de existencia. En resumen, se trata de un sitio de películas online con un catálogo de más de 3 mil cintas y 250 series de televisión con sus temporadas completas. Si estas cifras son sorprendentes, aún más sorprendente es el estado de las "copias" (todas en calidad DVD) y la rapidez de su actualización. El ejemplo más increíble son las series. Mientras el cable chileno, a través de Warner Channel, repetía por enésima vez los capítulos de Charlie Sheen en el sitcom Two and a Half Men –en espera de la nueva temporada con su reemplazante Ashton Kutcher programada para el 9 de noviembre-, Cuevana estrenaba el 19 de septiembre –casi simultáneamente a su debut en la televisión norteamericana- el primer capítulo con el ex de Demi Moore. Al día siguiente, inclusive, ya tenía la versión subtitulada gracias a Argenteam, una comunidad virtual de traductores.

La venta de DVD's piratas es un negocio ilegal que compromete a un sinnúmero de personas –desde modestos comerciantes a mafiosos y criminales que capitalizan un mercado millonario a costos bajísimos-, pero lo de Cuevana es otra cosa: todo es absolutamente gratis. Cuevana funciona como un servicio –diligente, variado y limpio- obteniendo algo de dinero por publicidad, pero sin "castigar" al usuario. Uno puede ver cualquier película o capítulo de una serie sin ni siquiera inscribirse en el sitio.

Tomás Escobar (Foto: Perfil / CEDOC)

Cuevana fue creada por Tomás Escobar –un estudiante argentino de Informática de sólo 22 años que vive en Córdoba- junto a dos amigos y compañeros de colegio, Mario Cardosio y David Fernández. Dado el explosivo crecimiento del portal –dos millones de visitas diarias, 12 millones de usuarios inscritos, y un aumento de un 40% mensual de chilenos, mexicanos y argentinos encabezando su lista de "clientes"- tuvieron que ampliarse y ahora conforman un equipo de 10 personas repartidas en distintos puntos del país trasandino. Como las películas no están almacenadas en el sitio, sino que alojadas en otras páginas webs que ellos indexan, existe un vacío legal que los protege de las demandas que teóricamente iban a comenzar con el canal argentino Telefé. Pero, según el diario porteño La Nación, en un artículo publicado el domingo 27 de noviembre, la demanda por violación de los derechos de autor no llegó a concretarse porque Telefónica, los dueños españoles del canal, no quisieron arriesgarse a un boicot como se anunciaba desde las redes sociales y prefirieron esperar que se armara "un frente más pertrechado con otros poderosos de la industria local e internacional". Dicho y hecho. En el final del citado artículo, se consigna el inicio de una contienda judicial que tiene de querellante a la señal norteamericana HBO, y hace sólo unos días, se conoció las acciones de la también norteamericana Turner Broadcasting System que busca bloquear a los proveedores de internet en Argentina si se descubre que alguno de sus usuarios tuvo acceso a través de Cuevana a algunas series de su conglomerado: Falling Skies (producida por Steven Spielberg), BRIC (exhibida en Infinito) y 26 personas para salvar al mundo (en I-Sat). Curiosamente trascendió que los capítulos de estos dos últimos programas trasandinos –ambos conducidos por el periodista Jorge Lanata- fueron subidos a Cuevana por sus propios productores, que como usuarios inscritos del portal, pueden agregar material. Pero lo más insólito es que Tomás Escobar había sido entrevistado por el mismo Lanata para su programa 26 personas para salvar al mundo… Sí, como unos de los veintiséis.

El tema de la piratería es complejo. Por un lado, es un negocio que afecta las justas demandas económicas de los autores y/o dueños de las películas (que no siempre es lo mismo, ojo), pero, por otro lado, rompe el granítico monopolio hollywoodense del mercado que determina qué, cuándo y a qué valor se ven los filmes, con sostenidos abusos al espectador y a la industria cinematográfica local de cualquier país sin leyes proteccionistas mínimas para sus propios creadores. Pero el caso de Cuevana es parte de una cultura distinta que cree que el arte es un bien público que debiese compartirse, abaratarse o ser lisa y llanamente gratuito. No es raro que sea la televisión pagada quien primero demande a Cuevana. Para la industria cinematográfica –más allá de declaraciones, amenazas y campañas publicitarias- esta batalla está virtualmente perdida. Porque si bien el impacto en sus recaudaciones es significativo, sus ganancias siguen siendo multimillonarias, creciendo año a año, y demostrando que la experiencia de la pantalla grande –y la visita al cine como actividad social- es un plus irremplazable. Más todavía cuando parecen haberle pegado el palo al gato con el 3D, pese a que se trata de un sistema que no ha demostrado ser ningún aporte real al cine y sólo sirve como un nuevo medio para lucrar, o sea, una estafa. Pero la televisión por cable tiene que competir con la rapidez de los piratas y la forma de ofrecer sus contenidos: Cuevana tiene todas las series reunidas en un mismo "canal" y disponibles con todos sus capítulos a placer. De hecho, ese es uno de sus aportes sustantivos, ser una inmensa videoteca de fácil acceso.

El mocito de Marcela Said y Jean de Certeau

Aunque no tiene relación directa con este tema, lo ocurrido con El mocito demuestra la mezquindad y poca flexibilidad de una industria que considera la connivencia de formatos como una amenaza más que un posible frente de distribución. Los hechos son simples: la cadena de cines Movieland al enterarse que el DVD del documental iba a ser distribuido simultáneamente a su estreno con el semanario The Clinic (como fue promocionado desde hace unas semanas), retira con una agresividad descomedida la película de cartelera. Un hecho tan insólito como que sus directores no los tuviesen informados del lanzamiento o que no existiera un contrato entre ambas partes que normara estos "detalles". Una sospechosa informalidad en el trato de las multisalas con el cine chileno por lo que resulta más fácil suponer una censura (que nunca se puede descartar) que pensar que todo fue por unos cochinos pesos. Movieland debiese considerar que a veces es preferible perder algo de dinero –aún cuando se sintiesen injustamente sorprendidos y perjudicados por el lanzamiento en DVD- que tomar una medida tan drástica, condenando a una cinta nacional a sabiendas de los perjuicios que este hecho les provocará, o en consideración a los eternos problemas que tiene para distribuirse. ¿Por qué? Por empatía, respeto o solidaridad, cualquiera de esas palabras que son ignoradas en el mundo de los negocios.

Si el movimiento estudiantil nos ha demostrado algo, es que estás prácticas están completamente deslegitimadas, que no siempre se puede imponer el dinero. En ese sentido, como le gustaba decir a los dirigentes de la CONFECH, el tema no es pesos más pesos menos sino modificar radicalmente el sistema, cambiar el paradigma.

Es políticamente incorrecto apoyar la piratería, pero es una hipocresía total negar que todos hemos sido, somos y seremos sus consumidores. Y por eso la solución no puede ser la represión. Los costos como los mecanismos de difusión deben reorientarse en vez de buscar castigar a quienes han encontrado una forma de subvertir el orden establecido y a quienes nos hemos beneficiado con su astucia. Porque es difícil creer que nuestro enemigo sean tres chicos veinteañeros de clase media de una provincia argentina con un sitio gratuito de películas del que ganan unas chauchas, frente a compañías trasnacionales de producción audiovisual que ganan cientos de millones de dólares. Como decía George Brassens en La mala reputación: "si en la calle corre un ladrón/ y a la zaga va un ricachón / zancadilla pongo al señor / Y aplastado el perseguidor". A veces hay que meter la pata.

> Bill clinton dijo: 24 de Marzo de 2014 a las 12:05
Jorge, checkea el concepto "popcorn time" , de codigo abierto e imparable.
Codeado por argentinos tb ;). Saludos desde BA
> pock dijo: 28 de Marzo de 2012 a las 14:38
no comparto en lo mas minimo la columna

una cosa es encontrar peliculas raras, dificiles, etc, y si no estan en el mercado para pagar por ellas, premiar a sus creadores, etc, recurrir a la pirateria, como tu dices, y eso no lo condeno. Yo mismo tengo peliculas de Jodorowsky que por otras vias es practicamente imposible allar.

versus ir a cuevana y ponerse como niño mimado exigiendo la nueva temporada de two and a half men, es acaso eso algo imprescindible? algo que si o si debe ser gratis? es un abuso que Charlie Sheen gane millones por su talento? debemos boicotear su vida que envidiamos y apresurarnos a ver pirata cosas que si estan en el mercado legal o pronto estaran?

tu caso del mocito otro malisimo ejemplo, los cines rentan por la "primicia" pon la guerra de las galaxias en Movieland, lo mas probable que hoy 2012 casi nadie vaya, no es rentable porque la mayoria la ha visto hasta la saciedad. movieland es una empresa que legitimamente busca lucrar, para eso existe, no es cine arte, no es una ONG, si no hay lucro no sirve, ellos tomaron la decision correcta nada mas.

yo apoyo los derechos de autor, me parece perfecto que el autor o dueño de una obra cobre lo que se le de la gana, y se de la vida que quiera, por algo se sacrifico, y no nos veamos la suerte entre gitanos, no todo el mundo es Sor Teresa de Calcuta, no todo el mundo trabaja gratis por el bienestar del resto, nadie puede exigir precios bajos, primicias, etc. menos cuando hablamos de basura, de entretenimiento liviano

Cuevana es ilegal
Cuevana LUCRA
Cuevana no hace ningun aporte, no crea nada, y hay personas que viven profitando de la obra de otros, sin enriquecer nada
ese tipo de personas debe ir a la carcel en su justa medida obviamente porque solo es un delito economico.

si preestreno en cuevana una pelicula, la ven millones, luego la quiero llevar al cine lo mas probable que sea un estrpitoso fracaso, son muy pocos los que son cinefilos que aman las salas y quieren ir en masa a ver peliculas que ya las han visto.

porque pensamos distinto:
yo no creo que el lucro sea malo, y por lo mismo no creo en lo mas minimo en las demandas de vagos jovenes que quieren todo gratis y sin esfuerzo, y que felices compran cervaza gratis, gastan en tonteras pero no gastan un peso en educarse, porque eso no lo valoran
yo creo en los derechos de autor
yo he visto cosas pirata, lo reconozco, pero se que es delito

miles dicen que quieren nuevos modelos de cine, mas barato mas accesible, pero esos miles porque no hacen cine gratis para el resto?
porque esos mismos miles no dan todo gratis? o se apretan el cinturon en beneficio del resto?
porque es tan facil hacer caridad con dinero ajeno?
un doctor que piratea MS windows y al mismo tiempo cobra por consulta 60 lukas es un miserable
claro no todos son doctores en Chile o el mundo, pero muchos tienen el dinero pero jamas esperan gastarlo en lo que les gusta, sirve, o los nutre.

ese es el problema de hoy, gente buche que quiere todo gratis, que nadie lucre, pero ellos no hacen nada constructivo.

si veo dos delincuentes no me preocupo de quien tiene mejor vivir (por ser mas astuto) a ambos le hago zancadilla por igual, incluso al menos astuto o pobre con mayor razon, es menos astuto porque quizas tiene menos experiencia y por ende mas posibilidad de rehabilitacion, versus el capo de la mafia que ya esta podrido y poco o nada se puede hacer contra el.
> Marcelo Cordero dijo: 12 de Diciembre de 2011 a las 10:56
Un muy buen articulo sobre el panorama pirata de nuestro continente, Bolivia no es la excepción del caso y es igual de grande que el Perú, con una variante, la maquila, por costos de producción, es hecha en Bolivia.
En definitiva la única verdadera industria real y nunca antes vista de cine en nuestro continente es curiosamente la piratería, y surge ante los vacíos culturales y económicos que la industria "legal y democrática" dejo de lado, excluyendo a más del 80 por ciento de nuestras poblaciones al derecho cultural.
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