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Argentino QL vs la crítica La conjura de los necios 2 o 3 o 4...

Aunque fue dirigida por Patricio Pimienta, el verdadero artífice de "Argentino QL" -que se estrenó a fines de agosto-, fue su protagonista, guionista y productor ejecutivo, Jorge Alís. Un humorista trasandino que sobrevivió exitosamente al "monstruo" de Viña del Mar, pero que fue engullido por la crítica cinematográfica nacional. La rabia de Alís por tanta incomprensión fue tan profunda, que ni los más de 200 mil espectadores que lleva acumulados la película, le hicieron olvidar lo que dijeron esos "pajeros" buenos para nada.

Por Jorge Morales

"Necesito crítico extranjero para película chilena" se titulaba un mail que hizo circular la productora Claudia Demaría para defenderse de los devastadores comentarios publicados en la prensa chilena hacía Gente decente, de Edgardo Viereck, film del que era productora ejecutiva. El mensaje no tenía desperdicio. Buceaba hasta en el inconsciente de los críticos para explicarse por qué habían querido destruir la película. "¿Un intento por destacar entre la fauna periodística? ¿Oscuras intenciones por destrozar el impulso que ha dado el cine chileno en los últimos años? ¿Envidia? ¿Competencia por lograr notoriedad a través de irónicos comentarios? ¿Incapacidad de hacer una buena crítica? ¿Ignorancia? ¿Mala leche? No lo sé", se preguntaba indecisa Demaría.

Era el año 2004, y en ese entonces, Jorge Letelier le contestó a través de Mabuse, y a nombre del colectivo, con un texto titulado De la crítica y Gente decente: La conjura de los necios, donde, en síntesis, revisaba la (otrora) rivalidad histórica entre críticos y directores chilenos, y hacía algunas reflexiones sobre el ejercicio mismo de la crítica de cine. Letelier aprovechaba también de repasar nuevamente la mediocridad de la película (protagonizada por Luciano Cruz-Coke, un actor que ya pintaba mejor para futuro ex ministro de Cultura de Piñera), y fustigar de paso la tibieza de los colegas chilenos hacía otras cintas tan despreciables como ésa.

Eran otros tiempos. El cine chileno era muchísimo más torpe e ingenuo y no ganaba ni diplomas de consuelo, y Mabuse era un espacio muchísimo más combativo (e influyente) donde atacábamos sin piedad a un cine que apostaba por la utopía rentable de lo "artísticamente comercial", pero donde ni el arte ni los negocios funcionaban. Una tendencia que fue cayéndose a pedazos tras la irrupción de una nueva generación de cineastas menos pretenciosos y con más ideas y oficio. Desde luego, ahora el cine es muchísimo más interesante y "producido" en el más amplio sentido (positivo y negativo) de la palabra, y los críticos muchísimo más complacientes, afables y prestos para dejarse seducir (influenciados sin querer queriendo por los contagiosos laureles festivaleros). Sólo los directores (los de ayer, los de hoy y los que vendrán) siguen siendo los mismos: unas primas donnas a las que hay que acariciar con el pétalo de una rosa. Pero como ahora una mayoría está inmunizada por el éxito extranjero, poco les preocupa si aparece (aunque ya nunca aparece) algún matón de barrio robándoles la chaucha. Ya no hay perros rabiosos, ya no hay maldad.

Pero volviendo al artículo de Letelier, lo que él no dice en el texto, es que intentamos una maniobra perversa: cumplir el deseo de Claudia Demaría. Es decir, buscamos "un crítico extranjero para película chilena". Hablamos con Quintín, en ese entonces, director del Bafici, y el crítico más respetado y temido de Argentina, para pedirle que nos escribiera una crítica de Gente decente. Algo perplejo, Quintín nos contestó de inmediato, aceptando encantado y divertido con la idea. Nos quedaba con Letelier ingeniarnos cómo pasarle la película. Una tarea casi imposible en ese entonces porque desde luego que la producción jamás nos hubiera pasado una copia. Todavía recuerdo que estuve a punto de conseguirme un VHS de la película con un amigo que trabajaba en el Café Literario de la Biblioteca de Providencia donde curiosamente Gente decente sería exhibida. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y la logística no estaba dando los frutos esperados, la idea también comenzaba a flaquear. En el fondo, siempre supimos que Quintín terminaría por sepultar la poca dignidad que le quedaba a Gente decente, y nos empezó a remorder la conciencia porque sabíamos que el gesto era más una jugarreta pícara que el deseo honesto de abrir un debate intelectual. Gente decente no era mucho peor que otras películas chilenas de la época. Sólo se diferenciaba del resto porque tenía una productora ejecutiva que había perdido la chaveta. Pero nosotros sabíamos algo que Demaría ignoraba totalmente: no siempre el ataque es la mejor defensa. Así que dejamos el sadismo para otra ocasión, y la película pasó al olvido como otro engendro del montón.

Recordé este incidente cuando vi en la portada del canal de CNN Chile en YouTube la perfomance hiperventilada de Jorge Alís, el humorista y actor argentino que escribió, produjo y protagonizó, Argentino QL, la película dirigida por Patricio Pimienta, que al parecer tiene bastante éxito de público en Chile. En medio de la conversación, sin que el periodista le preguntara sobre el tema, Alís sacó a la luz un rencor que se notaba le retorcía la punta de la lengua. Completamente fuera de sí, Alís empezó a despotricar contra los críticos de cine. "Tuvimos unas críticas pelotudas. Un montón de críticos pajeros que no sirven para nada que son unos frustantes... frustrados escritores frustrados", sentenció ofuscado. Particularmente apuntó sus dardos contra Gabriel Bahamondes de LUN y María Inés Saez de Mega, dos periodistas que –yo recuerde- nunca han sido especialmente venenosos, pero que al parecer habían sido bastante duros con la cinta. Para ser honesto, y sin ánimo de ofenderlos, no me interesé mucho en leer lo que escribió Bahamondes ni en escuchar a María Inés Saez porque, aparte de no haber visto ni poder ver la película, el arranque de furia de Alís es tan patéticamente intolerante que no importa qué tan buenos o malos hayan sido los fundamentos de esos u otros críticos para enjuiciar la cinta, no justifican la desmedida virulencia de su ataque. Aparte de insultar, Alís repasó uno a uno el listado histórico de los "picados" que han pasado por delante o detrás de nuestra pantalla grande: que los críticos, como citaba antes, son unos artistas frustrados y no sirven para nada, que sólo quieren perjudicar al cine chileno, e incluso –aunque esto es más nuevo- que están comprados por las trasnacionales cinematográficas... Y eso acompañado del "insobornable" discurso patriotero del esfuerzo, de la protección, amor y cuidado por lo chileno, sumado a la supuesta falta de pretensión artística (en otras palabras, que la película es simplona a conciencia).

Soledad del Río y Jorge Alís en Argentino QL

Iba a escribir: "Lo que ni Alís ni la olvidada Demaría entienden es que la libertad de expresión consiste en dejar libre la expresión, valga la redundancia". Pero, ¿es necesario decirlo? Porque es el lugar común más elemental de una sociedad democrática. Pero cada cierto tiempo (o a cada rato) Chile se encarga de recordarnos que son conceptos que no entiende ni quiere entender, sumergido en las aguas profundas de su eterno provincianismo cultural. Porque dicho sea de paso: ¿cómo es posible que un canal supuestamente serio, abierto y librepensante como CNN Chile ponga de portada en su canal de YouTube a un sujeto puteando a mansalva porque no le gusta lo que opinan los demás de su trabajo público? Y ¿cómo es posible que el pusilánime periodista que lo entrevistó se mantenga en silencio y con risitas nerviosas sin herramientas para confrontarlo con su propia intolerancia? Hasta cierto punto, la difusión de la alharaca de Alís resulta ilustrativa de cómo se entiende la libertad de expresión en Chile en donde al que grita más fuerte se le escucha más. Porque al final por más mordaces que Bahamondes, Sáez o cualquier otro crítico hubiesen sido para opinar sobre la película, no van a tener jamás la difusión del griterío desarticulado de Alís que dice lo que nadie se atreve a decir. "No tengo temor", decía Alís, como si estos dos críticos tuvieran algún poder real para perjudicarlo. Una ingenuidad total. 

Han pasado más de 10 años del mail de Demaría, y desde luego no fue la primera de las reacciones descontroladas de algún integrante de una película contra los críticos de turno como tampoco la rabieta de Alís va a ser la última. Lo raro es que alguien que no es precisamente un primerizo en el cine (como actor, Alís tiene varias películas en su curriculum) no conozca las reglas del juego. Y todavía más extraño es que siendo humorista no tenga la piel más curtida frente a las críticas, aparte de un sentido del humor más desarrollado para asumir humildemente y sin dramatizar que no todos lo van a adorar ni a sobarle el lomo. Pero así es el cine chileno. Puede triunfar en festivales o romper taquillas, pero todos sus responsables, quien más quien menos, quiere la aprobación incluso de aquellos a los que supuestamente desprecian. Al parecer se puede tener éxito en el país o en el mundo entero, pero la verdadera victoria es ganarte el respeto de tu peor enemigo.

 

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