Editorial

Cuatro años Los sueños de Mabuse

Por Jorge Morales

Cada cierto tiempo alguien nos pregunta porque Mabuse se llama Mabuse. Aunque participo de la revista desde el primer número, no estuve en los meses de gestación del proyecto donde, entre otras cosas, ocurrió el bautizo. Así que no tengo una respuesta más clara que la cita cinéfila más obvia: que es un homenaje al maléfico doctor del cine mudo alemán (creado por Fritz Lang) que hipnotizaba a las personas para que estuvieran a su servicio, generalmente, como facilitadores inconscientes de sus actividades criminales.

A decir verdad, no somos ni tan malvados ni tan poderosos como el diabólico doctor. Más bien es al revés. Publicar Mabuse requiere una cuota importante de desprendimiento y voluntad. No tenemos fines de lucro y cada artículo que leen acá recibe como retribución sólo lo que ustedes como lectores nos proporcionan: reconocimiento. En eso somos afortunados porque durante los cuatro años de existencia de la revista hemos recibido cada vez mayores muestras de aprecio. Pero también por eso no todos han podido –aún deseándolo- seguir colaborando. El equipo ha cambiado, se han incorporado nuevas voces, nuevas opiniones, y hasta cierto punto las metas también han ido mutando.

El espacio de reflexión que hemos instalado no tiene censura, lo que nos ha llevado a tener de cuando en cuando fuertes discrepancias. Por eso lo que mejor refleja nuestra actitud editorial es que no tenemos pelos en la lengua. Intentamos dar una opinión lo más documentada y honesta posible, con los argumentos suficientes (esperamos) como para generar reflexión y debate. También Mabuse es un espacio para hablar de cine como fenómeno social, como espejo de ciertas conductas y realidades. Siempre me gusta citar el texto del Padre Hurtado como ejemplo de nuestro trabajo. Mientras todos los medios hacían todo tipo de análisis del carácter progresista del primer santo chileno, en Mabuse publicamos un artículo con la opinión que tenía el sacerdote sobre el cine mostrando un aspecto abominablemente conservador de su pensamiento. El cine o nuestra actitud ante éste, refleja nuestros instintos más primarios tanto para los realizadores como para los espectadores y puede ser una brújula o un termómetro que mida nuestra capacidad de tolerancia y de visión de mundo.

Sentimos la responsabilidad de este espacio y queremos protegerlo. Hemos visto a través del tiempo la muerte de muchos medios ahogados por las limitadas posibilidades comerciales que ofrece el mercado nacional más aún cuando se trata de una revista especializada. En ese sentido, es posible que Mabuse no hubiese nacido ni se hubiera mantenido a flote sin Internet. Así también han nacido y crecido otros medios de cine en la red. Eso es bueno para todos mientras se mantenga una convivencia armónica y una actitud deferente, algo que lamentablemente algunos no han sabido tener confundiendo competencia con rivalidad. El cine como cualquier disciplina artística no es una ciencia y los métodos de análisis son tan variados y perfectibles que no creemos tener la verdad absoluta. Nos gusta el cine, nos gusta hablar y escribir de cine y hay más de uno en nuestro equipo empeñado también en hacer cine. Alejandro Fernández, a esta altura el crédito mabusiano en el cine mundial, nos llena de orgullo con su paradojal dicotomía escribiendo lúcidos y kilométricos textos y filmando silenciosas películas donde casi no pasa nada. Y es que como él mismo dice, ver cine, escribir de cine y hacer cine son variantes de una misma pasión.

Eso es lo que nos ha mantenido con vida: Mabuse es pura pasión. Escribir de cine es un accidente. Escribimos de cine porque es en el cine donde encontramos las respuestas a las preguntas de nuestras pasiones. Y eso paga el sacrificio y los sueños que todavía nos quedan por cumplir.

Publicado el 18-01-2007