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Edición N° 86

Excursiones La comedia según Ezequiel Acuña

Ezequiel Acuña

El aplaudido realizador argentino presentó en Miami 2010 su última película, producida por Pablo Trapero (Carancho). Rock, humor, reencuentros y retrospección en su filme más entrañable.

Por Andrés Nazarala

La capacidad de reinventarse en cada obra conservando la identidad, jugar a ser "otro" sin dejar de ser uno mismo, es una virtud inestimable para un cineasta. Algo de esto se aprecia en Ezequiel Acuña con Excursiones, realizador que –aunque con su nueva entrega pareciera comulgar más con la comedia norteamericana que con el lacónico humor de Martin Rejtman- sigue siendo el mismo nostálgico analista de la adolescencia, esa extraña zona en la que la infancia y la adultez mantienen su singular guerra fría.

El filme –que estuvo el año pasado en Valdivia y Bafici y formó parte de la Competencia Iberoamericana en el Festival de Miami- caló hondo especialmente entre los espectadores latinos del festival norteamericano. La historia sobre el reencuentro de dos treintañeros que fueron mejores amigos en la infancia tiene ciertos detalles que, si bien pueden parecer frívolos, reflejan la intimidad que el realizador ha buscado para trabajar y que se relacionan consciente e inconscientemente con la misma película. A saber:

a) Un tipo de pelo largo con look de productor que acompañaba al cineasta en Miami es en verdad un viejo compañero de colegio que inspiró la historia central (se volvieron a encontrar después de muchos años).

Rocío (1999)

b) Los protagonistas de Excursiones son Alberto Rojas Apel, amigo del director que ha oficiado de guionista en todas sus películas, y Matías Castelli, otro compañero de infancia que tiene una breve aparición como jardinero en Como un avión estrellado. Ambos actuaron en Rocío (1999), cortometraje que el cineasta realizó en sus tiempos de estudiante. El filme, de hecho, funciona como secuela de ese trabajo.

 

c) Santiago Pedrero, inseparable amigo de Acuña, elabora e interpreta la banda sonora incidental.

d) El director y sus protagonistas se encargaron de presentar la película en las exhibiciones que ofreció el Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) a principios de año. Después de cada proyección, se realizaba un sorteo, en un clima más propio de un cumpleaños que de una función cinematográfica organizada por un museo.

Alberto Rojas Apel y Matías Castelli en Excursiones

Aunque se podría argumentar que el trabajo entre amigos suele ser el modus operandi del cine independiente, en Excursiones esta camaradería es esencial. La idea central no sólo se construyó a partir de una vivencia del director sino que tanto el desarrollo del guión (que lo firman Acuña, Rojas Apel y Castelli) como su puesta en escena, respondieron a esa intimidad.

Por esto, Excursiones es lejos la película más personal de Acuña y, al mismo tiempo, la más apta para todo tipo de público. Divertida, armada a fuerza de entrañables instantes de humor y diálogos ingeniosos (en torno a Martín y Marcos, dos amigos de infancia, de personalidades opuestas, que se reencuentran para escribir un libreto teatral), pareciera mirar hacia otros horizontes sin abandonar la nostalgia y elementos que el director ya mostró en sus ofertas anteriores. Aquí también están los aviones, las playas y la polera de Morrissey que el protagonista de Nadar solo atesoraba como nexo con su hermano perdido; sin olvidar la música como aliada íntima.

Pese a que Acuña desvía ahora su mirada hacia otro grupo etario, los adolescentes siguen estando ahí en un co-relato que narra un romance entre los hermanos de los dos protagonistas, uno de ellos, interpretado por Ignacio Rogers, actor principal de Como un avión estrellado.

La comunión de actores, objetos y fijaciones pertenecientes a la carpeta autoral del realizador encuentran en Excursiones un nuevo contexto, siempre al servicio de la comedia. Es la reinversión de un autor que no se ha quedado estancado en una fórmula.

Es que si en Nadar solo, Acuña recogió el laconismo "slacker" del indie norteamericano (sazonado con algo de Rapado, de Martín Rejtman), en Como un avión estrellado reemplazó los tiempos muertos por estados de angustia adolescente, coronados por un final en el que la música desaparece para dar paso al hondo silencio del desencanto. Lo de ahora tiene otro tono, otra sensibilidad; una ecuación lograda gracias a un método de trabajo integrador y lúdico.

Excursiones

"El corto Rocío tiene 10 años y la película fue una excusa para mostrar qué pasó con esos personajes después de una década. Nos juntábamos a hacer improvisaciones a partir de una escaleta. Filmábamos los ensayos, los veíamos y escribíamos a partir de eso", cuenta Acuña, explicando el proceso de escritura de una película que se apoya básicamente en los diálogos. "Algunas escenas que duraban 4 minutos en los ensayos terminaban durando 2. Marcábamos lo que salía mejor de ese dialogo. Es como Coffee and Cigarettes. Armar una charla entre dos tipos, ver cual es la parte en que se está yendo a la mierda y dejar lo mejor. Si en la película los diálogos funcionan, fue por los ensayos".

-¿Qué ventajas encontraste en esta forma íntima de trabajar con gente cercana?

-Hay actores que por ahí tienen ciertos divismos u otros proyectos. Cuando eso pasa el método de trabajo es completamente distinto. En este caso, los pibes se abocaron completamente a esto. La misión era armar la película y poder intervenir en un montón de cosas. Todos quisieron encargarse de algo. Los personajes periféricos también tuvieron incidencia. Santiago Pedrero, por ejemplo, actúa y hace la música. Ignacio ridiculiza un poco su personaje de Como un avión estrellado. Todos aportaron ideas, tuvieron ductilidad y un espíritu lúdico. Por ejemplo, el actor que hace el papel del coreógrafo (Martín Piroyansky) viene de un divertido programa de televisión que se llamaba Magazine for fai, que dirigió Lucrecia Martel en los 90 y fue como una cantera de talento infantil. Era un show fantástico. Él aportó mucho al personaje. Todo lo hicimos jugando, en un ambiente íntimo.

-La idea de incluir a los personajes adolescentes ¿Responde al interés de que haya una continuidad con tus películas anteriores?

-Sí. Martina (hermana de Marcos) ocupa un poco el lugar de Manuela Martelli (Como un avión estrellado) en cuanto a la estética. Hay planos similares, como cuando está patinando, por ejemplo. Además, en la película no hay padres ni gente más grande que los dos personajes protagónicos, que tienen 30. Es lo más adulto que hay en la película. Creo también que la forma en que laburamos pega más en gente más joven e inquieta.

Acuña reconoce que el proceso de elaboración Excursiones no estuvo marcado por las complicaciones de sus dos ofertas anteriores. En medio de la filmación de Nadar solo lo pilló la gran crisis económica trasandina y en Como un avión estrellado tuvo varios cambios hasta que terminó colándose inquietudes más sombrías que las originales.

"En un comienzo era mas optimista. Tenía una mezcla entre blanco y negro que era, por un lado, el suicidio de Santi que correspondía a un romanticismo medio nirvanesco de decir no me interesa el sistema ni lo laboral; y por otro lado, tenia una parte positiva, reflejada en el amor entre Ignacio (Rogers) y Manuela (Martelli). Pero el final feliz desapareció. Termina todo mal. Lo de ahora en Excursiones está más ligado a la comedia, tiene cierta ligereza".

-Sin embargo, se repiten algunos elementos de tus obras anteriores…

-Sí, y es también una manera de burlarte de cosas que alguna vez te tomaste muy en serio. Cuando los personajes se ponen los auriculares es una imagen de los 90. Todos esos elementos están ahí un poco en serio y un poco en joda. Pero al mismo tiempo, uno nunca abandona ciertas cosas. Paranoid Park, de Gus Van Sant, puede ser distinta a Gerry pero también tienen mucho en común. O podés ver Entrenamiento elemental para actores, de Martín Rejtman, y te das cuenta de que siguen estando las mismas cosas de siempre.

-Nunca has tenido problemas en reconocer los referentes que abordas a la hora de filmar una película. ¿Cuáles fueron los de Excursiones?

-Todos estábamos entusiasmados con la comedia americana, lo que no está tan marcado en la película sino que más bien en la intención nuestra de dejar de lado ciertas cosas. Podríamos hablar de una película indie intimista ligada a la comedia. Mutual Appreciation, de Bujalski, me gusta mucho y tiene que ver con la imagen, con una cosa casera; no necesariamente hay tanto humor pero hay una intención de hacer la película llevadera. La comedia fue bajada a tierra eso sí, porque no teníamos un Will Farrel ni tampoco podía pasar de hacer Como un avión estrellado a armar un circo. Pero hay mucho de la comedia americana de los 80 hasta ahora. Y nada de cine europeo; lo empecé a evitar en mi vida (ríe).

-Aunque el blanco y negro empleado es muy "europeo". ¿A qué respondió la decisión de no hacerla en colores?

-Por un lado, el corto Rocío era en blanco y negro, así que había una continuidad. Pero también nos interesó minimizar los elementos, la iluminación, trabajar con menos. Fernando Lockett (director de fotografía de Otra vuelta y Cómo estar muerto/Como estar muerto), a quien le gusta mucho el cine de Philippe Garrel, hizo un gran trabajo. Yo lo conocía por algunas películas y cuando nos juntamos a conversar sobre el proyecto, me convencí de trabajar con él. El equipo fue muy chico. No había camión, nada. No éramos más de 10 personas en el set. Y, por ejemplo, no hay escenas nocturnas. En Como un avión estrellado nos demorábamos horas para filmar una caminata de noche.

Excursiones

-Hay mucha música también. Quizás más que en tus películas anteriores. ¿Cómo fue el trabajo de creación y selección?

-Por un lado está la banda sonora que hizo Santiago junto a un grupo en el que también estaba su hermano Nicolás. Y, por otro, las canciones del grupo uruguayo La Foca. Los vi en vivo en los 90; hacían una música humorística pero después empezaron a hacer discos más guitarreros. Las canciones ya estaban hechas de alguna manera. Estaban grabadas. Escogí los temas que se conectaban con la película en términos de contenido. Creo que en las tres películas está muy marcado eso. En Como un avión estrellado, la canción Pupila, de Mi Pequeña Muerte, es la síntesis de lo que es la película en sí.

Acuña, quien también posee el sello musical Yo no fui doña discos, no podría construir filmes sin las canciones. "Todo parte con la música", reconoce, consciente de que ha tomado un camino personal en medio de los vastos senderos del cine. "Ya pasé los 30 años pero encontré la manera de hacer determinadas cosas. Es importante encontrar un lugar y sentirse cómodo", remata, con la tranquilidad de quien ha sobrevivido al gran naufragio universal de la adolescencia.

> dijo: 13 de Noviembre de 2022 a las 03:35
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